viernes, 3 de abril de 2020
Del perdón y el olvido
No sabía por qué echaba de menos las estrellas... si, total, nunca había estado en una. Pero las echaba de menos. Desde que despertó en la ciudad un día, las añoraba todas las noches. Entre la contaminación ambiental y la lumínica, era imposible ver algo más que la Osa Mayor... y no todos los días. Mirar a las estrellas la hacía sentir minúscula. Están tan lejos, y su luz tarda tanto en llegarnos... lo único que vemos de las estrellas son sus viejas fotografías. Ver el cielo abierto le hacía comprender la inmensidad del universo. Y la insignificancia que radica en el ser humano, a pesar de su pretensión de ser eterno.
Cuando se miraba al espejo veía una niña de cinco años. Pelo caoba, ojos grandes y verdes; ligera pigmentación en las mejillas, boca pequeña y labios finos. Constitución estándar, tirando a "por debajo de la media". Delgada. Pero en su cabeza había mil vidas. En su cabeza había sido Patricio en Roma, parte del harén real de algún país olvidado, bruja quemada en la inquisición, musa del renacimiento, luchadora en pos de los derechos de la mujer en la revolución industrial, afroamericana en el Bronx durante las revueltas, mujer de negocios denostada por su condición y empoderada llegando a puestos de poder ¿Y ahora qué? Ahora una niña de cinco años, que se despierta en mitad de la noche en una habitación que no reconoce, mira por la ventana para ver las estrellas y... se oyen pasos al otro lado de las paredes. Vuelve a la cama de un salto silencioso y se hace la dormida... puede que alguien quiera venir a verificar si sigue durmiendo... quién sabe. Así fue. La figura de una mujer de fuerte constitución se acerca a ella, le tapa con la manta hasta los hombros y le besa la cabeza con un beso tan tenue que más parecía un susurro. Desapareció tan silenciosamente como había llegado. Solo los pasos al otro lado de la pared. Mientras se hace de día y empieza uno nuevo lleno de incógnitas, intenta poner en orden la abrumadora cantidad de sensaciones y sentimientos que ha desatado la visita, aparentemente, sin importancia alguna que acababa de tener. Lo primero, ¿dónde estaba? Una habitación amplia, con una ventana grande, con alfeizar. Una cama lo suficientemente grande como para rodar en varias direcciones y no llegar hasta el final. La pared contraria a la ventana, la más grande, estaba forrada con una estantería donde no cabía ni un solo libro. Se quedó atónita mirando la cantidad de libros que había en esa estantería... necesitaría varias vidas para leerlos todos. Ya no pudo dejar de mirar los libros en un buen rato. Y, de repente, la sacó de su ensoñación una sacudida muscular que le recorrió desde los tobillos a la nuca, haciendo que se estremeciera en un convulso baile consigo misma. Alguna versión extraña del autismo, según los médicos; un castigo de Dios por sus pecados, según sus padres. Resulta que esas sacudidas son mecanismos de defensa de su cuerpo ante el exceso de sinapsis en las neuronas. Es difícil de explicar... su hija ha desarrollado demasiado y demasiado rápido el cerebro, las neuronas con las que trabaja ahora mismo son las que podría tener una persona en su plena capacidad intelectual y física. Es un trastorno que implica un factor de capacidades especiales, lo que se denomina superdotados. En el caso de su hija, es exponencial. En principio y en teoría, no tiene límite. El doctor lo intentaba expresar de manera neutra y sin mucha palabrería técnica. Era de agradecer, pero se hace imposible explicarle algo a alguien que no quiere entender. Solo rezar. Ni es malo del todo ni es un castigo divino. Es una enfermedad y se puede tratar. La segunda opinión que pidieron fue aún más clara. Pero ni así. En lo que sí le hicieron caso fue en otra cosa, que a su parecer, era casi más importante. Tenéis que alimentar esa cabeza... tiene que desgastarse, tiene que agotarse mentalmente, hay que sobreexplotar esas neuronas. Que lea. Que lea mucho. Es lo que más va a hacer que se esfuerce en imaginar escenarios y situaciones, personajes; vidas al fin y al cabo. A esa visita fueron con la hermana de su madre, la tía Sonia. La tía Sonia, casualmente, adoraba leer... de hecho, se dedicaba profesionalmente a eso, a leer. El segundo libro que le regalaron (el primero fue la Biblia), fue La Odisea... Sonia, por favor, ¡que tiene cuatro años! Qué mejor momento, había dicho la tía Sonia con una amplia sonrisa dirigida hacia ella, que miraba ojiplática el grabado del libro que tenía entre las manos. Tardó tan poco en leerlo, que a Sonia le cogió por sorpresa y no tenía ninguno preparado para regalarle... pues El Quijote, por qué no. Durante dos días, la niña, iba con una cacerola en la cabeza, una espada salida de un rollo de cocina y un Rocinante imaginario. Las peleas entre sus padres y la tía Sonia con respecto a la biblioteca de la niña eran constantes. Sonia no tenía criterio a la hora de regalarle libros. Daba igual la temática, el autor o la fecha de publicación. Sus padres empezaron con la Biblia, que no está mal... pero continuaron con todos los escritos religiosos que pudieron localizar. Santos y santas, profetas, trabajadores de la iglesia... la temática estaba clara, eso sí. Ella lo devoraba todo con el ansia del sediento ante una fuente. Y no es que leyera rápido porque no prestara atención... es que cuando empezaba un libro, tenía que acabarlo. Horas y horas encerrada en su habitación, leyendo. Con todo lo que ello conlleva. Llegó el día en que no cabían más libros en la estantería. No se los había leído todos, todavía; pero la tía Sonia había decidido unilateralmente atestarla de los más variados ejemplares. Para ella era una aventura constante acercarse a la inmensa estantería y escoger un libro al azar. La emoción le hacía estremecerse. La incertidumbre de una nueva aventura, una nueva vida. Todavía no tenía claro qué género o autores le gustaban más. Las novelas estaban muy bien, le entretenían mucho y le hacían ocupar mucho tiempo en dibujar mentalmente los paisajes y las escenas. Los ensayos filosóficos y los tratados políticos y económicos le resultaban interesantes... descubría muchas cosas muy interesantes. Pero normalmente la dejaban agotada mentalmente. No entendía cómo podía seguir funcionando todo con normalidad, por qué no había colpasado ya todo y cómo no se había fagocitado ya el sistema capitalista. Y luego estaban los libros religiosos que le regalaban sus padres. Con esos tenía muchos problemas. Eran libros preciosos, llenos de mensajes positivos, de humanidad, de caridad, de altruísmo. Y luego levantaba la vista del libro y miraba a sus padres. Religiosos, practicantes, católicos, apostólicos y romanos. Él maltratador y ella defraudadora, explotadora y gran empresaria, con visos en la política. Ni siquiera dejaron de creer cuándo se cayó aquel edificio en aquel país lejano... donde casualmente se desarrollaba gran parte del negocio de su empresa insignia. Tampoco cuándo se destaparon los casos de abuso de menores y trata de blancas en la organización no gubernamental que llevaba su apellido en el Congo. La moral cristiana de poner la mano y mirar para otro lado. De misa diaria, ¡qué dirá la gente si no nos ve en misa! Pues en misa no dicen nada, ya se encargan de que una buena cantidad de billetes hable bien de su persona desde el púlpito. Otra cosa es en casa. Pero es que en casa tiene otros problemas. Un marido que bebe y, a veces, porque no tiene más remedio, le pone un poco la mano encima. Lo que sí hace más a menudo, es hacerla sentir como si fuera una cucaracha. Y luego está la niña... esa niña del demonio. Nadie le da la solución que ella pide. Ni siquiera en la Comunidad. Tanto dinero invertido... para qué, si ahora no nos ayudáis. Le había espetado al pastor de su iglesia. Bueno, tampoco se puede decir que viváis mal, hermana. Había contestado éste sin disimular el tono de sorna. Total, que medicación para tenerla controlada y muchos quehaceres. Justo lo que ella necesitaba, más quebraderos de cabeza.
Estaban en el comedor de la segunda residencia de la familia. Aquí tenía menos libros... una pena. Había alrededor de cincuenta personas pululando por el comedor, el jardín, la terraza o la cocina. De repente, se apagaron las luces y sonó una música. No era el 'cumpleaños feliz' ni ninguna otra canción infantil para celebrar tan emocionante día para una niña de siete años. Seguramente era algo de Hydn... a sus padres les encantaba. Tarta, gracias a dios, soplar, gracias a dios, cortar la tarta, gracias a dios, repartirla entre los comensales, gracias a dios, no comer ni un solo bocado de tu propia tarta de cumpleaños, gracias... ¡gracias a nadie! Caras de estupefacción, silencio incómodo, tensión... nada de gracias a dios, gracias al dinero que ha podido comprar todo esto, gracias al pastelero que ha elaborado la tarta, de la cuál no he probado ni un trozo, por cierto. Dios multiplica pero no regala nada. Su madre estalló en una sonora carcajada, así que es eso lo que te pasa, que no has probado la tarta. No te preocupes cariño, yo te doy la mía. Ya sabes que hay que compartir con el prójimo. Amplia sonrisa de la madre que disimulaba la tensión interior ¿Y qué es lo que compartes tú, mamá, con el prójimo? ¿Acaso sabe papá lo que compartes? ¿Acaso lo sabe la junta directiva, la mayoría, aquí presente? Silencio, rictus facial. SIN DUDA, nuestra pequeña habla así por su enfermedad, la que envió Dios para recordarnos que nadie está libre de castigo, porque nadie está libre de pecado, blablablabla... había levantado mucho la voz evitando que nadie la interrumpiera, ni siquiera su hija, a la que miraba fijamente con una mezcla de piedad y odio irracional. Muy raro todo. Ella le dejó acabar tranquilamente y en silencio su arenga. Una vez finalizada, aguardó a que acabaran los aplausos, se levantó de la silla, miró fijamente a su madre a los ojos y le dijo: mamá, yo ya he perdonado a Dios por lo que me hizo. Le he perdonado a él y te he perdonado a ti y a papá. Es hora de que hagas lo mismo. Y se giró sobre sus zapatos de charol, dando un preciso giro a su precioso vestido; sonrió a todas las caras que le miraban desencajadas y, cogiendo un libro que tenía sobre una mesita, se encaminó hacia su cuarto.
Pasadas unas horas de muchas explicaciones, caras avergonzadas y plegarias a Dios en el comedor; la tía Sonia llamaba a la puerta de su cuarto. Después de esperar unos segundos de cortesía, entró. 'El discurso del método'... ¿No es un libro demasiado corto para ti? La niña levantó lentamente los ojos del libro. Lo he leído cientos de veces... ¿sabes por qué lo hice la primera vez? Porque me dijiste que en este libro se demostraba la existencia de Dios. La tía Sonia intentó contener la alegría y la angustia que se agolpaban en su garganta. Lo consiguió a medias, solo ¿Y bien?. Bueno... sí y no... por eso me lo he leído tantas veces... lo entiendo y no... ¿cómo puede ser eso tía? ¿Cómo puede ser que entienda una cosa y no? ¿Cómo puede ser que quieras a una persona y luego le hagas daño? Lo decía mientras ahogaba un sollozo... un puchero que delataba la edad que en realidad tenía, a pesar de estar discutiendo sobre un ensayo de Descartes. Cogito ergo sum. También sale ahí, ¿verdad? La solución no es única, como no es única la visión de Dios. ¿Crees en Dios para estar buscando su existencia? Nadie le había hecho esa pregunta nunca. ¿Creía en Dios? Guardó silencio durante una hora larga. Mirando el infinito. La tía Sonia sentada a su lado, observándola mientras le acariciaba el pelo. Tengo muchas dudas al respecto. Dijo por fin. Obviemos la hipocresía de predicar amor al prójimo mientras se le insta a destruirlo. Obviemos a la iglesia como tal. Y partamos de la base de que el dios del antiguo testamento es cruel y vengativo; a diferencia del dios del nuevo testamento, que es indulgente y comprensivo. Eso también me genera muchas dudas. Como que Dios sea el mismo para tres religiones tan diferentes. Hablemos de la figura de Dios. Sí, creo en algo. En una figura más allá del tiempo y del espacio. No creo en el dios de la iglesia, repito. No creó el mundo en siete días. No hizo al hombre de arcilla. La ciencia y el pensamiento crítico ha rebatido todo eso sobradamente. Pero hay una figura a la que la gente, incluida yo, nos hemos agarrado alguna vez. Es humano al fin y al cabo. Todo eso lo dijo con su voz de niña, pero con una expresión facial y una mirada, directa a los ojos de su tía, que daban la impresión de que la que estaba fuera del tiempo y el espacio fuera esa niña. No podría haberlo expresado mejor. Estoy de acuerdo en muchas cosas, pero yo no creo ni me agarro a nada que esté más allá de este tiempo y este espacio. Pero es un debate muy interesante que me gustaría desarrollar contigo más extensamente... aunque es tarde, y tus padres estarán preocupados. Se puso el libro bajo el brazo derecho y dio un pequeño saltito para bajar de la cama. Sí, además tengo que contarles algo muy importante. He estado dándole muchas vueltas a una cosa. Sonrió, cogió de la mano a la tía Sonia y se encaminaron al comedor.
El resto, como suele decirse, es historia. Después de muchas explicaciones, llantos, plegarias, maldiciones y hasta un abogado; me fui a vivir a casa de mi tía Sonia. Otro día os explicaré la relación con mis padres, pero llevará mucho tiempo. En estas clases abordaremos muchos tipos de relaciones, todas de hecho. Este máster está orientado a ir mucho más allá de la psicología tradicional. Incluso se mezcla con la medicina... Había una tensión palpable en el aula. Sí, veo vuestras caras. Tengo dieciocho años, sí. Un trastorno autista y algo parecido a una capacidad intelectual elevada. Y sí, todo lo que habéis leído en la web de la universidad es cierto. Es otra cosa que podemos hablar otro día si queréis... pero eso si que va a llevar mucho, mucho, mucho tiempo. De momento, empecemos las clases. Por cierto, me podéis llamar Sofía.
"En pleno siglo veintiuno,
Que tenga que venir la Ana a rebatir a Freud,
La tradición es larga desde Nietzsche hasta Unamuno,
De Aristóteles a Darwin, desde Franco hasta Rajoy
(...)
Que venga Dios y lo vea,
como a Gea se la marginó,
Ardió en la hoguera con tres brujas durante la Inquisición,
Vale que monten sus ministros
Festivales feministas contra la segregación,
Alimentando el tópico con discriminación
Positiva que es mentira, no es ninguna solución.
Yo hago lo que quiero bajo el 'niña no andes sola',
Mujer en toda regla, POETISA con mayúsculas."
Lisístrata, Gata Cattana
A P.B.P. Este cuento es por y para ti. Te pertenece por derecho. Gracias por la inspiración, por tu ayuda, por tus palabras y por todo. Gracias por ser.
jueves, 20 de febrero de 2020
Mi vida es out of control
Vivo en la incertidumbre. Vivo entre el caos y el drama. Así es mi vida ahora mismo. Un limbo. Un estado transitorio. No es por tener fechas para tatuarme el brazo izquierdo entero. Hace años que lo tengo pensado. Y casi dos con la idea concreta en la cabeza. Tampoco es porque después de ese vayan dos más, porque ya los tengo en la cabeza. Aunque no hace tanto, están; y eso quiere decir que se van a plasmar en mi piel. Tampoco es por el segundo pendiente. En realidad es una chorrada. Bromeo en las redes con la crisis de los cuarenta… a los treinta y ocho. He llegado tarde a todo en mi vida y a esto llego pronto… manda cojones. Espero que sea lo último a lo que llegue antes de tiempo. Yo esperaba entrar en la crisis de los cuarenta alrededor de los cincuenta y tantos… no sé, si ya he ido tarde a todo lo demás, ¿por qué no a eso? Ahora en serio, no creo que sea la famosa crisis. Creo que es eso, la vida. Ya no sé por dónde circula. Ya todo da igual, ¿no? Las manos ociosas son instrumentos del diablo. Y ya sabemos lo que atrapa el mal. Uno, otro, otro, otro… diez gramos en dos semanas es mucho hasta para mi. Pero la otra opción es pensar. De ahí lo de estar activo en las redes, lo de escribir a cascoporro, lo de jugar con el ordenador o con el móvil, lo de ver tele, mucha tele, lo de estar ABSOLUTAMENTE todo el día con los cascos. Todo eso sabemos de dónde viene. De la mezcla del desasosiego y el ocio. De la tristeza y el tiempo. Y para qué sirve: para no pensar. Pero no sirve de mucho. O a mí no me sirve de mucho. Porque siempre hay tiempo para el dolor. Porque saca la cabeza por más que le golpees. Porque es un hijo de puta muy listo. Verás hasta que vuelva a tener mal… madre de dios. Va a ser la muerte. Os espera mucha mierda negativa. Ya sabéis que esto no es una queja, no es llorar y no es lamentarme. Aprovecho lo que me da la vida, sea bueno o malo. Vale, la hija de puta lleva desde dos mil trece que no da más que palos. Ya pocas cosas buenas pueden sacarse, la verdad. Pero oye, ahí estamos. Así que hasta de los momentos oscuros, de los bajones más gordos y de pasarse meses llorando a diario; hasta de esa puta mierda se saca algo. Tampoco digo que sea positivo. Algo, simplemente. A veces sí. Qué se yo, hay optimistas para todo. Seguro que hasta yo podría sacar algo bueno. Muy con pinzas, muy sucinto, muy sutil. Casi no merece ni la pena. Pero hay que seguir, ¿o qué? Pues claro que sí. Te puedes parar un rato, pero luego hay que seguir. Te puedes querer pasar en la cama el resto de tu vida, pero solo unos días. No lo repito más: disfruto de mis pequeñas depresiones. Con hambre pero sin ganas de comer, posponiéndolo lo máximo posible y al tercer bocado se hace bola. Incapaz de tragar nada más. En serio, es algo físico. Yo tengo hambre, pero no puedo comer. Y si no hay mal, no hay ni hambre. Diría que es horrible, pero no lo es. Estoy acostumbrado. Llevo desde los treinta que no logro engordar ni un gramo… al revés, lo poco que tengo lo pierdo. Normal, también os lo digo. Ladran los perros fuera pero wherever, apnea del sueño por esta guerra. Y ya no es que me afecte todo, siempre es lo mismo. Pero joder, empieza a ser muy duro. Tres meses en los que debo haber envejecido tres años. A lo mejor si que llego a tiempo a la crisis, fíjate. La verdad es que haciendo memoria hay momentos muy buenos. Incluso ahora. La flor de loto crece entre la basura, ¿no? Efímeros, quizás. Bonitos, seguro. Dignos de recordar, espero, mucho tiempo. Me entran ganas de llorar. Los he tenido todos. Lo he tenido todo en las manos. Y he tomado decisiones que me han hecho perderlo. Atentos a eso, ¿eh? Es gordo. He tenido dos relaciones duraderas que podrían haber durado siempre. Las dos las he roto. Debería preguntarme por qué. La respuesta corta es: porque no era lo que quería. O no era con quién quería. O yo que sé. La verdad es que se han ido a tomar por culo por decisiones. La primera por una decisión puntual. Bueno, no sé si fue una decisión en sí. La decisión la hubo, tomada por el sentimiento innombrable. Al final no podía seguir igual, por ética, amor, salud y por otras cosas. La segunda… bueno. La segunda merece un blog entero. Creo que he escrito cosas que… hice cosas que juré que en la vida. Joder, he escrito cosas muy duras. Algunas no las puedo volver a leer. Nunca serán publicadas, obvio. Sí una entrada (o varias), en ese escrito donde pido perdón. Ahí sigue, por cierto. La cabecita no para de dar vueltas, estoy hablando con la virgen a ver si se queda. A veces me siento cansado de la vida. No es que sea tan mayor, pero los palos me han agotado. Hay veces que me siento como si tuviera ochenta años y nada que hacer salvo ver la vida pasar. Con mis achaques, mi cara de viejo y mi humor de asceta huraño. Y ella con su juventud, su alegría y su amplitud de sonrisa. La vida siempre da sensación de estar a tope. La cosa depende de cómo te pille, supongo. Dependiendo del momento, te unes o la miras pasar.
De esos días que siento que estoy vacío... de esos días que no quieres vivir... de esos días de no ver la luz por ninguna parte... de esos días llevo ya... no sé, los que abarquen siete años enteros... por lo menos. Mezclo las cosas, mezclo el dolor con la risa y mezclo todo lo que me pasa por la cabeza. Sé que a veces soy difícil de entender... tampoco pretendo que todo el mundo me entienda... ni lo espero. Lo que sí es un aprendizaje es el dolor... y debe ser lo que más cuesta de entender ¿Por qué digo tantas veces que estoy vacío? Porque ya no cabe más dolor. Duele tanto, que ya ni duele. Es como cuando tienes hambre, mucha hambre... y de repente, ya no. Y solo vuelves a tener hambre cuando comes algo... que entonces ya se desata. Bueno, pues algo así debe pasar con el dolor. En septiembre de dos mil trece pensé que me moría. Pensé que no saldría de esa. Ni yo, ni nadie. Me doy cuenta ahora cuándo la gente me habla... sólo yo creía que era fuerte. O que lo parecía. No sé... hay ciertas cosas que no cura ni el tiempo. Aprendes a vivir con ellas... aprendes a tolerarlas... aprendes a que duelan de otra manera... pero nunca se curan, nunca dejan de doler. Y dos mil diecinueve no ha empezado mejor... de hecho, ha empezado como una mierda. Hay que seguir, sí. Hay que ser fuerte, sí. La vida sigue, sí... pero, ¿cómo? En serio, tengo la teoría clara, pero lo que es la práctica... eso es otro cantar. Y, sinceramente, a veces se sigue y no se sabe muy bien cómo... simplemente se sigue. Ya me lo habían dicho... cuando parece que ya no puedes más, siempre puedes un poco más. Pero luego, después de la vorágine, de la tensión, del estrés, del dolor... luego viene más dolor. Luego, vulgarmente dicho, te pega la hostia. Yo ya no sé si es que lo gestiono diferente o es que ya... después de todo... ¿qué duele? Es decir, después de dos mil trece... todo es relativo, hasta el dolor. Todo ha cambiado, menos el dolor. El dolor sigue. El dolor nunca va a menos. Por lo menos es mi caso. Aunque eso choca frontalmente con lo de que estoy vacío... en fin, ya ni sé. No es que esté deprimido, que no pare de llorar o que no quiera salir de casa. He gestionado el segundo palo bastante mejor que el primero... ya os digo, pensé que del primero no salía. Y por fuera todo muy bien, soy yo el que acaba consolando a la gente... pero por dentro... ¡ay, por dentro! Me da miedo estar vacío. Me da miedo que ya nada me duela... aunque aún descubro cosas que duelen... pero duelen menos... duelen en relativo... duelen dos minutos. Es un miedo infundado, claro... dolerán más cosas... creo que lo que me da miedo es relativizarlas tanto que no me importen... que me de igual si van a doler o ya están doliendo. El estar vacío, en definitiva. Ya os he hablado de cómo hago para vaciarme... y a veces funciona. La mayoría de las veces, con más dosis, funciona mejor.
"Para aquellos que creen en Dios, la mayoría de las grandes preguntas están resueltas.
Para aquellos de nosotros que no aceptamos la formula divina, las grandes respuestas
no permanecen escritas sobre piedra. Somos flexibles. Nos ajustamos a las nuevas
condiciones y descubrimientos. Somos flexibles. Yo soy mi propio dios. Estamos aquí
para olvidar las enseñanzas de la iglesia, el estado y nuestro sistema educacional.
Estamos aquí para beber cerveza. Estamos aquí para acabar con la guerra. Estamos
aquí para reírnos del destino y vivir nuestras vidas tan bien que la muerte tiemble al
llevársenos."
Charles Bukowski.
Escrito a trozos y en trozos; en los meses de noviembre y diciembre de 2019 y febrero de 2020. Casi tengo que esperar hasta marzo para acabarla.
jueves, 9 de enero de 2020
Rebajas de enero: dos entradas por el precio de una.
Ningún dolor significa el fin del sentimiento; cada una de nuestras alegrías es un trato con el demonio.
Bueno, pues se acabó. Necesito la lista de reproducción de rap cabezón y oscuro. El principio que llegó al fin antes de empezar. Una semana. Todo un récord. Otra vez la vida riéndose a carcajadas. Tiene pareja. Ya veis. Qué cosas me pasan. Ahora tengo una amiga. Yuju. Nadie lo entiende, la verdad. Pero es lo que hay, cuanto antes se asuma mejor. A otra cosa. Vaya palo, amigos. Cuatro párrafos o así de alegría ¿eh? Parecía mucho. Parecía demasiado bonito para ser verdad. Demasiado fácil. Joder, nunca me ha resultado nada tan fácil, la verdad. Es que, si me conocierais… parecía otra persona. Pero bueno oye, lo positivo es lo aprendido, lo escrito y lo vivido. Y lo que queda. No es que no quiera una amiga, ojo. No está de más. Pero no es lo que quería. Ahora la de siempre ¿pueden ser amigos un hombre y una mujer? Pues sí. A estas alturas ya sí. Yo no voy a intentar nada, así que ¿por qué no? Quiero decir, no está de más tener una persona para hablar de vez en cuando. O todos los días. El problema al final lo tengo yo. Soy yo el que decide si podemos ser amigos. Soy yo el que va a sufrir o no ¿A quién quiero engañar? Si me gusta... No puedo evitarlo. Soy así. Otro de mis fallos ¿Quieres ver mi colección de errores? Los tengo de tos los colores. Cuando me gusta alguien lo doy todo. Me entrego. No sé ser de otra manera. Es mi vida. Es mi todo. Vivo por ella. Respiro por ella. No sé si es bueno o malo. Simplemente es. Pasa a ser más importante que yo mismo. En fin. Si lo piensas tiene gracia. Volvemos a la filosofía de El Comediante. Tiene puta gracia, ¿qué no? Es decir; algo así como seis meses después de la ruptura, sin comerlo ni beberlo, porque aunque si bien es cierto que he escrito sobre tener ganas; no es que lo fuera buscando… simplemente surgió. Una vez surgido sí que he dado pasos a favor, pero bueno, entendiendo que ha habido una reciprocidad. No es que solo hubiera ataque y derribo. No sé si me explico. El juego es cosa de dos. Gente cercana no lo entiende. Gente que conoce de primera mano la historia. No me consuela. Y joder, ya no sé si por eso, por todo o por qué cojones, pero ya he vuelto llorar. Y no es que me parezca mal… hacía mucho ya. Quizás era necesario. Quizá se estaba acumulando. Hay que abrir las compuertas de vez en cuando. Me vuelve a doler la vida. He tenido una mañana dura, por qué no decirlo. De darle vueltas a las cosas. De estar de bajón. Luego he disfrutado un poco de la depresión. Ahora parece que se está calmando. Claro que he puesto música y me he puesto a escribir. Y un poco de mal también. Terapia completa. Hay días que si no fuera por la familia, la música, la hierba y la escritura… no sé. No tendrían ningún sentido ¡Ay señor! Qué cosas me pasan. Reíros a gusto… yo lo haré en un par de días. Estoy seguro. Bueno, hay que mantener cerca a la gente que te hace sentir vivo. O eso dicen ¿Y qué es la vida si no dolor? Pues alegrías y otras mierdas. Pero básicamente dolor. No estamos hechos para durar.
"Deja de mirar como me miras,
dime si te quedas o te piras.
Mátame o hazme libre,
ven y complícame esta vida."
Benicàssim, Juancho Marqués (feat Don Patricio)
A veces amo y lo confieso, pierdo hasta el hueso por jugarme en cada beso el corazón.
Bueno… cómo decirlo… me tengo que desdecir de lo desdicho. Soy la hostia, ¿Qué no? Me explico: todo sigue igual… y a veces mejor. Me gusta. Ya están las cartas sobre la mesa, all in. Ahora a esperar. He estado en esa situación, si seguís el blog lo sabéis. No es fácil. No es rápido. No es agradable. No soy tu rey. Es todo lo contrario a fácil. Da miedo. Da auténtico miedo. Hay demasiadas cosas implicadas. Hay demasiadas vidas. Hay demasiada vida. Son muchos años. Para lo bueno y para lo malo. Pero lo que pesa, lo que prima; como siempre, es lo malo. Que es lo que duele, básicamente. Hay quien dice que hay que ser valiente. A veces lo más arriesgado es no arriesgar. No es cuestión de valor. Es cuestión de dolor. Hay que gestionar el dolor. Hay que asumir el dolor. Y luego hay que intentar superarlo. Y ser consecuente con uno mismo, ser sensato y coherente. Al final, con quien tienes que pasar el resto de tu vida es contigo. A lo mejor es que soy yo, mi forma de pensar... pero no pude soportar lo que sentía. Me rompí tantas veces… fue tan duro… puedo llegar a comprenderlo. Cualquier decisión es entendible, respetable. Solo uno mismo sabe lo que siente y cómo lo siente. No hay consejos. No hay consuelo. Es dolor y solo dolor. Ya casi no me acuerdo. O no quiero. A no ser que me concentre… pero no siento el dolor. Recuerdo la sensación, las imágenes mezcladas, los momentos duros… pero no siento el dolor. No sé si es bueno o malo. Ya han pasado nueve años. Demasiado tiempo incluso para que yo recuerde ese dolor.
Egoístamente, desde entonces, vuelve a haber luz en la oscuridad. Y no solo por Samsa. Hay un motivo para la alegría. Hay ganas de escribir en positivo (si no fuera por estas listas de reproducción que me pongo…). A eso venía, realmente. Pero el dolor ajeno también es dolor. Sobretodo su dolor. Su dolor es mi dolor. Rebobina. Han sido unas semanas fantásticas, sinceramente. Con muchas ganas de escuchar música. Con muchas conversaciones. Ya sabéis lo que me encanta hablar. A veces tengo incontinencia verbal. A veces lo único que quiero hacer es mantener una conversación con una persona. Con ESA persona. Estoy enganchado, otra vez. No puedo evitarlo, en serio. Es bonito y frustrante a la vez. Es un poco la sensación de ¿y ahora qué? Cómo entiendo a mi espíritu alcohólico ahora. Pero esto era positivo. Me encanta. Me encanta todo. A veces pienso que hasta la vida me encanta. Puedo sentir vuestra sorpresa. En serio. Me ha devuelto la fe en mi mismo. Y eso no tiene precio. Me ha hecho sentir bien. Muy bien.
La vida, a veces, puede ser maravillosa. Resulta que soy el reducto de paz de alguien ¿Puede haber algo más maravilloso? Han pasado tantas cosas que he querido escribir... y no lo he hecho. ¿Por qué? No sé si habéis visto el documental de la creación del disco de Sharif y Mxrgxn, Pyramo. Si no lo habéis visto, ya tardáis. El caso es que en un momento Sharif dice algo así como que solo la tristeza, el desamor o el amor le inspiran para escribir, y es que cuándo está feliz no se sienta a componer... no tiene tiempo, está haciendo cosas. Pues firmo hasta la última palabra. Por eso este blog es como es. Por eso me gustan las canciones que me gustan. Por eso los grandes poemas hablan del amor... o de su ausencia. Por eso es por lo que el amor mueve el mundo. Intentaré resumir... y no sé ni cómo empezar. Quizá encuentre la canción que me inspire... sigo buscándola para otras entradas... y ahí siguen. Prometo volver otro rato.
Ya es otro rato ¿Qué os voy a contar que no sepáis sobre los principios? Que son maravilloso, que son ilusionantes, que emocionan y dan miedo a la vez. Todo eso ya lo sabíais. No sé si sabéis cómo son mis principios... no sé si lo he escrito alguna vez. Pero os voy a contar este principio... bueno, voy a dibujarlo. Este principio me hace sentir que yo también estoy en el principio de algo... de mi juventud, probablemente. Ya os he contado que hacía mucho tiempo de muchas cosas... pero hacía mucho tiempo que no me sentía así con una persona... si es que me he sentido igual alguna vez. Es... es... no sé, es indescriptible... es maravilloso... es el motivo por el que ando sonriendo todo el día. Me hace sentir bien... y me hace sentir cosas que creía olvidadas... y me hace sentir cosas que no sabía que sentía. Y eso es genial... recuperar sensaciones... incluso, más que recuperar, descubrirlas... es pensar en ella y que se me erice la piel. Es pensar en sus besos y sentirlos en mis labios. Es recordar su tacto y estremecerme entero. Me hace sentir cómodo, a gusto, como si fuéramos viejos amigos. Hace que todo sea fácil (robando frases y tal). En definitiva, estoy muy contento. A pesar de mi cabeza, de como funciona, de lo poco que funciona en realidad; y lo mal que lo hace... a pesar de que no pienso una mierda con ella... pero bueno... habrá de ser así... llevo muchos años intentando no ser un desastre... hacer las cosas bien... y bueno, a veces, hasta lo consigo.
Todo depende un poco también del momento, ¿no? Las cosas pasan, sí... para algunas nunca es un buen momento... para otras, siempre lo es; pero cuándo pasan, y te cogen en un buen momento... buah, entonces sí qué mola. Yo creo que estoy en un buen momento... no sé, llevo ya un tiempo que quiero ser la mejor persona que pueda ser, que no es que antes no lo quisiera, pero había decaído el esfuerzo un poco; ahora vuelvo a esforzarme, aunque siga pensando en mí mismo, en ser la persona que quiero ser... volviendo un poco a ser la persona que era... pero bueno, sobre esto vendrá una entrada, esto es sólo un adelanto.
"When you're done with me
I see a negative space
What you've done for me
You need to lose some day
Who needs to pray?
Who needs balance? I'll see you every day
(...)
Ya tengo todo lo que quiero
Ya no puedo pedir más
Cuando te tengo a mi lado,
Lo pasado se queda atrás
Si te apartaran de mi vera,
Y te tuviera que encontrar
Hasta yo te encontraría
Como el río va a la mar."
Barefoot in the park, James Blake (feat. Rosalía)
Bueno... dos entradas que son una... ya tienen título cada una y final... tenía que ponerlas juntas, pero no sé muy bien por qué. Ya están listas para ser publicadas.
Por cierto, están escritas en un periodo de tiempo muy amplio... así que por eso tienen esos bonitos vaivenes.
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