lunes, 20 de febrero de 2006

Deshabituación

Él y ella

El mal me ha abandonado… llevándosela consigo, a la inspiración
En realidad todavía no se ha ido… y ya lo echo de menos… que triste. No se cuando se irá… sólo sé que estaré seis meses y un día sin él… y probablemente sin ella.
Las drogas inspiran, que te lo digo yo… y no lo digo yo, que lo dice Roberto Iniesta Ojea. Igual no, igual es al revés… quien sabe… bueno, ya lo veremos. En fin…
El problema principal es que las manos ociosas son instrumentos del diablo… eso es todo. Por lo demás lo llevo bien, gracias…
Y ahora lo necesito!!! Dios… los puñetazos a las paredes no sirven de nada… comprobado.

Toma mi dinero! Mecagüendios! Tómalo! Pero no vuelvas a pronunciar mi nombre, ni me menciones, olvídame! Como intento hacer yo… y consigo… hasta que vuelves a entrar en mi vida...
Tiene gracia… jajajaja… en serio. Me das la razón continuamente. Me tiembla el pulso… lo necesito… no acierto a poner una sola palabra bien… lo necesito. Tienes la virtud de aparecer cuando la herida está a punto de cicatrizar… en fin… eso ya lo dije.
Pero bueno. Yo ya lo sabía, era cuestión de tiempo. Lo gracioso (y mucho) van a ser las caras de quien no lo sabe… ains! Tiempo cabrón, que lento eres!
Mal día para que el mal se haya ido…
De esto no iba esta entrada… pero bueno, todo está relacionado. Como la vida y la muerte, como la muerte y la vida.

Y todavía falta mucho para que se vaya… pero mucho, mucho. Pero me estoy despidiendo de él a conciencia… te echaré de menos! A lo mejor es definitivo tu adiós…
Tú me haces sentir… tú me haces desaparecer… tú haces que no haya tiempo… ni espacio… sólo tú… en fin.
Te necesito cuando te necesito, pero sin ti soy algo, y contigo también. Contigo me conozco mejor a mi mismo. Contigo me calmo. Tú me haces pensar… y delirar. Tú me inspiras. Tú me das clarividencia. Tú haces que casi todo tenga sentido. Tú me matas. Tú me despistas. Tú me aleccionas… en las malas artes. Haces que sonría. Que llore. Tú me vacías.
Contigo no sé dónde estoy… ni dónde voy. Claro, que sin ti tampoco lo tengo demasiado claro. Contigo no hay ni tiempo ni espacio. Me haces viajar por ellos. Hoy ya no es hoy sin ti. Ni contigo. Tú me enganchas. Tú me sacias. Tú me das hambre y sueño. También me ayudas a dormir mejor y más tranquilo… y a dormir más, mucho más. Tu me haces sociable… tu el alcohol y esa extraña predisposición para que se me acerque según que gente… soy borde! Y desagradable! Y antisocial! Ains… pero sin ti, contigo no. Contigo soy sociable, simpático, amable… hasta agradable… Tú me haces ser. Tú me haces hablar… y hablar de más. Me das elocuencia, lo sabes.
Sacas lo mejor de mi… y a veces demasiado de mi… y a veces demasiado profundo.

“Bien, lo que aquí se ha planteado es cuánto es lo bastante borracho… y la respuesta es que depende de las células del cerebro. ¿Del cerebro? Así es…Con cada vaso de licor que tomas acabas con cientos de esas células. Pero eso no importa mucho porque tenemos millones. Primero mueren las de la tristeza, así que estás sonriente. Luego mueren las del silencio, y todo lo dices en voz alta aunque no haya ninguna razón, pero eso no importa, no importa, porque después mueren las de la estupidez y hablas con inteligencia. Y por ultimo las células de los recuerdos… esas son difíciles de matar.”
Mensaje en una botella (Intro), Flowklorikos.


P.D.: “Esconder”… ocultar, es más fácil que escribir entre líneas… y descubrir es más fácil que leer entre líneas. Vaya plagio, ¿eh Sara?
P.D.2: Y la idea base de esto (ya se sabe, la vela que va delante es la que alumbra el camino), se me ha ocurrido cagando… manda güevos!! Ya lo dijo Kase.o en alguna canción… no dejo mi mente en blanco ni cuando cago, nena. Y será escatológico… pero es verdad.

martes, 14 de febrero de 2006

Hoy 13 de febrero de 2006.

Hoy todo se vuelve a desmoronar.
Hoy otra vez se cae el cielo a pedazos.
Hoy otra vez me cuestiono a mi mismo.
Hoy me hago preguntas que no sé responder.
Hoy te vuelvo a necesitar.
Hoy acabaré saciado de tí. Sólo tu me vacías. Sólo tu consigues alejar las preguntas de mi cerebro.
Hoy necesito morir otra vez.
Hoy no estoy seguro de nada… una vez más.
Hoy por lo menos os he contenido.
Hoy ni siquiera escribir me desahoga.
Hoy vuelvo a necesitar ayuda.
Hoy no se dónde buscarla… si ni siquiera la encuentro dentro de mi.
Hoy necesito algo que no sé lo que es, que no lo encuentro y que no sé dónde buscarlo.
Hoy vaciaría un cargador.
Hoy nada tiene sentido… mi vida no tiene sentido.
Hoy me he vuelto a derrumbar.
Hoy no creo que me levante.
Hoy no se va a acabar nunca.
Hoy el silencio me grita al oído.
Hoy no se dónde voy.
Hoy no hay salida posible.
Hoy intento sonreír y no me sale.
Hoy me pregunto si…
Hoy no merece la pena.
Hoy pienso en vosotros… y lo siento.
Hoy siento que os he decepcionado.
Hoy me siento decepcionado.
Hoy no soy.
Hoy no seré.
Hoy no hay futuro.
Hoy tu sonrisa no hará que sonría.
Hoy me parece haberla cagado.
Hoy mi úlcera sangra a borbotones.
Hoy me gustaría volver al pasado.
Hoy mi cerebro se encoge… como mi corazón, como mi esperanza… como yo.
Hoy no sé que estoy haciendo.
Hoy necesito un abrazo… y un hombro.
Hoy me cuesta reteneros.
Hoy necesito distraerme.
Hoy os lo contaría todo.
Hoy me gustaría que leyerais esto.
Hoy mi espíritu está vacío… y mi alma rota.
Hoy me duele ser yo.
Hoy me reventaría la cabeza contra la pared.
Hoy vuelvo a ser un cobarde.
Hoy escribir es una necesidad.
Hoy vomitar mi alma y mi cerebro en un papel no bastará.
Hoy no confío en mi.
Hoy estoy hundido.
Hoy estoy solo.
Hoy me gustaría ser impávido y sólo soy imbécil.
Hoy soy un mal ejemplo.
Hoy la decepción tiene mi nombre y apellidos.
Hoy dormir va a ser imposible…
Hoy lo que va a ser imposible es descansar.
Hoy me puede la apatía.
Hoy no puedo escribir más.
A hoy le quedan cinco minutos.
Hoy ya es mañana, hoy ya es la una y cinco minutos… y doy gracias a la gente que hizo “Lo mejor que le puede pasar a un cruasán”. Impresionante.

"Sostribo mi desidia en la barra de algún bar me bebe el malestar y me come la apatía
y en este parolismo me encuentro cada día y en este parolismo me pierdo cada día"
Desidia, Extremoduro.

P.D.: Por lo menos he dormido bien, descansado, con un sueño paranoico pero muy guapo… lástima que haya tenido que despertar en mitad de una huida… y enfrentarme a la realidad, que no la tiene.

miércoles, 8 de febrero de 2006

El regreso de Devon. Capítulo segundo (Dios sabe cuándo acabará esto)

La noche caía en una ciudad cualquiera. El callejón era oscuro. Tenía toda la pinta de un callejón de película de miedo. Paredes altas, luces juguetonas, cubos de basura, gatos nerviosos… toda la pinta. Sólo faltaba la sombra en la pared… ahí está! Reconocí enseguida a Devon, sólo por su sombra. Las manos me tiemblan… estoy nervioso. Siento las palpitaciones en las sienes. Seguiré caminando como si nada…
-¡Hola pequeño pigmeo!
-¡Dios! ¡Qué susto!... ¿qué quieres?
-Nada… bueno, sí…- silencio- vengo a por mi parte del negocio.
-¿Tu parte? Perdona pero el negocio es mío, no hay ninguna parte.
-Creo que no. Te he ayudado mucho.
-Jajajaja – Espero que no se note lo nervioso que estoy.- Es cierto… me ayudaste a barrer, poco más.
-Pigmeo hijodeputa… te presento a mis abogados. Los mejores de Molokai. Tengo 50 sentencias de cincuenta jueces distintos, de distintas nacionalidades; que te obligan a darme el 80% del negocio… tu mismo. Volveré en una semana. Nos vemos.
La sangre me nubla la vista. No puedo pensar. Mi cerebro esta colapsado. Se aleja. Flanqueado por sus abogados… no puedo articular palabra… pero… ¿qué es esto que me cuelga del pecho? Una semiautomática… 6 balas en el cargador…
Bang, bang, bang, bang, bang, bang…

De un salto se incorporó. Estaba empapado en sudor. Sólo había sido un sueño. Miró alrededor. Eran las paredes del apartamento de bajo coste en el que vivía desde hace un año. Desde que descubrió a Devon. Desde que se fue. El negocio había ido de mal en peor. Después del incidente del restaurante decidió olvidarlo todo, dedicarse a la cocina, que era lo que le gustaba. Él abrió el restaurante como cada mañana. La afluencia de público era menor que otros días, pero podía ser un altibajo. Al día siguiente ya no vino nadie. Al resto de restaurantes de la cadena le pasaba lo mismo. Nadie. Ni en Bangladesh, ni en Kuala Lumpur, ni en Rótterdam, ni en Santa Rosa de Osos, ni en Reyes ni en Hernando… nadie. Empezó a vender locales, hasta quedarse sólo con el de Molokai. Nada. Tuvo que venderlo. Le perseguían los acreedores. Tuvo en su puerta una palmera que le instaba a pagar. Vendió su casa, su coche… todo. No tenía más que tres pantalones, cuatro camisetas, una chaqueta y ropa interior. Nada. Ni música, ni televisión, ni siquiera una miserable cafetera.
Por fin consiguió encontrar un trabajo. Despellejador de Luokis* en un matadero de las afueras. Se instaló a vivir en unos apartamentos cochambrosos a cien metros del matadero. El olor era insoportable. Era la única renta que su sueldo le permitía pagar. Por fin había pagado todas sus deudas, pero estiraba el sueldo tanto que no le daba ni para ir al cine un fin de semana al mes. Seguía sin tener nada, pero por lo menos tampoco debía nada… a nadie.
Como todas las mañanas desayunaba poco y mal. Salía del apartamento. Saludaba a la vieja grosera que tenía por casera y ella le devolvía un gruñido. Sólo tenía que cruzar un puente. Un puente sobre un río que no llevaba más que heces y suciedad… poco o nada de agua. Un puente de setenta metros de altura. Un puente con unas barandillas de cuarenta centímetros… un puente ideal para saltar. Todos los días le pasaba por la cabeza esa idea, saltar, acabar con todo. Ni siquiera sabía porque no lo hacía. No tenia nada que perder… salvo un trabajo de mierda. Quizá un día…
Un día de invierno, no demasiado frío; claro que en los inviernos de Molokai la temperatura mínima eran veintiocho grados a la sombra. Llegó al matadero. Entró en los vestuarios y se cambió de ropa. Se puso ese mono blanco… que ya era gris y que olía a demonios, olieran como olieran los demonios. Era un olor que se te quedaba dentro. Podías alejarte mil millones de kilómetros del matadero que, una vez que lo hubieras olido, lo olías continuamente. Pero se acabó acostumbrando.
Se dirigía a su puesto de trabajo cuando el encargado le dijo que el jefe quería verlo… al terminar la jornada, por supuesto.
Pasó otro días más. Otras diez horas de trabajo nauseabundo y rutinario. Se duchó, aun sabiendo que nunca podría limpiarse de ese olor, y subió al despacho del jefe. El jefe era un seboso inglés llamado Fatter, que había inmigrado a Molokai por asuntos no demasiado claros. Se dice que le perseguían para matarle. Sudaba continuamente. También murmuraba continuamente, de manera que nunca sabías que estaba diciendo.
Hizo sentarse a Huo-Lue. Le expuso la situación. El matadero había sido comprado por una empresa de conservas. En unos días llegaría un comité para ver las instalaciones… y a la plantilla. Habría despidos… y muchos. A Fatter le caía bien Huo-Lue. Había comido muchas veces en su restaurante y así le ofreció el trabajo cuando lo cerró. Fatter tenía cierta preocupación en el rostro, no le miraba directamente a la cara y murmuraba más de lo habitual. Algo pasaba. Después de un largo e intenso silencio, por fin Fatter se decidió a hablar, y lo dijo sin tapujos.
-Estás despedido.- La cara de Huo-Lue era la de la desolación y la tristeza más absoluta.-Créeme -Continuó Fatter- Créeme que he hecho todo lo posible para que no fuera así, pero ha sido imposible. Me pidieron la lista de empleados antes de hacer la visita. Se la llevé, lógicamente. A un tipo que parecía el abogado del diablo… no me daba buen rollo… ya sabes. Le echó un vistazo y dijo “el primer despedido será Huo-Lue”. Y me invitó a irme. Lo siento, Huo… lo siento de veras.
-No pasa nada… - Quizá era la impresión… quizá la pesadumbre… pero no pudo ni siquiera enfadarse.- Pero no entiendo porque…
-No te preocupes, saldrás adelante. Pásate mañana a recoger tus cosas si quieres.
-Está bien… así lo haré.
Días después del incidente con Devon intentó hacer una vida normal. Pero pronto se dio cuenta de que poco servía. Era un pigmeo y por tanto creía en las maldiciones… y más si eran de un desactivador de almas. No había vuelta atrás. Nunca más daría su opinión, nunca más diría más que lo necesario.
Salió de la fábrica con la sensación de querer morir en ese instante. Llegó a la mitad del puente. Se detuvo. Miró el barranco que se abría ante él. Dudó. Volvió a dudar. Por su cabeza no pasaba absolutamente nada. No podía razonar. No podía pensar en nada. Sólo el vacío. Como el que se abría ante él. No entendía nada. siguió caminando. Llegó a su apartamento… esta vez el gruñido lo dio él. Se metió en la cama deseando despertar en otro tiempo, en otro espacio, lejos de allí.
Se volvió a despertar con el eco de las balas resonando en su cabeza. Nunca antes había tenido un sueño parecido, por qué entonces dos veces seguidas… ni idea.
Cabizbajo volvió a pasar por el puente… y volvió a detenerse en la mitad… a mirar el vacío. Cruzó las puertas de la fábrica con desdén… hasta que oyó una voz familiar… DEVON! Allí estaba, hablando con Fatter al pie de la cadena de despieza, entonces parada. Sus ojos como platos. Devon lo miró y sonrío.
-Hola Huo-Lue!
-¿Os conocéis?- Exclamó Fatter.
-No.- Dijo secante Huo-Lue. Y se fue hacia su taquilla.
-No me guardes rencor Huo, es lo que hay!
En la cabeza de Huo-Lue sólo una imagen: el puente, el vacío, el fin.
Entró en la taquilla. Recogió sus pocas pertenencias y salió por la puerta trasera… de camino hacia ninguna parte.



*Los Luokis son mamíferos del tamaño de un cerdo adulto. Su piel es extremadamente venenosa y desprende un hedor nauseabundo. En cambio, su carne es exquisita y sus ojos son un potente afrodisíaco.

lunes, 6 de febrero de 2006

No deja de ser una droga...

Hay dios… y no es una afirmación, es una forma de hablar. Le pondremos una exclamación para que quede mejor. Mmmm... aunque creo que no se escribe así… a ver así: ay Dios!! La peña es gilipollas, y no me gusta insultar por insultar pero… es lo que hay. Yo no sé que le pasa a la gente por la cabeza, pero desde luego nada normal. Tampoco es que me interese demasiado… es morbosa curiosidad… es como si te hubieran dejado entrar en la cabeza de gente famosa, ¿no? Yo que sé… Charles Manson, Hitler, Einstein, Newton… no sé. ¿Qué se les pasaría por la cabeza a esa gente? Me parece una buena pregunta, no sé…
En fin. Cambiemos de tema porque si no… parece una amenaza, ¿eh?
Necesito una respuesta a una pregunta. La pregunta es ¿Por qué?
¿Por qué durante años odias una actitud y de repente la adoptas? ¿No demuestra eso tu falta de personalidad? Sigo pensando que forma parte de un plan.
¿Por qué parece que odias a una persona durante años y de repente es tu mejor amiga? Esperemos que nunca sepa las cosas que han salido de esa cloaca que tienes por boca, porque igual… bueno, mejor no.
¿Por qué repudias a ciertas personas, las ignoras, las ninguneas; y de repente pareces su mejor amigo? ¿Qué pretendes?
¿Por qué alabas el amor durante tiempo y de repente… desaparece? ¿Tan rápido olvidamos? ¿O es que uno de los dos es falso?
¿Por qué juegas con los sentimientos?
Seguro que la respuesta a todas las preguntas es la misma… o por lo menos parecida.
Es en días como hoy en los que pienso que nada tiene solución ya. La suerte está ya echada… para todos. Y no hay vuelta atrás… lo siento por el resto… pero no hay vuelta atrás. Los pasos que diste no se pueden desandar… no cabe. Demasiado acostumbrados a decir palabras al aire… pero no, las palabras pesan. No se de quien es eso de uno es esclavo de lo que dice y dueño de lo que piensa, pues creo que es bastante claro. Querremos desdecir lo dicho… y no, no ha lugar. La mala memoria no sirve para lo que duele… eso queda grabado a fuego. Podría repetir una tras otra todas las frases que han hecho que ese cabrón palpite en exceso y vomite sangre a las arterias, hasta colapsar el cerebro.

“tengo un espacio en mi disco duro que no sirve para nada pero que soy incapaz de borrar”
José Corbacho, en Buenafuente, 2/12/05 24:10

Hablamos por hablar. No medimos el calibre de nuestras palabras… cómo era esa canción… no controlar la magnitud de tus palabras / cuando quieres hablar… pues eso. Hablamos de más, generalmente… y no nos damos cuenta de que lo dicho por decir luego nos pesa y se vuelve contra nosotros… siempre pasa. Todos tenemos algo que nos pueden reprochar… pero unos más que otros. Y a veces no tiene importancia, pero a veces…


Para leer entre líneas, como siempre…
“Kase O el hijo de puta invencible,
tumbarme es dolorosamente imposible,
es Javier Jodeculos Ibarra en tu ciudad,
si vienes con guerras te doy la mano y digo paz,
no voy a entrar al trapo, no es mi trabajo,
solo engancho al micrófono del cuello y así me relajo,
ya que las pajas me saben a poco,
lanzo Rap Solo a tu coño al mas puro estilo barroco,
el ritmo es víctima que guarda respeto,
mi verso un asesino elegante y discreto
(…)
no creo ya me acostumbre a la polémica,
y esta vez tampoco vine para quedar bien,
toyacos y toyacas van del palo
(…)
y tu Bboy real te vas a hacer gárgaras con la regla de tu puta madre,¡hijo de puta!
competición est non subnormal, ya sabes que Zaragoza tuvo el fonk,
aunque eso sea lo que mas te joda en esta vida, y tu ¿que tienes aparte de rumores y cotilleos ?
mira tío que te jodan el culo, no vengas a tocar los cojones a Zaragoza,
esto es 1998 hijos de puta, ey! corta esta mierda, ya, córtala, córtala tío”
MC, Violadores del Verso + Kase.o
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