martes, 12 de enero de 2010

Las ruinas del edén

Hace tiempo que dejó de ser una droga para divertirse. Antes sí lo era. Era una droga exclusivamente para divertirse. Era de vez en cuando, esporádicamente. Nos lo pasábamos de puta madre. Al principio era malo de cojones. Teníamos que tomar mucho y sabía a rayos. Luego nos hicimos más sibaritas. Estaba bueno y con menos cantidad obteníamos iguales resultados. A veces había uno de excepcional calidad... abusábamos de él. Luego empezó a ser algo habitual. Una buena relación calidad/precio. Y de vez en cuando algo superior que disfrutábamos tranquilamente. Siempre hubo épocas de escasez. Verano era una de ellas. Todo el mundo tiene derecho a vacaciones. Nos buscábamos la vida. Poco y malo siempre había. Servía para sociabilizar. En serio, funciona... aunque no entiendo muy bien por qué.

Desde hace tiempo es una droga para estar bien. Me sienta bien. No lo puedo evitar. Aunque soy consciente de que antes o después debería dejarlo. Prefiero que sea después. Creo que puedo dejarlo cuando quiera. Y no tardaré mucho. Lo he intentado muchas veces, cierto. Pero nunca he querido. Creo que ahora tampoco quiero... pero he de hacerlo. Va a ser duro, difícil. Pero soy fuerte. Es un hábito. Ella no me controla a mi, yo la controlo a ella. Yo no estoy encerrado aquí con vosotros. Sois vosotros los que estáis encerrados aquí conmigo (Walter Kovacs/Rorschach, Watchmen). Puedo desterrarla para siempre cuando quiera. De momento poco a poco, no será para siempre. Tengo toda una vida para hacerlo, no tiene por qué ser mañana. Me va a costar, lo sé. Creo que ya forma parte de mi. De mi forma de ser, de interactuar. No sé qué haré con el tiempo que invierto en ella. Me abstrae, me distrae y me relaja. Me hace ver las cosas desde otro punto de vista, con más ángulo. Me hace aprender, me enseña. Con ella todo parece positivo. Todo tiene otro color. Naranja. Mi mundo es naranja. No sé por qué. A veces tiene tonos amarillos... muy bonito. Pero generalmente es naranja...

Ahora ha llegado el momento. Bueno, de momento sólo lo dejo entre semana. Me va a costar... me está costando... aunque no tanto como esperaba. Dos semanas y no he matado a nadie... aunque no me quedan uñas. Es coña, no me muerdo las uñas. A ratos me cuesta más... en los momentos de ocio, pero bueno, procuro entretenerme. Creo que sé por qué lo estoy haciendo. Es para demostrarme a mi mismo que no todo es su culpa... que parte es culpa mía. Que ya era despistado antes de ser adicto. Que ya se me olvidaba todo. Y que puedo... aunque esté seguro. Es lo de la falta de confianza y todo eso, ya sabéis. Para algunos puede ser un muy pequeño paso, o ni siquiera un paso. Para mi es importante. No sé.

No quiero dejarlo. Pero tengo que hacerlo. Es contradictorio. Nunca apetece hacer algo que no quieres hacer, ¿no? Es el doble de difícil. “La lluvia sólo es un problema si no te quieres mojar” (Proverbio japonés). Es una dicotomía de esas. No quiero, pero tengo... más que debo. Teóricamente debería dejarlo, por aquello de la salud y esas cosas. Tengo que dejarlo, pues. Pero en la práctica no es tan fácil. Va a días. Hay días en los que ni me acuerdo de que soy un adicto… otros soy un síndrome de abstinencia con piernas. La cosa es hacer algo… estar entretenido… intento hacer deporte. Es curioso, algunos escogieron los deportes… y otros escogimos las drogas. Luego los que eligieron el deporte se pasaron a las drogas… y los que escogimos las drogas, para dejarlas, nos aferramos al deporte. La vida es extraña. Mi deporte es la piscina… no puedo hacer el mal estando en el agua, bien pensado, ¿no? Trabajo, piscina, amigos, trabajo, piscina, amigos… fin de semana. Intento no hacer trampas… a veces es irremediable. No tengo constancia... ni fuerza de voluntad. No he notado diferencias. Si un día duermo mal, al siguiente mejor y al tercero estupendamente. Pero eso ya pasaba antes.

A veces no tengo muy claro si ya era así antes de consumir habitualmente. A veces creo que las drogas no son malas… lo somos los que las tomamos. A veces pienso que me han vaciado. Que ya no me emociono tanto como antes. Antes, la música, un libro, una película; me hacían sentir algo. Ahora… sólo la música y sólo a veces. A lo mejor es que no he leído buenos libros, ni visto buenas películas. Puede ser. A veces no sé si es que siempre he estado vacío. Si nada me ha llenado. Yo ya era un despegado, un antisocial, un rancio. No creo que sea tan diferente de antes… o sí. A veces creo que si y otras que no. Soy un raro.

“Pierdo el tiempo pensando en lo esencial, que a veces dejo pasar.

Cuántos instantes he ignorado ya, capaces de haberme cambiado.”

Oración, Héroes del Silencio.

P.D.: Esta entrada la escribí hace ya… varios meses. He vuelto al mal. Volví casi un mes después de intentarlo. Es difícil, muy difícil. Ahora… me lo he vuelto a plantear. Creo que será la definitiva… aunque llevo dos días y me estoy volviendo medio loco, pero bueno. Realmente no sé porque lo hago, aunque supongo que es por ella… aunque haya dejado de insistirme, haya desistido y se ria de mi cada vez que le digo que lo voy a dejar. Por intentarlo que no quede. Os iré informando.

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