- ¿Crees en el amor?
- ¿Qué amor? Hay muchas clases.
- ¿A si?
- Sí. Hay quién cree en un único amor, verdadero y eterno (…) Luego está ese otro amor eterno, el que nunca es... el amor platónico (…) Existe el amor fugaz, el que dura menos que la milésima de segundo que tarda en extinguirse un beso (…) Una vez escuché hablar de un amor a fuego lento, que nació de una amistad cimentada en el respeto y la confianza... un amor que no cambió los ojos, pero sí las miradas. Está ese amor pasional, el que surge entre mordiscos y empujones (…) Del amor no correspondido solo se escuchan lamentos. (Sara).
- Fantástico. ¿Y en cual crees?
- ¿En ninguno?
- Mentira. Lo sabes.
- No sé. Quizá el fomentado en una amistad…
- Uau! Entonces…
- Sé que te estás riendo de mí, pero me da igual. No creo en el amor.
- Ya. ¿En el platónico quizás?
- Sí claro. Vaya un amor de mis… eso. En ese sí, claro. Y en el no correspondido. "Amor" es una palabra peligrosa.
- Sobretodo para ti.
- Para mí y para todos, supongo.
- El amor es lo más grande, tío.
- Ya. Y tu vives en el siglo XVIII.
- Jajajaja!
- Ya, ya… tu ríete, tu que tanto crees en el amor… ¿estás enamorada de Ber?
- No pienso responder si no es en presencia de un abogado.
- Jajajaja! Bonita negativa.
- El amor es relativo.
- Claro. Como todo. ¿Qué amor es el que sientes por Ber?
- El amor es un proceso que lleva tiempo. Desde luego, ni es esporádico, ni pasional, ni no correspondido, ni…
- Al final no va a ser ni amor.
- Pues igual no lo es.
- Ya.
- Sé que lo entiendes. Es cariño, es amistad, es… es amor, en alguna de sus definiciones. Pero no es mi único y verdadero amor…
- O sí.
- No me veo pasando el resto de mis días con Ber. Es muy majo y muy simpático, pero ya te digo, el amor es una carrera de fondo, no un sprint.
- ¿Es importante llegar el primero?
- Jajajaja! Depende del momento. Ya sabes.
- Cochina.
- Tu que lo has pensado.
… - La navidad es una mierda.
- Ala! Ya estamos.
- Es la fecha, ¿no?
- No vamos a hablar de esto en agosto, no.
- Pues eso. No me gusta el aspecto consumista de la navidad.
- Bueno, para nosotros no es consumista. Nos reunimos con la familia que no vemos, cenamos, salimos, nos emborrachamos… unos más que otros.
- Ya bueno. Pero aún así, es una mierda. Nos saturan de navidad!
- Ves demasiada tele.
- Ni siquiera eso, casi no veo tele.
- Cada español se gasta 800 y pico ñapos estas fiestas.
- Ya te digo yo que hay alguno que se gasta 1.500.
- Jajaja. Lo tuyo y lo suyo.
- Claro.
- Lo que me revienta a mi de estas fiestas es la práctica obligación de beber.
- Ya bueno, es una de esas cosas socialmente aceptadas.
- Claro, si fuera legal la marihuana igual se pone de moda enciegarse en nochevieja, en vez de enchuzarse.
- Jajajaja! Más quisiéramos muchos que se legalizara la maría, aunque luego se pusiera de moda.
- Eres un vicioso. ¿Te imaginas? La mejor índica del mercado! Con esta sátiva, salivarás.
- Jajajaja! Eres una publicista nata.
- Lo sé.
- Una jamaicana del cagarse.
- Tu en cambio eres un soez.
- Jajajaja! Sería para el estreñimiento.
- Soez es poco.
- Oye, déjame con mis delirios, que la idea de legalizar la marihuana a mí si que me ha hecho salivar…
- Jajajaj! Soez, vicioso, tarado… lo tienes todo!
- Soy un buen partido.
- Alto, guapo, listo…
- Me vendes demasiado bien.
- Ahora venía lo malo.
- Jajajaja! Venga, pues.
- Jajajaja! Que no, que era coña.
- Dilo, ya que has empezado.
- No, no… yo no te veo nada malo.
- Ala! Con que buenos ojos me miras.
- Es verdad. Bueno, algo malo tienes fijo, pero es soportable.
- Mi forma de pensar no es soportable.
- Si bueno, discutiríamos, pero como todo el mundo.
- ¿Discutes con Ber?
- Ya estamos. Hemos empezado hablando de la navidad, ¿a qué viene esa fijación con Ber?
- ¿Celos quizá?
- Sabes que sí. Y que quiero lo mejor para ti, que estés a gusto y que ya que no estás conmigo, que es un lujazo, por lo menos estés bien con tu pareja.
- No estamos porque tu no quieres, ya lo sabes.
- No me desvíes el tema que nos conocemos.
- Claro que discutimos, como todos. Pero nada importante.
- La tapa del váter, la ropa de por medio…
- Todas esas cosas, sí. Y bueno… alguna más.
- Estás deseando contarlo.
- No, pero sabes que si me insistes acabaré contándotelo.
- Venga pues.
- Ya bueno, cúrratelo un poquito, insiste, haz preguntas, no sé… no te lo voy a poner tan fácil.
- Sabes que sí. Estoy vago, anda cuéntamelo, vaaaaa… porfaaaaa…
- Ahh!! Esa cara no! Por favor!!!
- (Los dos) Jajajajajaja!!!
- Venga, va.
- Es que no se ni explicártelo.
- Inténtalo.
- No sé. Discutimos por todo. Por cualquier tontería. Por la cena…
- ¿Por la cena? ¿Por quién la hace?
- No, no. Por cualquier tontería. No sé… por si es demasiado fuerte para ser una cena… yo que sé.
- Pues yo si que no sé que decirte.
- Vaya un consultor de mis…
- Ehh! Esa boquita!
- Jajajaja!
- No sé.
Yo tampoco. - Estamos buenos.
- Yo sí… bueno, y tu también.
- Gracias! El primer piropo que me dices en…
- ¿Qué? Pero si no hago más que piropearte!
- Anda ya!
- Lo que pasa es que soy muy sutil, y no lo coges.
- Jajajaja!! Debe ser.
- Debe.
- ¿Cuándo cenamos los tres?
- Antes de que lo dejéis, a poder ser.
- Qué gracia.
- Gracias.
- A ti... por todo.
- A ti... por ser.
“perdido en el tiempo sin rumbo / ante mi propio látigo sucumbo en un acto reflejo, / subputo yugo, no es la conciencia, / de hecho no creo ser muy consciente de nada, mi lento verdugo
(…)
no trago al vago que hay dentro del mago, / mas resurjo como el monstruo del lago”
Fe, Violadores del Verso