lunes, 17 de diciembre de 2007

No siempre supe lo que hacer, c’est la vie

He cambiado. No sé si a mejor o a peor, pero he cambiado. Es una afirmación rotunda y sin concesiones. Antes me negaba a creerlo. Me intentaba convencer de que no, de que seguía igual. Pero algo me iba diciendo por dentro que no era así. Que era consciente de mi cambio. Y, efectivamente, lo soy. Si me dicen que he cambiado les diré: pues claro, no iba a estancarme en los quince años. La vida te cambia. Las experiencias. El paso del tiempo. Ya no me rio como antes. Más austero. Ya no bromeo como antes. Más antipatico. Los golpes, te ayudan a madurar. Aunque no sé si madurar es la palabra.
Si he cambiado a mejor o a peor es difícil cuantificarlo. A ratos. Es mejor no pensar que hubiera pasado si… nunca lo sabrás, así que tampoco merece la pena torturarse. Yo pienso que hubiera sido poco más o menos parecido. Con otros alicientes y otras decepciones distintas. La vida, en general, siempre transcurre lineal. Son los pequeños detalles los que la hacen especial (esta frase es de un anuncio, ¿no?). Y ni siquiera eso. Creo que es inherente en mi no vivir con demasiadas preocupaciones. Pasar la vida lo más tranquilamente posible y disfrutar cuando se puede. En realidad los pequeños detalles lo único que hacen es formar parte de un conjunto superior. De un todo que los engloba. A veces hay un detalle que te hace sentir. A veces no te das cuenta de cómo o por qué, pero lo hace. A veces pasas por alto tantos pequeños detalles que te pierdes un gran detalle.
No siempre supe lo que hacer... de hecho, nunca supe lo que hacer. Siempre me he dejado llevar no sé muy bien por qué. Soy informático como pude haber sido panadero... o electricista. He perdido amigos por dejadez. Por no esforzarme. Nunca he tenido ganas de nada. Ni de estudiar, ni de trabajar… ni de nada. A veces siento que he perdido años de mi vida. Que los he tirado. A veces que me sirvieron para darme cuenta de muchas cosas. A veces que han sido esos años los que me han hecho aprender… y cambiar. No sé si a ser más fuerte, pero desde luego sí a ser más desconfiado. A no creer en la gente. A pasar de todo. “No eres tan pasivo” o quizás sí. Tengo la extraña sensación de que nada, o muy poco, me importa. Y desde luego, nada demasiado. Me enfado conmigo, por desgana. Por ser como soy, sin saber cómo soy. A veces me enfado porque no sigo mis impulsos. Porque no sé lo que quiero. Porque todo me sobra. No necesito nada… de nadie. A veces me enfado porque me engaño. Porque seguro que necesito algo y no lo sé. A lo mejor no me doy cuenta de que lo necesito ni siquiera cuando lo he perdido. A lo mejor he perdido todo lo que necesitaba y no me he dado ni cuenta. A lo mejor perdí el tren de la felicidad y estoy abocado a no serlo nunca. A lo mejor es que he nacido para no hacer nada, para no ser nada.
He cambiado. Antes me negaba a aceptarlo, yo sigo siendo el mismo. Me hartaba de repetirlo. Pero con los años te vas dando cuenta. No todo es lo mismo. Te vas dando cuenta de que no todo es bonito. En realidad es todo lo contrario. El que piensa que vive en un mundo rosa, el optimista, el vitalista; todos ellos acaban despedazados en una nevera. La realidad es que hay muertos todos los dias del año, delincuencia, violaciones, asesinatos, robos, terrorismo, accidentes laborales... Que casi es una suerte estar vivo. Deberíamos odiar la vida y no venerarla. La vida es una puta mierda. Estando como estamos de paso, no entiendo porque no somos capaces de ser felices, con nosotros y con el resto. Es condición humana. No respetamos. Nos dedicamos a destruir. A autocomplacernos. Lo cual no sería malo del todo si no fuera porque nuestra satisfacción depende en parte del mal ajeno. De hecho, hay gente que se complace con el mal ajeno, algo que está totalmente fuera de mi entendimiento. Nunca entendí nada de este mundo. La pornografía infantil me parece una aberración. El robo, una falta de respeto hacia el prójimo, su trabajo y su esfuerzo. La intimidación o violencia, una falta de educación. La AVT, una panda de buitres carroñeros. Las fuerzas de la ley y el orden, represores a sueldo. Los pedigüeños, ratas de cloaca. La caridad, un intento de limpiar conciencias. Me cuesta vivir. No entiendo nada de lo que me rodea. No entiendo por qué la gente roba o mata. Ni por qué roba o mata para conseguir algo para sí. No entiendo al ser humano. De hecho, no tiene sentido: ser humano. El humano no es humano. Es más bien un animal. Dicen que se mueven por impulsos. Pero no me lo creo. Dicen que sacian sus necesidades. Una necesidad que valga cuarenta millones de pesetas no es una necesidad, es un lujo. Y así hasta que os aburra. En realidad me alegraré de nuestra extinción…

Al final te das cuenta de que no has cambiado tanto como creías. Sigues sin saber callarte, por más que lo intentes. Sigues explotando a destiempo y a deshora… y con quien menos se lo merece. A veces pagaría dinero para que alguien entrara en mi cabeza y me dijera qué coño me pasa. Sigues sin saber llorar… y en vez de llorar, escribes. Sigues acumulando todo, sin saber cribar. Sigues dándole vueltas. Sigues creyendo en la bondad y en la amistad. Sigues sin saber delimitar tus pensamientos. Sigues sin saber expresarte. No sé si me faltan palabras o me sobran pensamientos. Sigues usando terceras personas en vez de primeras. Siguen colándose demasiadas cosas en el fondo blanco de la pantalla. Sigues sin saber qué sientes por todo el mundo… y por nadie.

Me gustaría dar las gracias a Sara... No sé muy bien por qué. Supongo que porque leerla me ayuda a seguir escribiendo. Porque me inspira. Porque nunca me acuerdo de agradecer a la gente que me apoya que siga haciéndolo a pesar de que no se lo agradezca. Porque llevo unos días, semanas más bien, algo extraño y leerla siempre me ayuda, aunque no sé muy bien por qué. Tiene la estupenda virtud de acertar siempre. Cada vez que necesito leerla, va y escribe lo que necesito leer. Y porque todos necesitamos que alguien nos diga de vez en cuando que somos útiles. Aunque sea un desconocido sin ningún tipo de criterio.

“Partiendo de la base de que el mundo casi no vale nada,
haré una bonita balada que llorar os haga,
más bien lloraré yo como siempre con mi amiga la almohada,
como portada de un disco mío lágrimas enlatadas.”
Reunión (Bufank), RdeRumba.
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