viernes, 24 de noviembre de 2006

¿Cómo no te voy a querer si eres perfecta?

  • ¿Y si me fijo en su sonrisa?
  • No es mala opción. ¿Te sonríe?
  • Sí. Y tiene una sonrisa preciosa… llena de dientes.
  • Jajajaja! Qué gilipollas que eres.
  • Y unos ojos…
  • ¡Me voy a poner celosa!
  • Deberías… si no fuera porque soy un poco lento de reflejos.
  • ¿No me digas que no le has dicho nada?
  • Pues no te lo digo.
  • Para empezar eres tonto. Y para acabar también. Vale que no se lo dijeras a la otra, por lo que ya sabemos, pero ¿a esta? Yo no la he visto ni nada, pero según lo cuentas… a huevo muchacho, a huevo!
  • Ya, ya, ya… no me rayes.
  • Es decir, vas a su casa un día, te sonríe, se queda contigo mientras las compañeras van a ver la tele. Vas un segundo día se pone a canturrear por Extremo y ¿no eres capaz de decirle nada?
  • Eso es. No soy capaz, lo has definido muy bien.
  • Hombre… yo creo que no te das cuenta. Porque después lo pensaste. Si lo hubieras pensado antes, lo habrías hecho.
  • Supongo que sí, claro. Lento de pensamiento, pues.
  • Sí. Algo sí.
  • Ha dicho algo malo de mi.
  • Homer… no. Eso es bueno… lento! Me ha llamado lento!
  • No soy lento!
  • Todavía estás aquí, hay que ver que lento eres Homer!
  • (los dos) Jajajajaja!!!
  • Que freakys que somos.
  • Mucho.
  • Ya has conseguido cambiar de tema!
  • Casi funciona, ¿eh?
  • Sí, sí. Has estado a un tris. Pero no. ¿La vas a volver a ver?
  • Jajajaja!! Eres demasiado romántica!
  • O tu muy poco.
  • No sé, no sé…
  • ¿La volverás a ver?
  • Insistente la amiga. No lo sé.
  • Inténtalo.
  • ¿La sigo?
  • Ja, jo, jajota.
  • ¿Qué quieres?
  • Yo no quiero nada, ¿qué quieres tú? Deberías volver a verla, yo creo que tienes posibilidades.
  • Para ti yo siempre tengo posibilidades.
  • Vale. Lo dejamos.
  • Vale.
  • Joder tío! Siento ser pesada pero…
  • Ya, ya…
  • Es verdad. Creo que tienes posibilidades. ¿Qué me dices de las risas?
  • Que se pueden deber a cinco mil millones de cosas.
  • Ya.
  • No me mires con esa cara porque no.
  • Vale.
  • Vale! Lo intentaré! Dios, que pesada.
  • Jajajaja! No he dicho nada!
  • Claro, como si hiciera falta. Como salga mal te va a tocar aguantarme.
  • Encantada. No tiene por qué salir mal.
  • Claro.
  • Si de verdad lo intentas.
  • ¿Me vas a estar vigilando?
  • Puede que si.
  • Tengo los nervios destrozados depresión tras depresión, No es fácil ser quien soy pero…
  • Nadie dijo que fuera fácil.
  • Nadie dijo nada. No me pidieron permiso.
  • Jajajaja! Don tremendista!
  • Encima riéte de mi.
  • Si quieres nos ponemos a llorar.
  • Mejor no.
  • ¿Y tú que tal con…?
  • Ber.
  • ¿Qué clase de nombre es Ber?
  • Diminutivo de Bernardo.
  • ¿¿Qué clase de nombre es Bernardo??
  • ¿Quién se ríe de quién?
  • Yo me río de Bernardo... tiene muy mala rima.
  • Ja, ja y más ja. No tienes gracia.
  • Si tu lo dices… alto! Casi esquivas la pregunta!
  • Dios! Por que poquito. Lo siguiente era introducir otra conversación! Casi lo consigo…
  • Aaaahhhhh!! Se siente! He estado despierto. ¿Qué tal con Bernardo?
  • Bien.
  • ¿Sólo bien?
  • Las relaciones van bien o van mal. ¿Qué más quieres que te diga?
  • Vale, vale… susceptible estás. Con lo romántica que eres… no sé… matiza, ya sabes.
  • Matiza, matiza… vamos bien. Sin más. Es rutinario.
  • Oh, oh! Rutina!
  • Ya… ya sabes lo que pienso.
  • A mí me dijeron una vez: nuestra relación está estancada. ¿Es eso mismo?
  • Supongo que sí. Yo estoy bien, porque estoy bien. Le quiero, me río mucho con él, lo pasamos bien.
  • Pero…
  • Malditos “peros”… pero no me llena.
  • La eterna búsqueda de la perfección, del completo!
  • ¿Y qué quieres? Falta algo, falta chispa.
  • La rutina lo envuelve todo.
  • Quizás no deberíamos seguir.
  • ¿No dices nada?
  • ¿Qué quieres que te diga? Sinceramente, sólo tu y/o él lo podéis decidir.
  • Ya…
  • No lo conozco, no os he visto juntos… no sé cómo es vuestra relación… no puedo opinar.
  • Quedaremos un día los tres, entonces.
  • ¿Tan necesaria es mi opinión?
  • Mucho.
  • Pues… no es que me apetezca mucho darla, pero…
  • ¿Por? ¿No me quieres ayudar?
  • Eh, eh… sin manipular. No sabría ser imparcial. Ningún hombre te merece.
  • Me ruborizas… a pesar de ser tan burdo.
  • Es cierto. Pero lo intentaré.
  • Gracias. Quedaremos, entonces. Te quiero.
  • Yo a ti más bien te odio.
  • Lo sé. Por eso te quiero.
  • Dios! Eres insoportable! Es imposible no quererte!
  • Jajajaja!

“Voy a liberar versos presos, voy a liderar el congreso del beso a la musa”

Cantando, Violadores Del Verso.

martes, 21 de noviembre de 2006

Tú y Yo (la eterna batalla entre el Bien y el Mal)

Acción/Reacción. Acción: herir. Reacción: herida. Dolor. Al fin y al cabo.
Según la Wikipedia: Por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el cuerpo que la produjo. Dicho de otra forma: Las fuerzas siempre se presentan en pares de igual magnitud y sentido opuesto. Así pues, a una acción “herida” su respuesta es otra herida… pero en el cuerpo opuesto. Lo de la violencia solo genera violencia (Gandhi) y problemas siempre es igual a más problemas (uno que yo me sé), pero en plan matemático. Así los filósofos también eran matemáticos… y vicerveza. Y las matemáticas son una ciencia exacta… o eso dicen. Entones… ¿no tienen solución los problemas? Sí… otro problema. Círculo vicioso, pescadilla mordiéndose la cola… llámalo como quieras.
Más Wikipedia: En la ley de acción y reacción débil no se exige que las fuerzas de acción y reacción sean colineales, tan sólo de la misma magnitud y sentido opuesto, sin actuar necesariamente en la misma línea. Ciertos sistemas magnéticos no cumplen el enunciado fuerte de esta ley, y tampoco lo hacen las fuerzas eléctricas ejercidas entre una carga puntual y un dipolo. La forma débil de la ley de acción-reacción se cumple siempre. Siempre. Qué cosas. Intenta demostrarlo empíricamente… funciona. Haz la prueba… el movimiento se demuestra andando.

Inspiración/Aspiración. Inspiración: estado de ánimo. Aspiración: allí donde nunca llegaremos. Inspiración: eso que siempre falta. Eso que llega a destiempo y a ráfagas. Nunca cuando quieres que llegue. Nunca cuando lo necesitas. Esa musa ramera y juguetona. La inspiración en realidad es mi aspiración. Aspiro a estar constantemente inspirado. A que fluyan las palabras. A que cuando no sepa explicarme se me trague la tierra. A que nunca me falten palabras que decir. La fama no me cambió a mi, pero si al resto de la gente.

Espiración/Expiración. Espiración: espirar es meter aire en los pulmones. Expiración: palmar. Espirar y expirar… esta sutil diferencia me la enseñó una profesora de educación física… que con más años que mi madre se tocaba las rodillas con la cabeza… como suena… cosa que no hacíamos nadie en clase… en fin.

Decisión/Indecisión. Decisión: cuando vas con más gente, con colegas, con la famila… sentarse el primero en la mesa. Indecisión: en el mismo supuesto… esperar a que se sienten todos, o te digan dónde sentarte. Yo: a veces. Depende. Según. Decisión: Tener claro hacia donde vas, quien eres y qué quieres. Indecisión: yo. Elegir un segundo plato en el menú… y antojársete otro distinto a mitad del primero. Eso es el súmmum.

Presión/Impresión. Presión: lo que siento en las sienes. Lo que ejerce la vida sobre mis espaldas. El esfuerzo que hace mi cerebro para intentar escapar reventándome el cráneo. Impresión: de una hoja en blanco. Para la primera no hay una segunda. Generalmente eso es mentira. Una primera impresión es meramente una impresión más. Probablemente la segunda, tercera… serán más fiables que la primera… excepto para fascistoides trasnochados, banqueros, algunos vendedores, viejales… y todos esos que se creen que con una sola impresión pueden conocer a alguien y se atreven a juzgar. No juzguéis si no queréis ser juzgados, pues del mismo modo que juzguéis seréis juzgados doblemente [el día del juicio final].

Gana el mal, fijo. El mal lo puede todo.

“Hiere quien quiere y quien puede
Hay quien no puede y que quiere
Y en el intento se muere”
Nada más, Violadores Del Verso

P.D.: Hoy, mañana y siempre… hardcore.

martes, 14 de noviembre de 2006

Be water, my friend!

Aaaaaahhhhhhh!!!! Otra vez de vuelta a empezar!! Dios, puta cabeza! Si en su día se me ocurrió salvar ciertos archivos, ayer no me acordé. Mierda. Textos inéditos, letras, canciones… estrés!! Creo que no me acordé… no sé. Estoy bloqueado. No los encuentro… así que supongo que no me acordé de grabarlos… mierda. Volveré a enfrentarme al vértigo de la hoja en blanco una vez más. Tan simple como el placer de una hoja en blanco. No es vértigo… es vicio. Canalizar la ira. Vaciar la mente. Eso es escribir, por lo menos para mí. Desahogo. Así cuando no escribo… estoy tenso. Necesito la compañía de una musa… constante e infatigable. Y no estas visitas puntuales… cada vez menos y más cortas. Algo continuo… no es excusa, pero está escrito, sin musa es demasiado vértigo. Mi musa es demasiado… cómo decirlo… impredecible… volátil… esporádica. Siempre llega a deshora… siempre cuando no la necesito… nunca cuando me hace falta. Procura molestar con sus ideas si no las plasmo… y dar sólo pinceladas cuando la estoy dibujando. Aparece desnuda y excitada en el comedor y en la cama se vuelve pudorosa y sólo me enseña los tobillos y las muñecas desnudas. Es un caos. Dispersa ideas en mi cabeza al azar. Tiene un sentido del orden extraño y aleatorio. Me lanza puñaladas en forma de frases profundas… se clavan y hacen herida… pero nunca sangran… sólo algo superficial. Un día me lanza el número siete… pasan días y días… quizá lance cierto día el cinco… o el tres… y pasados dos meses el ocho. Es una puta. Me odia… y yo la odio a ella. Pero ninguno de los dos somos capaces de vivir sin el otro. Nos necesitamos. Es pura simbiosis. Sin mí no hay ella. Y sin ella no hay mí.

Siiii!!! Todavía queda “sí” como primera palabra en el mundo… o “lo intentaré”, que es la versión escéptica. Aunque sigo siendo el último asceta… esto levanta el ánimo. No confiaba. Tampoco quería. Pedir un favor… ufff… implica tener una deuda… aunque sea con la autoridad. Cincuenta €uros bien lo valen. Agachar las orejas y pedir. Tampoco ha sido tan grave. Es buena gente, por lo tanto ha sido fácil. Aunque no nos llevemos demasiado. Un “gracias” y un “te debo una, lo que quieras” han sido una buena moneda de cambio. Una cadena que te ata, pero bueno. El Padrino es un gran ejemplo. Don Vitto Corleone hacía favores a quien se los pidiera y decía: “yo te hago este favor, pero ahora tienes una deuda conmigo, y algún día te pediré un favor, y tendrás que cumplir con tu palabra. Quizá no sea mañana, ni dentro de una semana… quizá no te lo pida nunca, pero tienes una deuda conmigo, recuérdalo”… y te lo decía con esa voz… cualquiera le decía que no. Y así hizo un imperio. Pero claro, eran otros tiempos. Eran tiempos en que la palabra dada era sagrada. Ni contratos ni dinero ni hostias. La palabra de un hombre es inviolable. Y te mataban si no cumplías, normal. Imagina cuántos políticos muertos… creo que no quedarían dos. Yo sigo esa filosofía. La palabra dada es sagrada. No voy a matar a nadie, evidente. Es más, no me importa que los demás lo cumplan. Lo hago por mí. Mi palabra es sagrada. Nunca he roto una promesa… y no pienso empezar ahora. No juro. No me gusta. Me da la sensación de que no sirve de nada. Prefiero una promesa a un juramento. Además jurar en vano es pecado. Uno de los pocos que no cometo… por lo menos conscientemente.

Soy la perfecta armonía entre un pijaitas y el arte nativo. Llevo con igual clase y elegancia ropa de Springfield y zapatos que una camiseta de S.A. y zapatillas (Reebok Classic, of course). Pero no con el mismo orgullo, claro. Ni con la misma comodidad. Los zapatos son cómodos, lo mío me ha costado encontrarlos. Pero las camisas… en fin. Me hacen estar tenso. Esas camisetuchas de manga larga… están muy bien. Colores vivos y tal. Y son cómodas. Y cumplen su función. Las que son lisas también. Me permiten seguir llevando camisetas de verano a principios de otoño. Lo cual está muy bien. Y los pantalones… bien. Normal. Grandes bolsillos… que también está muy bien. Al final me va a gustar y todo… no. Más bien creo que es pura comodidad. Si fuera incómodo desistiría de ponérmelos. En fin… yo hablando de ropa… que cosas.

¿No te ha pasado nunca que tienes algo en la cabeza y no sabes explicarlo? ¿O no puedes? ¿O no encuentras las palabras correctas? Empezar a decir algo y no acertar con las palabras, que tu interlocutor no se entera, vamos… todos deberíamos tener una pequeña Sara dentro (Superanónima). A mi me pasa a menudo. Es que mi cabeza va demasiado rápido. Es mucha información para un vocabulario cada vez más escaso. Demasiados tacos y pocas esdrújulas. Alguna palabra grandilocuente de cuando en vez y ya… ains… la degradación del cerebro sigue su curso.

“- No estás escribiendo…
- Estoy con mi tren, ¿te gusta? Lo acabo de comprar
- ¿Y desde cuando no escribís nada?
- Desde que estuve de viaje
- Quizás ya no tengas nada que decir, mira aquí te marqué varios trabajos posibles
- No necesito que me busques trabajo, estoy bien así, soy poeta
- ¿Qué oficio es ser poeta? Donde pone aquí: “Se busca poeta, buena remuneración””
Pura droga sin cortar, Violadores del Verso

jueves, 2 de noviembre de 2006

¿Cómo no me vas a querer si soy perfecto?

  • Si dejaras de mirarle el culo o las tetas a las tías y empezaras a fijarte en sus ojos, sus manos, su boca, su timbre de voz… quizás captaras algo.
  • Ya… y me dirás que te gusta su timbre de voz…
  • No es eso. Siempre te quedas con el peor ejemplo. Pero por el timbre de voz se puede saber si alguien miente, eso lo sabes tu muy bien. Y por el movimiento de las manos. Y por el de los ojos. Todo eso ya lo sabes. Pues fíjate. Y sabrás más cosas de las que sabes. ¿Sabes que se te pone esa mirada lánguida cada vez que la miras?
  • No es cierto.
  • Sí lo es. Pones cara de cachorrito.
  • Anda, anda… deja de drogarte, haz el favor.
  • A mi no me miras así. A mi me miras con amistad. Con interés. Con dedicación. A veces con cariño. A veces con amor…
  • ¿Y todo eso fijándote en mis ojos?
  • Claro. Y en la forma de mirar. Y de mover las manos. Cuando estás hablando conmigo distraes la mirada, no me hablas a la cara o relajas las manos. Tienes confianza. Por eso no te hace falta mirarme a los ojos. Sabes que no mientes y yo sé que no mientes. Si que me miras a los ojos cuando escuchas. Y aprietas las manos. Estás atento. Generalmente no puedes hacer nada más que escuchar, porque te distraes. Todo cambia si estás liando. O si hay música de fondo. Y bueno, si se dan las dos es imposible hablar contigo. Bueno, no es imposible hablarte, es imposible que contestes.
  • Ahora me estoy fijando, mientras hablas… me miras con cariño. Con tristeza… ¿por qué?
  • No lo sé. Quizás ves más allá de los ojos. Igual hasta lo has entendido. Igual ya lo sabias.
  • Sí. Lo sabía. Todo lo que me has dicho. Pero me gusta escucharte. Lo sabes.
  • Ya.
  • Te ruborizas. Y no has contestado a mi pregunta.
  • Contéstala tú.
  • Esquivas mi mirada… tienes una mirada triste… te ha empezado a temblar la voz… has empezado a jugar con los anillos… estás nerviosa…
  • Me gustas.
  • También lo sabía. Pero no quería.
  • ¿No quieres gustarme? ¿Cómo es eso posible?
  • Ehhhh… no creo que sea posible… tienes que gustarme sí o sí. Me gustas… qué difícil es esto…
  • No sigas si no quieres. "No me gustas" es una respuesta correcta.
  • Igual lo es para ti, pero no para mí. A mí me gustan los matices. Me gustas. Pero no creo que conectáramos. Prefiero tenerte como amiga. Con todo lo que ello conlleva. Ya sabes que los amigos…
  • Sí, sí. Ya sé. Tu típica excusa: "no conectamos"... en fin... ¿Podría pasar?
  • Siempre parece que me estoy excusanco... Claro que podría pasar. Además seguiríamos siendo amigos.
  • Seguro. Siempre seremos amigos.
  • No me gusta la palabra siempre, pero sí, lo intentaremos, por lo menos.
  • A corto plazo, ¿no?
  • Sí.
  • ¿Sabes que eres un amigo pésimo y peor pareja?
  • Lo último no lo sabes. Y bueno… supongo que tienes razón… ¿por qué?
  • Porque no mientes! Miénteme tío! Casi prefiero seguir engañada que saber la verdad.
  • Lo cierto es que saber la verdad es una putada… creo que lo hago adrede. Me gusta joder a la peña.
  • Menos mal que sé cuándo estás de coña.
  • No estaba de coña, te estaba mintiendo.
  • No sabes. Te quiero… aunque seas un jodido desgraciado.
  • Gracias. Yo también te quiero. Eres una gran amiga.
  • Otra vez mintiendo…

“Aprendí que aquí y ahora es el momento / Que echarse una novia es un gran invento” Vivir para contarlo, Violadores Del Verso

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