La cárcel no es un sitio tan malo… si te adaptas… y no lloras. Pasaba muchas horas en mi celda, pensando, intentando entender algo, atando cabos… y un día, de repente, todo empezó a encajar, a tener sentido, a ser lineal. Prosperar en mi empresa, ser el mejor, la “reunión”, incluso la lluvia. Mi casa, sexo… amor. Las guerras, la situación social y económica y un presidente predispuesto. Móvil, detención, cárcel. Magnicidio, armagedón… muerte. Toda una gran conspiración… todos conchabados. Ella, Marino, mi empresa, mis amigos. De saberme el mejor había pasado a ser una marioneta en manos de un dios que quería destruir el mundo… para hacerse rico.
Cuando salgo de la cárcel no sé qué hacer, ni dónde ir. No tengo dinero, ni un techo para protegerme de esta lluvia incesante… será fácil. Una habitación, en un viejo edificio, con una portera vieja, será como en casa. Intento poner en orden las ideas, las opciones… empiezo a crear un plan: Un Gran Plan. Todo tiene que ser perfecto. Me entrego en cuerpo y alma. Hago ejercicio. Como bien. Duermo lo justo. Vuelvo a sentirme vivo y libre. Tan poco tiempo y tanto que hacer. Los músculos tienen memoria, rápidamente me vuelvo a saber perfecto; a demostrarlo, a no dudar… a no tener escrúpulos. Los viejos tiempos, los malos tiempos, los tiempos del todo o nada. ¡Están de vuelta!*.
Para alguien como yo, no parecía suponer una dificultad cometer un asesinato. Fue más difícil juntar las piezas que pegarle fuego al puzzle. Lo planee todo a la perfección, cumplí las fases puntualmente, predije el comportamiento de los elementos y lo usé en mi beneficio… y no fallé. Le di entre ceja y ceja. Ejecuté la huida siendo invisible. Me borré del mapa. Fueron momentos de convulsión social. La falsa seguridad se desmoronó, se empezaron a sopesar las consecuencias de años de actos criminales encubiertos. Se destapó todo. Las bombas que había vendido a países non-gratos. Tratos con dictadores. La gente se cansó, de un día para otro la anarquía gobernaba el país. El caos disparó las cosas en el extranjero… habíamos hecho muchos enemigos, y se pusieron todos de acuerdo para usar las armas que fabricamos y les vendimos.
Estamos en un desierto… que fue una ciudad. Todo está borroso. Sólo somos sombras, recuerdos de lo que fuimos. Intento adaptarme a la nueva realidad… borrando todos mis recuerdos. Empiezo de cero. Fundido en negro.
“Hoy de nuevo me despierto
con la misma sensación,
lo siento no recuerdo,
he perdido la razón.
(…)
Dime que es lo que tengo que hacer
para no verme muerto otra vez.
Miente si esto no es cierto, miénteme,
acompaña el deseo, quédate.”
Miénteme, Hamlet
* Marv (Mickey Rourke), Sin City.