lunes, 17 de diciembre de 2007

No siempre supe lo que hacer, c’est la vie

He cambiado. No sé si a mejor o a peor, pero he cambiado. Es una afirmación rotunda y sin concesiones. Antes me negaba a creerlo. Me intentaba convencer de que no, de que seguía igual. Pero algo me iba diciendo por dentro que no era así. Que era consciente de mi cambio. Y, efectivamente, lo soy. Si me dicen que he cambiado les diré: pues claro, no iba a estancarme en los quince años. La vida te cambia. Las experiencias. El paso del tiempo. Ya no me rio como antes. Más austero. Ya no bromeo como antes. Más antipatico. Los golpes, te ayudan a madurar. Aunque no sé si madurar es la palabra.
Si he cambiado a mejor o a peor es difícil cuantificarlo. A ratos. Es mejor no pensar que hubiera pasado si… nunca lo sabrás, así que tampoco merece la pena torturarse. Yo pienso que hubiera sido poco más o menos parecido. Con otros alicientes y otras decepciones distintas. La vida, en general, siempre transcurre lineal. Son los pequeños detalles los que la hacen especial (esta frase es de un anuncio, ¿no?). Y ni siquiera eso. Creo que es inherente en mi no vivir con demasiadas preocupaciones. Pasar la vida lo más tranquilamente posible y disfrutar cuando se puede. En realidad los pequeños detalles lo único que hacen es formar parte de un conjunto superior. De un todo que los engloba. A veces hay un detalle que te hace sentir. A veces no te das cuenta de cómo o por qué, pero lo hace. A veces pasas por alto tantos pequeños detalles que te pierdes un gran detalle.
No siempre supe lo que hacer... de hecho, nunca supe lo que hacer. Siempre me he dejado llevar no sé muy bien por qué. Soy informático como pude haber sido panadero... o electricista. He perdido amigos por dejadez. Por no esforzarme. Nunca he tenido ganas de nada. Ni de estudiar, ni de trabajar… ni de nada. A veces siento que he perdido años de mi vida. Que los he tirado. A veces que me sirvieron para darme cuenta de muchas cosas. A veces que han sido esos años los que me han hecho aprender… y cambiar. No sé si a ser más fuerte, pero desde luego sí a ser más desconfiado. A no creer en la gente. A pasar de todo. “No eres tan pasivo” o quizás sí. Tengo la extraña sensación de que nada, o muy poco, me importa. Y desde luego, nada demasiado. Me enfado conmigo, por desgana. Por ser como soy, sin saber cómo soy. A veces me enfado porque no sigo mis impulsos. Porque no sé lo que quiero. Porque todo me sobra. No necesito nada… de nadie. A veces me enfado porque me engaño. Porque seguro que necesito algo y no lo sé. A lo mejor no me doy cuenta de que lo necesito ni siquiera cuando lo he perdido. A lo mejor he perdido todo lo que necesitaba y no me he dado ni cuenta. A lo mejor perdí el tren de la felicidad y estoy abocado a no serlo nunca. A lo mejor es que he nacido para no hacer nada, para no ser nada.
He cambiado. Antes me negaba a aceptarlo, yo sigo siendo el mismo. Me hartaba de repetirlo. Pero con los años te vas dando cuenta. No todo es lo mismo. Te vas dando cuenta de que no todo es bonito. En realidad es todo lo contrario. El que piensa que vive en un mundo rosa, el optimista, el vitalista; todos ellos acaban despedazados en una nevera. La realidad es que hay muertos todos los dias del año, delincuencia, violaciones, asesinatos, robos, terrorismo, accidentes laborales... Que casi es una suerte estar vivo. Deberíamos odiar la vida y no venerarla. La vida es una puta mierda. Estando como estamos de paso, no entiendo porque no somos capaces de ser felices, con nosotros y con el resto. Es condición humana. No respetamos. Nos dedicamos a destruir. A autocomplacernos. Lo cual no sería malo del todo si no fuera porque nuestra satisfacción depende en parte del mal ajeno. De hecho, hay gente que se complace con el mal ajeno, algo que está totalmente fuera de mi entendimiento. Nunca entendí nada de este mundo. La pornografía infantil me parece una aberración. El robo, una falta de respeto hacia el prójimo, su trabajo y su esfuerzo. La intimidación o violencia, una falta de educación. La AVT, una panda de buitres carroñeros. Las fuerzas de la ley y el orden, represores a sueldo. Los pedigüeños, ratas de cloaca. La caridad, un intento de limpiar conciencias. Me cuesta vivir. No entiendo nada de lo que me rodea. No entiendo por qué la gente roba o mata. Ni por qué roba o mata para conseguir algo para sí. No entiendo al ser humano. De hecho, no tiene sentido: ser humano. El humano no es humano. Es más bien un animal. Dicen que se mueven por impulsos. Pero no me lo creo. Dicen que sacian sus necesidades. Una necesidad que valga cuarenta millones de pesetas no es una necesidad, es un lujo. Y así hasta que os aburra. En realidad me alegraré de nuestra extinción…

Al final te das cuenta de que no has cambiado tanto como creías. Sigues sin saber callarte, por más que lo intentes. Sigues explotando a destiempo y a deshora… y con quien menos se lo merece. A veces pagaría dinero para que alguien entrara en mi cabeza y me dijera qué coño me pasa. Sigues sin saber llorar… y en vez de llorar, escribes. Sigues acumulando todo, sin saber cribar. Sigues dándole vueltas. Sigues creyendo en la bondad y en la amistad. Sigues sin saber delimitar tus pensamientos. Sigues sin saber expresarte. No sé si me faltan palabras o me sobran pensamientos. Sigues usando terceras personas en vez de primeras. Siguen colándose demasiadas cosas en el fondo blanco de la pantalla. Sigues sin saber qué sientes por todo el mundo… y por nadie.

Me gustaría dar las gracias a Sara... No sé muy bien por qué. Supongo que porque leerla me ayuda a seguir escribiendo. Porque me inspira. Porque nunca me acuerdo de agradecer a la gente que me apoya que siga haciéndolo a pesar de que no se lo agradezca. Porque llevo unos días, semanas más bien, algo extraño y leerla siempre me ayuda, aunque no sé muy bien por qué. Tiene la estupenda virtud de acertar siempre. Cada vez que necesito leerla, va y escribe lo que necesito leer. Y porque todos necesitamos que alguien nos diga de vez en cuando que somos útiles. Aunque sea un desconocido sin ningún tipo de criterio.

“Partiendo de la base de que el mundo casi no vale nada,
haré una bonita balada que llorar os haga,
más bien lloraré yo como siempre con mi amiga la almohada,
como portada de un disco mío lágrimas enlatadas.”
Reunión (Bufank), RdeRumba.

martes, 20 de noviembre de 2007

Algo me iba diciendo por dentro que no merecías tenerme

A pesar de ser una ciudad demasiado grande, todo se reduce muchísimo a una parcela jodidamente pequeña... Todo se parece, todo suena. Aquí ya he estado. Y siempre esa sensación de estar de más, de no encajar... Y por pedir dos de azúcar en el café me dicen catalán, pero es que la vida ya es bastante amarga. Lo que más me gusta de Barna es, sin lugar a dudas, mi gente, que no la gente, que es muy distinto. Aunque no sea correcto usar el posesivo, el término "mi gente" hace alusión a las personas que me rodean, conocen, interactúan, ya sea habitualmente como puntualmente. Y una en especial, of course. La ciudad en sí... Pues que queréis que os diga... Sí, bueno, tiene de todo... Pero no siempre se necesita todo, a veces, con lo mínimo sobra. De todas formas esto es un poco hablar por hablar, resulta que no conozco nada la ciudad. Bueno, algo si: Marina. Es donde iba/voy de fiesta, es donde iba a ver el fútbol y es donde mejor me lo paso, ¿para qué más? Eso decía yo. Pero resulta que un día tienes pareja. No la vas a llevar a ver el fútbol... Sobretodo cuando no le gusta. Resulta que empiezas a quedar por las tardes... Antes iba a un centro comercial a beber café, o birras, según se terciara. Pero claro, ahora tienes pareja, no es plan de ser monótono. Así que cuando toca decidir... Nos peleamos por ver a quién le toca, es muy gracioso. Yo que soy capaz de estar toda una santa tarde sentado en un bordillo... Pero no es demasiado romántico, desde luego. Bueno, a lo que iba, que me desvío: esta ciudad. Demasiadas cosas, demasiados sitios, sí; pero muy pocos bares decentes. Los hay caros, incómodos, llenos, vacíos, pijos, sucios... Y alguno decente... Pero suele ser también caro... Bueno, en esta ciudad todo es caro. Excesivamente caro. Y salir...
Salir es carísimo. Excesivamente carísimo. Es pisar la calle y escuchar ¡ding, ding! En cuanto pones un pie en la acera, ya estás gastando dinero. Y no hablemos salir de fiesta. Las hay de 30€ llegando a casa a las cuatro. Sin borrachera si quiera. Las hay por el mismo precio pero con borrachera de regalo. Las hay de resacas imposibles por menos dinero… y hasta por más. La media se sitúa en cincuenta. Últimamente con algo menos, y es que aprovechamos lo que sea. Esta ciudad es sangrante. Vives para gastar, gastas para vivir. Suplicando al dios dinero que sea justo. Cualquier menú diario no baja de los ocho euros, los poquísimos que bajan. ¡Yo comía por cuatro y poco! Las copas… bueno, las copas ya es lo más… afortunadamente todavía queda cerveza. Que también es cara, pero bueno, hay que buscar el sitio adecuado. La vida nos da según qué dos por uno y así. Luego está lo del altruismo… pero eso es problema mío, y no vuestro.
De repente te cobran uno veinte por un cortado. Y echas cuentas. Son doscientas pesetas. Definitivamente, el euro nos ha hecho más daño que otra cosa. Espero que los sueldos vayan al mismo ritmo. Es curioso, el que trabaja quiere dejar de hacerlo y el que no trabaja está loco por hacerlo. Y generalmente se trabaja por dinero. Muy pocas veces por superación personal o cosas de esas. Generalmente todo el mundo es materialista… aunque lo nieguen. Yo pienso que es mejor ser pragmático a materialista. Da mucha más libertad. El caso es que uno recibe un sueldo para poder gastárselo. Es extraño. Y se lo gasta, generalmente en acumular cosas o experiencias. Yo prefiero un disco. Aunque la experiencia de una juerga nunca es desdeñable.
El caso es que he empezado hablando de esta ciudad… bueno, de la ciudad pegada a mi ciudad. Mi ciudad… bueno, no está mal del todo. Hay quien dice que es un suburbio. No les falta razón. Y que es peligrosa. En algunos barrios seguro que sí. Y depende a qué horas seguro que también. El centro y el norte no están mal. Yo vivo en el sur. Pero bueno. A nadie le preguntan. De repente estás ahí. Es cuestión de saber adaptarse.

“Te dicen que eres libre, que tienes poder
pero en verdad es mentira, una ilusión más que perder
Te dicen lábrate un futuro, no es complicado
pero no cuentan historias de borrachos arruinados
Que la suerte no castiga al que se esmera dicen FP o carrera
pero nada de la mierda que te espera
dicen normal será que te utilicen, por un sueldo te ridiculicen”
Información planta calle, Violadores Del Verso.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Vuelve ese odio viejo (24/7)

Voy a liberar versos presos, Voy a liderar el congreso del beso a la musa
Otra vez la apatía y la desgana vuelven a por mí. No consigo zafarme de ellas. Corren bastante más que yo. Ya da igual si es un día soleado o no. Me sorprendo distraído, ausente. Y ante la más que predecible pregunta sólo sé responder: no lo sé. Y es cierto. No sabría dar una respuesta. Ni convincente, ni aproximada, ni mucho menos certera. Y de repente todo parece ser la causa. Un pensamiento tras otro, un nuevo posible cada vez. Todo y nada es la causa y solución. Incluso el mal podría ser la causa... Pero desde luego es la mejor solución, así que me drogo. Y otro día más sin intentar dejarlo. Por lo menos dejo de pensar. O a lo mejor pienso que la apatía está justificada y no hace falta que le busque más solución. El problema es cuando al día siguiente vuelve otra vez. Y ya no está justificada, y vuelvo a pensar. Y vuelvo a necesitar que el mal me invada. Y la pescadilla se vuelve a morder la cola. Y me resulta imposible superar la apatía o dejar el mal. Porque son uno. Porque somos uno, los tres. Porque, a lo mejor, somos indivisibles. Formamos una simbiosis perfectamente imperfecta. ¿Y si es esta ciudad? ¿Y si es el trabajo? ¿Y si es esta vida? ¿Y si soy yo? Ni este país ni este mundo no están hechos para mí No encajo aquí me he de morir o he de seguir así. Si soy yo, tengo un problema, no puedo dejar de ser yo. Y soy yo, no cabe duda. Todo está dentro de mi cabeza. Problema y solución. El problema es que mi cabeza no es algo fácil de entender. A lo mejor es que es lunes.
A veces pienso que nunca debí irme. A veces, que nunca debí volver. Que hay cosas que sólo me pasan a mí. Que la vida es mucho más complicada de lo que parecía. Que sólo quiero vivir pensando en mí. Trabajar, dormir, trabajar. Y el fin de semana dedicárselo a quien lo merezca, pero no a mí. Que paso de fronteras, estados, empresas, burócratas, funcionarios, y demás ralea. Que no quiero saber que coño es el TAE, ni el IBEX35, ni cuanto vale el dinero, porque sé muy bien que el dinero no vale nada, ni siquiera el papel con el que está impreso. Que si pudiera viviría sin trabajar. Trabajaría sin cobrar. Que siempre todo está dentro de mi cabeza. Que siempre la misma pregunta: qué me pasa. Y siempre la misma respuesta. Que a veces estoy de psicólogo y a veces de psiquiatra. Que a veces no sé si tirarme a la vía. A veces nacer y a veces ganas de acabar con tó. A veces me drogaría hasta no saber quien soy ni para que sirvo. Es un hecho que me pasaría el día drogado, porque no me hace falta tener conciencia de lo que me rodea. A veces lloraría hasta quedarme seco... Pero no me sale. Igual ya no quedan lágrimas. A veces nada tiene sentido. Muchas veces mi vida no tiene sentido. A veces vivo por no dejar de hacerlo. Porque no me dejan hacerlo. A veces me quedaría en casa para siempre. A veces trabajaría de mamporrero hasta acabar molido y sin ganas de nada. A veces gritaría hasta quedarme afónico. A veces me daría de cabezazos contra las paredes hasta que las tirara... O se me abriera la cabeza. A veces no. Siempre es no. A veces me hundo. A veces no quiero salir a flote. No me apetece. No sé lo que quiero. A veces no sé si te quiero. Y me duele. Y ya no es lunes... Es martes.
Y si estoy inspirado es por que me drogo. Y si me drogo que por qué me drogo. Y si me drogo es para inspirarme. Y para evadirme. Y para no pensar. Y para reírme. Y para buscarme. Y para encontrarme bien. Y para pensar. Y para llegar al jueves.
Y de repente Ballantine’s aparta las nubes y abre de nuevo el cielo. Y una voz me susurra al oído que ha salido el sol. Y que tiene pensado quedarse mañana también. Y yo adoro al sol. Aunque amanezca hundido en el lodo, tu voz me promete que todo cambiará. Ya me da igual la burocracia. Ya sé que me vas a sonreír. Y si tu sonríes, a mi me da la envidia y tengo que sonreír. Y por un momento me da igual ser cursi, porque el sol brilla en el cielo y ciega a los hombres. Yo, los viernes, llevo gafas de sol.

“Incluso en mis horas más bajas, siento las palabras burbujeando dentro de mí. No como algo valioso, si no como algo necesario. Tengo que volcarlas sobre el papel, o se apodera de mi algo peor que la muerte. Cuando empiezo a dudar de mi capacidad para trabajar con palabras, sencillamente leo a otro escritor y entonces sé que no tengo de qué preocuparme. Compito solamente contra mi mismo.”
Uno (intro), Flowklorikos.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Juez y verdugo. Capítulo quinto. (Ya llegó, al fin, el fin)

Incluso años después no volvió a ver ningún otro asceta. Huo se preguntaba por qué. Todas las noches le daba vueltas a la conversación con el viejo asceta. A veces levantaba la vista al horizonte. Buscando. Se preguntaba qué había dicho al irse, aquel día de hacía ya tanto tiempo. Un día, bebiendo de un charco le pareció oír unas voces. Se levantó de un salto y corrió hasta una duna. Sólo había arena. Aquello le hizo pensar. Hacía un tiempo se sentía diferente. No sólo más ágil y con más apetito. Se sentía inquieto. Dormía menos. ¡Tenía metas! Se sentó en la duna. Se sentía contrariado. No sabía cómo enfocarlo. Por un lado tener metas implicaba un estado de ánimo cercano a lo que había sentido tiempo atrás. Pero sabía que cuando todo pintaba bien… acababa por tener que huir. Pensándolo bien, buscar ascetas no era una meta demasiado atractiva. Aunque sentía curiosidad por su repentina desaparición. Decidió no darle más vueltas. Decidió abandonar antes de huir.
De repente, no demasiado lejos, le pareció divisar una figura tambaleándose. Corrió lo más rápido que pudo. Parecía un asceta. Se acercó a levantarlo. Le miró a los ojos. ¿Era Devon? No podía ser. Le limpió la cara con un trozo de tela. ¡Era Devon! El mundo se le vino encima. Estaba débil. Moribundo. Y su tienda no estaba demasiado lejos. Una sensación atroz de angustia le atenazó el estómago. La cabeza le daba vueltas. Intentaba calmarse, respirar hondo. Miró a Devon. De pie, ante el, sonriendo.
- Decide rápido… ¡o muere!
¡BANG!

Todavía le dolía el estómago. Y las piernas. Y las sienes. Pero sólo había sido un sueño. ¿Sería de nuevo un mal presagio? Estaba seguro de que sí. El resto de días pasaron sin más. A la espera de su llegada. De la siguiente huída. Miraba su tienda. Ya no tenía nada que recoger o vender. Ya no tenía nada. Los años pasaban. Ahora ya no sólo esperaba la llegada de Devon, si no su muerte. Le parecía haber vivido miles de años. Se sentía en plenas facultades físicas y mentales. Aunque eso último era difícil de asegurar. Se preguntaba si sabría hablar… si todavía no se le había olvidado. Desde que hablara con el asceta no había vuelto a pronunciar palabra. Era ya demasiado tiempo. Una mañana, al levantarse, dijo en voz muy clara, pero con gran desánimo:
- Sigo vivo.
- ¡Eso me alegra!
Huo dio tal salto que desmontó la tienda y todo se vino abajo. Cuando, después de varias vueltas, pudo deshacerse de la tela que le había servido de hogar; vio delante de él, mirándolo desde detrás de unas grandes gafas de sol, a un hombre que le pareció gigantesco. El hombre vestía uniforme de camuflaje y lucía un peinado que hacía presuponer su profesión.
- Señor Huo-Lue, supongo.
- Ssssssiii – Logró articular. El presunto militar sacó su arma reglamentaria y apuntándole dijo:
- Es usted requerido por el juez superior.- Huo no pudo articular palabra.
- Está usted acusado de negación de socorro a un moribundo.
- ¿Cómo? Eso fue un sueño… - Dijo pensativo.
- ¿Un sueño? Señor, le ruego que ponga las manos en la nuca y no oponga resistencia. – Eso hizo Huo. No obstante le estaban apuntando con un arma de fuego.
Lo montaron en un enorme helicóptero. Aunque todo le parecía grande. Durante el vuelo le leyeron sus derechos. No hizo demasiado caso. Sopesaba la posibilidad de lanzarse al vacío. O de que le dispararan. Aterrizaron en un alto edificio de alguna gran ciudad. Seguía esposado. Le empujaron al fondo de una oscura celda y alguien a su espalda comentó: “No creo que quiera llamar a nadie”. A nadie podía llamar. Se sentó a esperar que pasara algo. Se quedó dormido. A la mañana siguiente, cuando despertó, nada le había parecido un sueño. Y cuando abrió los ojos descubrió que no lo había sido. Al pie de su catre había un cuenco con algo de lo que parecía leche y un trozo de pan. Se lo comió sin saber muy bien por qué. Permanecía sentado en el catre, esperando. Un día llegó un hombre delgado, parecía mal nutrido y enfermizo.
- Soy su abogado. – dijo con una voz grave que no parecía haber salido de su apático cuerpo. – tenemos que hablar. El juicio será dentro de unos días. – Huo asintió sin más.
- Reláteme lo ocurrido.
- Llegó un militar, me apuntó y me esposó. Y ahora estoy aquí. – El abogado carraspeó.
- Antes de la detención. Lo del moribundo.
- Fue un sueño.
- ¿Cómo que un sueño? Hay al menos cinco testigos de los hechos.
- ¿De verdad es usted mi abogado?
- Claro. Qué preguntas. He sido asignado de oficio, dado que no cuenta usted con letrado.
- Ah, claro. – dijo con desgana Huo.
- Bien. Repasemos. Usted vio al moribundo, se acercó y una vez que lo había levantado, lo dejó caer y siguió su camino. ¿Qué pasó para que le soltara y se fuera?
- En mi sueño, el moribundo tenía una pistola y me disparó.
- Claro, eso explica por qué no está usted muerto, porque fue un sueño.
- Claro.
- Bien. Pero en la vida real, usted le negó el auxilio a un moribundo.
- No.
- Si no coopera no podré defenderle. – Huo no contestó. - Está bien, nos veremos en el jucio.
Huo se tumbó en el catre. Ya no sabía si estaba loco o cuerdo. A lo mejor si que estaba loco. Y que el sueño no fue un sueño. Y que hubo un moribundo. Quizás fue el sol. No. No es posible. Estaba perfectamente cuerdo. Era consciente de todo. Distinguía perfectamente el sueño de la realidad. No era culpable. El único asceta con el que había hablado era el anciano del té. No era posible. No estaba loco.
Llegó el día del juicio. Vinieron a buscarle cuando ya llevaba un buen rato despierto. Le lavaron y le pusieron una ropa que supuestamente debía ser elegante, pero que le quedaba grande.
El juez era anormalmente gordo y parecía tener dificultades para respirar normalmente. El jurado: seres sin rostro. Eran personas, de eso seguro. Pero se parecían tanto unas a otras que el grupo las difuminaba. El fiscal: un hombre alto, moreno, bien parecido. Y el denunciante: un haraposo mendigo. Huo se quedó largo rato mirándolo, sin prestar atención a lo que se iba sucediendo. Había algo que no encajaba. Era un asceta. Y todos se parecen unos a otros. No tienen demasiados rasgos que los diferencien. Aun así, no parecía Devon. Por un momento dudó de si no estaría de nuevo soñando. Pero un golpe del mazo del juez lo sacó de su duda.
- Señor Lue, ¿podría prestar atención?
- Si… - Susurró.
En realidad no prestó demasiada atención. El fiscal argumentó la acusación y el abogado defensor protestó tímidamente. Se fueron sucediendo los testigos. El ambiente de la sala estaba cargado. Y después de cinco haraposos ascetas, también enrarecido. Algo no iba bien del todo. Algo fallaba. De repente, hubo un descanso. Huo se reunió con su abogado. Empezó a hablar muy calmado, muy despacio, marcando las palabras. Pero las palabras no parecían tener demasiado sentido, o no acababa de entenderlas. Salió más mareado de lo que había entrado. Entraron en la sala. Se reanudó el juicio.
- Alegamos enajenación mental, señoría.
Esa frase sacó a Huo de su ensoñación.
- Está despedido – Le dijo a su abogado, ante el asombro de toda la sala.
- Señor Huo-Lue, eso es altamente irregular.
- Lo sé señoría, y lo siento. Pero soy inocente. No le he negado el auxilio a ningún asceta, lo prometo. Yo no soy así, señoría… yo… yo…
Miró al agente que tenía a su izquierda, se arrodilló ante el y le dijo:
-Mátame. Dispárame. Por favor…
Todo se sucedió extrañamente rápido. La inmovilización de Huo, su asignación de un nuevo abogado de guardia, su veredicto y su sentencia. Culpable. Cadena perpetua. De vuelta a la celda. Toda la vida en la cárcel. ¿Habría alguna diferencia con el desierto? Quizás la falta de libertad. Se sentó en el catre. Al cabo de un rato, se abrió la puerta que daba a su celda. Entró una sombra alargada. Pudo distinguir la silueta de un harapiento asceta. Cuando el harapiento entró en la luz, entonces, pudo distinguir al asceta que le había acusado de negarle el auxilio. Se acercó silencioso a la celda de Huo y puso la cara entre los barrotes. Huo seguía sentado.
- ¿No crees estar loco?
- No.
- La sabiduría es, a veces, la cura de la locura.
- ¿Me ofrece consejo?
- Claro, hermano.
- ¿Qué sabe usted de los desactivadores de almas?
- Mmmm… hacía muchos años que no oía mentar a esos seres… ¿Qué quieres saber?
- Cómo acabar con ellos.
- Mmmm… no se puede acabar con ellos.
- ¿No? Yo creo que crean algún tipo de vínculo con su víctima. Que se nutren de su energía vital. Que necesitan que su víctima siga viva. – En ese momento el anciano asceta ya no era tal, era Devon.
- Vaya, así que crees haber encontrado la forma de acabar conmigo. – Huo sonreía. – Pero dime, ¿qué harás?
– El viejo asceta del té, ¿eras tu?
- ¿Viejo asceta del té?, creo que deberías haber alegado enajenación.
Sin mediar palabra, de la sonrisa de Huo apareció una cuchilla. La cara de Devon se tornó en un gesto atónito.
- ¿Qué piensas hacer con eso? – Huo seguía sonriendo.
Sin mediar palabra, acercó sus manos a su boca y, con un rápido giro de cuello, hizo un corte profundo en sus muñecas. La cara de Devon era el fiel reflejo del pánico.
- ¡Nooooo! ¡Noooo! ¡Guardias! ¡Está loco!
Se mareó y le pareció que perdía el sentido. Que era el fin. Oyó unos ruidos. Puertas, golpes, gritos. Y una voz muy clara al oído:
- Tranquilo, haremos todo lo posible para que salgas de esta. - Un escalofrío recorrió su cuerpo, no, no lo hagáis, pero su voz era solo un susurro, y todo se volvió oscuro de repente.

A la mañana siguiente, en algún periódico, se podía leer una noticia: “Pigmeo se suicida en la cárcel cortándose las venas y su mejor amigo se ahorca con un cinturón al no poder impedirlo”

domingo, 4 de noviembre de 2007

Parábola del desierto. Capítulo cuarto. (Introducción al fin)

¿Cómo he podido llegar a esta situación? ¿Cómo he acabado de rodillas en el suelo pidiéndole a un tipo que me dispare? Repasemos: de algún modo, durante el juicio, consiguieron convencerme de que era culpable. Mi abogado alegó enajenación mental. Despedí a mi abogado. Sólo se pide enajenación cuando se es culpable y no se puede salir airoso.
Era una mañana más, en un día más, en un mes más, en un año más. ¿Cuánto hacía ya de la última huída? Había sido lo más difícil que había hecho nunca. En Molokai dejaba amigos, pero ninguno como la que dejó en Siberia. Hacía mucho que había conseguido no pensar en ella, que no olvidarla. Nunca la olvidaría. Se había torturado pensando si le habría pasado algo. No se lo perdonaría nunca. Pero era demasiado arriesgado cualquier intento por contactar con ella. Era una angustia constante. Durante años no pudo dormir tranquilo. Aunque estaba acostumbrado. Llevaba ya demasiado tiempo así. Nunca lo superaría. Ya ni siquiera trabajaba. Ya sólo sobrevivía. Claro que en el desierto del Gobi no había mucho que hacer. Al principio solo vagaba por el desierto en busca de algún hurón despistado o una gacela moribunda. Ya no tenía fuerzas para volver a empezar nada. Se hizo, con una tela que encontró un día, una pequeña tienda para no morir congelado o abrasado. Aunque pensaba que morir sería una buena solución, quizás la mejor. Arrastraba los pies al andar, con la cabeza gacha, él, que un día fue uno de los hombres más poderosos de su querido Molokai. Ahora ya nada tenía sentido para él, desde hacía mucho tiempo. No le importaba beber de los charcos que encontraba. Ni que el sol se pusiera dos veces al día. Ni que los vientos movieran las dunas. No sabía porqué siempre acababa encontrando su precaria vivienda. A veces, algún peregrino le pedía algo para comer o alguna limosna. Se lo quedaba mirando, con la vista perdida y la mirada vacía durante varios segundos. Hasta que el asceta decidía marcharse, visto lo infructuoso de su demanda. Huo seguía con la vista fija en la arena, hasta que algún golpe de viento le sacaba de su ensimismamiento, y seguía vagando. Todos los días eran iguales, todas las semanas. Ya no sabía cuánto hacía que vagaba por el desierto. No tenía noción del tiempo. De hecho, le daba igual el paso del tiempo. Le era tan indiferente como los ascetas del desierto.
Un día llegó un asceta a su tienda. Le despertó de una de sus muchas siestas. Era un asceta como tantos otros: polvoriento, canoso, desaliñado y vestido con harapos. Igual que él.
- Hermano - le dijo el asceta - como veo que no dispones de un mero cazo en el que preparar un té, me he tomado la libertad de prepararlo en un cuenco que encontré ayer, está al fuego, en la puerta.
- Yo no soy tu hermano... Aunque agradezco tu ofrecimiento. Pero, como bien dices, no dispongo de nada con lo que compensar tu amabilidad.
- No es necesario. Me daré por satisfecho si compartes té y conversación con este viejo.
- Está bien, anciano, compartiremos té y cháchara.
- Me alegro.
Así, se sentaron alrededor del fuego que el viejo había preparado y tomaron un té aguado. Hacía mucho que Huo no tomaba té, aunque fuera aguado; ni hablaba con alguien. Por un momento pensó que no le saldrían las palabras, que se le habrían olvidado.
- Quizás pueda ayudarte con ese dolor.
- A mi no me duele nada, viejo, no sé de que me habla.
- De un dolor que se siente dentro. Que no sangra ni supura, que no cicatriza.
- Y si no cicatriza, ¿con cuál de sus ungüentos pretende sanarme?
- Con la sabiduría.
- No hay consejo para un muerto.
- A todos nos llegará, no quieras adelantar acontecimientos.
- Usted es sabio, porque se sabe sabio. Yo estoy muerto, porque me siento muerto.
- Un hombre muere en vida cuando no hay objetivo que persiga, ¿cuál es tu objetivo en esta vida?
Huo-Lue no sabía qué responder. Se quedó pensando, con la mirada perdida. Hacía tiempo que se había olvidado de plantearse objetivos, metas.
- Mi vida, anciano, carece de objetivo y de meta.El anciano se levantó lentamente, ante la mirada de Huo. Recogió su cazo y apagó el fuego. Mirando a Huo musitó una oración y se marchó despacio y en silencio, como había llegado.

martes, 30 de octubre de 2007

Comprenderás que mis palabras nunca dijeron nada (Sara)

(Del amor…)
Será el amor… O será la sopa en mal estado… o algún yogur caducado. Me propuse un viernes hacer algo de deporte por las tardes. Fecha límite: el lunes, me dije. El horario de curro me lo permite, y estar en forma dicen que es bueno… amanecí un miércoles. Dos semanas intentando motivarme… pero es imposible. Es como dejar el mal. No. No puedo. Ahora que, hacer deporte es mucho más fácil, en serio. Lo del mal… en fin. Ni me lo propongo. Total, para fracasar…
Nunca... Bueno, esa palabra es demasiado grande... Muy pocas veces me he propuesto algo, y menos de la mitad de las que me he propuesto, no las he conseguido. Se podría decir que es un pobre bagaje... No sé si es bueno o malo… pero la única cosa que me he propuesto creo la he conseguido. Siempre he dicho que si tenía que hacer un viaje fuera de España sería Ámsterdam… et voilá, conseguido.
¿Has intentado alguna vez dejar de querer? ¿Será posible? Si ya has conseguido querer a alguien, debe ser complicadísimo dejar de hacerlo. Nunca he llegado a querer. Mentira. Nunca he llegado a querer a alguien que haya dejado de querer. A quien he dejado de querer, no le quería. No es tan mentira. ¿Cómo sabes cuando quieres a alguien? A caso cuando no dejas de pensar en alguien. A caso cuando echas de menos su algo. A caso cuando te hace falta. En realidad es mero hábito. Y romper con un hábito no es difícil. A menos que ese hábito se llame mal. Es cuestión de coger el hábito de no tener a alguien. De no querer tenerlo. En realidad nadie necesita a nadie. Es mera obsesión por querer parecer algo que no se es. Está mal visto. Hipocresía. En realidad todo es mentira, no me hagáis más caso del que merezca. Es difícil hablar de algo de lo que no se quiere hablar. Aunque te obligues. Es posible que quita una pena otra pena y un dolor otro dolor. Pero es igual de verdad que un amor quita un dolor (aunque “amor” no es la palabra que usaría, es por seguir la rima). Nunca supe explicarme, no voy a empezar ahora. Todo el dolor acumulado durante años desaparece, de repente, sin aviso; al encontrar algo que te hace sentir bien. Así pues, cabría decir que el dolor no es más que cuestión de memoria y atención. Nos lo decían nuestras madres: “cuanto más pienses, más te va a doler”. Es cuestión de ocupar el pensamiento en algo positivo. No recordar por qué no dormías. O por qué se te hace un nudo en el estómago cuando lo recuerdas. La solución es no recordarlo. Buscar algo que te motive. Una pareja. Ocupa tiempo y es positivo, siendo pragmático. Siendo romántico… … … no lo soy.


“No, por mucho que yo me pongo pos no
puedo conseguir olvidarme de tó
compadre por más que intento pues ya
no puedo conseguir acordarme de na
to aquello que hablé to aquello que vi
tanto como supe tanto que perdí
por mucho que yo me pongo me pongo
pos no puedo conseguir olvidarme de tó”
Tanto que perdí, Hora Zulu

(Interludio)
Siempre le doy demasiadas vueltas a las cosas... sobretodo de noche... en la cama. Lo que conlleva tantas vueltas físicas como mentales. La cama deshecha, lo mismo que el sueño. Y, claro, luego me despierto sobresaltado en plena noche. Son cosas que pasan. El caso es que, generalmente, las cosas a las que le doy vueltas no tienen excesiva importancia... por no decir ninguna. Creo que magnifico ciertas cosas que no debería. El otro día me llegaron ecos de un pasado... nada importante. Pues ahí estaba yo esa noche, volteando. No saqué nada en claro, evidentemente. Lo único, una verdad como un templo: estoy tocado. Y no por un ángel precisamente.

“ya encontré el sentido al latido del por que escribo,
dejar algo en el mundo y llevarme algo conmigo”
CosquiJazz, Flowklorikos.

(…al odio)
A veces una mala sinapsis en mi corteza cerebral me hace sentir rabia… y odio… y no quiero sentir odio, porque el odio conduce al lado oscuro de la fuerza. Muchas cosas me dan rabia. Empezando por el Gobierno, políticos y dirigentes, concejales, alcaldes, cargos, chupatintas, y hasta algún que otro funcionario. No logro entender a la clase política. A veces me apuntaría a uno de esos cursos que salen en el telediario… sí, esos de un tío con un Cetme en un monte o quemando cosas. A veces pienso que es la única forma que entienden los dirigentes. Suele ser cuando me doy cuenta de alguna injusticia… es decir, a diario. La última: el Gobierno favorece las mafias de los seguros. Esto es, te obliga a contratar un seguro con una compañía aseguradora que hace todo lo posible para declararte culpable de cualquier accidente que tengas; a saber: bajando la tasa de alcohol, con peritos “comprados”, no haciendo todo lo posible por el asegurado, y muchas más que podáis imaginar. Es un ejemplo. La hipocresía en la legalización de las drogas blandas. Eso me saca de quicio. Que prohíban el tabaco y el alcohol. O legalizamos o prohibimos todo. Pero bueno, ya he dicho alguna vez que soy demasiado radical… un tiro en la cabeza de cada político profesional. Y siento odio y me da rabia porque soy un puto ingenuo. Porque pienso que el político debe velar por el bien del pueblo, el policía por su seguridad o los jardineros por sus jardines. Qué cosas. Así, cuando algún burócrata se delata, caigo en la cuenta de que eso no pasa. Y me enfado. Me enfado con ellos porque prometen algo que no cumplirán, porque complican todo con tal de tener un cargo, dinero o algo que hacer. Porque les da igual tu vida, siempre y cuando sigas votando y sigan cobrando. Y me enfado con la puta Humanidad. Porque algo se torció en algún sitio para que haya tanto hijoputa suelto por ahí. Porque hay quien hace el mal por el mal. Sin ningún tipo de objetivo ni excusa ni, por supuesto, arrepentimiento. Y me enfado conmigo… por ser idiota. Por creer en ellos, en los burócratas. Por creer en la raza humana. Por creer. Simplemente.

“No soporto el peso del lastre que he de llevar
no quiero lo que me dan, ni lo entiendo.
Nunca pediré perdón si ha sido mi corazón
quien habló primero, sin lamentos.”
Sin lamentos, El Último Ke Zierre.

martes, 16 de octubre de 2007

La mierda que recito te ayuda más que el médico

Es difícil conocer a las personas, pero no imposible. Se trata de un ejercicio de observación constante. Sólo de observación, nada de suposición o inventiva. Debemos tener la mente despejada de prejuicios e intentar no suponer futuras acciones, ya habrá tiempo para ello. Primero: observación. No es estrictamente necesario enfrentar al sujeto estudiado a situaciones extremas, basta con verlo desenvolverse en situaciones cotidianas. En realidad es cuando mejor se puede estudiar su comportamiento. Una situación extrema no es fiel reflejo de comportamiento, pues es algo incómodo y poco habitual. En cambio, una situación cotidiana generalmente es síntoma de relajación. Así, pues, ya sabemos otro aspecto del sujeto a estudio. Es información útil que debemos recordar. Al fin y al cabo, queremos conocer, y a caso prever, el comportamiento del sujeto en condiciones normales. No es trabajo de un día, ni mucho menos, deberemos ser pacientes. Puede que incluso nos lleve años conocer a una persona. Puede que después de años de observación no lleguemos nunca a conseguir prever ni uno solo de sus movimientos. Debemos ser constantes, pero no excesivos. Debemos procurar no excedernos en la observación, esto es, debemos saber qué momento es el más adecuado para una buena observación. Generalmente, los eventos sociales han sido el centro de estas investigaciones. Para mí, personalmente, entrañan un riesgo, y es que el ser humano actúa diferente ante el tumulto, la multitud e, incluso, grupos reducidos. Hay también diferentes factores a filtrar, como pueden ser el uso de bebidas alcohólicas o estupefacientes. Aunque depende qué estupefacientes son beneficiosos para el estudio, aunque no los recomiendo hasta pasadas unas cuantas sesiones, cuando el estudio haya pasado su primera fase: observación. Muchos estudiosos han sucumbido ante la prisa de unos resultados visibles en poco tiempo... Sus estudios fueron precipitados y los
resultados incompletos. No consiguieron sus objetivos. Tiempo perdido.

La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero. Hermann Hesse.

Mucho, muchísimo, más tiempo lleva conocerse a uno mismo… toda una vida. Veintiséis… y todavía por conocer. Voy delimitando ciertos aspectos. No valgo para discutir. Me enfado cuando me enfado… me explico muy mal, lo sé. No sé enfadarme. Me pongo nervioso, aunque tenga razón. No me gusta que hablen de mí, en mi presencia… aunque sea bien. No me gusta hablar de mí. Prefiero las terceras personas. Cuando propongo algo, o tengo alguna idea, si hay alguien que lo secunda, ya no parece idea mía… y ya es otra cosa… ya no hablo yo… ya no es mi idea. No me hace falta ningún tipo de protagonismo, gracias. Me sofoco cuando alguien habla bien de mí… y cuando hablo bien de mí, también. Me enfado mucho conmigo mismo. No acordarme de las cosas me mosquea. No me acuerdo de nada, generalmente. Sólo sé enfadarme conmigo. Me repito. Desmemoriado. No me acuerdo de nada. Sueño que me olvido de cosas. Sueño cosas muy raras. Y después pasan cosas raras.

Me descubro vago. Vaguísimo. Excesivamente vago. Enamorado de Morfeo. Necesito dormir. Es un mono que no consigo paliar. Nunca es excesivo. Otra vez falto de inspiración… aun no ha llegado el frío… pero llegará. Otra vez hablando de mí… no debería. Otra vez con doscientos principios…

“- ¿Podrías escribir en paz?
- Muñeca, nadie que escriba algo que merezca la pena podría escribir en paz.”
Por amor al odio, Flowklorikos.

domingo, 30 de septiembre de 2007

Esta entrada va dedicada… (Segundo aniversario)

Tal día como hoy, hace dos años, empecé este blog... Dos años... Me sorprendo a mi mismo, he sido constante, y no es una de mis virtudes, ni mucho menos. Creo que es el momento de los agradecimientos... A los que alguna vez habéis comentado, a los que no, a esas visitas fugaces, a los que habláis bien de esto, y a los que no, por supuesto, al final lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal. A los que no creyeron en mí… y a los que sí. Tanto por animarme, como por desanimarme. A los que todavía no han abandonado… a los que abandonaron antes de empezar… gracias por evitarme un desencanto mayor. Gracias por desenmascararos antes de que tuviera que hacerlo yo… ha sido mucho más fácil. Hay algunos reproches, pero se perdonan con la condición de no volver a saber nunca nada más de vosotros… ¿trato hecho? Espero que sí. La verdad es que hace mucho tiempo que no sé nada de mucha gente… y eso es muy, pero que muy bueno. Enjoy us. A los que nunca han estado allí… y a los que nunca se fueron. Ir y volver y que permanezca todo igual… es un lujo al alcance de muy pocos. A los pocos amigos… que supieron aguantarme con paciencia. Que supieron darme consejos camuflados en opiniones personales. Que supieron cuándo necesitaba, y cuándo no, un hombro o un codo. A mis amigas… dos o tres… que supieron que un abrazo era mucho más eficaz que cualquier consejo, reprimenda, opinión o comentario. A las conocidas (sin desmerecer), que supieron dar una conversación agradable a tiempo, que también es muy importante. A muchos ratos hablando… y a muchos más escuchando. A todos los que faltáis… y a los que sobran. A los que vendrán… si vienen… y si no, también… y sobretodo: a ti.
Repito algo que siempre he dicho: todo, absolutamente todo, he de agradecerlo a mi familia. No hay más. Todo lo demás, son extras. Desde luego no creí tan prolífico resultado... Ya he dicho muchas veces que empecé por vaciarme, no por nada más... Y, desde luego, todo lo que he sacado de aquí es positivo... Desde mi volcado cerebral hasta vuestros comentarios, pasando por el descubrimiento y redescubrimiento de gente muy grande. La fama una consecuencia, pero no mi meta. No me puedo quejar... Y espero seguir así... Todo el tiempo que mis neuronas aguanten. Os he hablado de mi vida, de mis vicios, de mis paranoias y, a veces, os he hablado un poquito de mí... Pero poco, que luego os acostumbráis.
Llámalo peloteo, pero me apetecía hacer esta entrada… y me ha costado mucho más de lo esperado… mucho más. Y total para ser una mierda de entrada corta y sin ninguna miga… es lo que tienen los aniversarios… que te pones tonto.


“Concédeme un instante, quizás me encuentres interesante,
viste con guante blanco ladrón que tienes delante.
No obstante, como ya sabrás rimo palabras,
no son las palabras que tu quieres oír.”
Quieres (Kase.O y Kami), R De Rumba

martes, 18 de septiembre de 2007

Siempre habrá alguien que corra más que tú, pequeño padawan (Aventuras en la carretera)

Obviando que soy el tío que peor se orienta del mundo, conducir por Barcelona no es tan difícil… sobretodo en según qué zonas, donde la calle que no sube, baja. Si un personaje como yo consigue llegar a los sitios sin excesivas vueltas y sin tener que preguntar ochocientas veces, eso es que se conduce bien. O por lo menos que está bien estructurada. A veces también está bien señalizada… pero sólo a veces. Me paso el día en el coche, gajes del oficio… y me he dado cuenta de que necesito un GPS… sin duda. Voy perdido con los mapas… no me hallo.
Ya lo tengo. Ya tengo GPS. Es un inventazo de la hostia, la verdad. Me ha servido muchísimas veces. Pasarse el día en el coche también tiene ventajas, por supuesto. En realidad creo que son más ventajas que inconvenientes. Bueno… no sé. Se ven muchas cosas. Y si repites muchas veces el sitio… pues se queda uno con cosas. Algo que me llama muchísimo la atención son las prostitutas (putas, lumis, mujeres de la calle, de la vida facil, etc.). Nunca he estado con una puta, pero, en el hipotético caso de que algún día fuera de putas, nunca iría a una de carretera… existen clubes… que seguro que son más higiénicos. Las lumis de carretera son un caso a parte. Están en todas partes… por lo menos por aquí. En la carretera de Granollers, en la autovía de L’Ametlla (con camión parado siempre que voy), en plena ciudad (El Prat de Llobregat), en carreteras secundarias poco transitadas (carretera de Montornés del Vallés)… en cualquier claro de la carretera. Lo de Granollers es impresionante… creo que hasta madrugan para coger sitio. Las hay que leen sentadas en una silla, con o sin sombrilla; las hay que te enseñan las tetas, las hay con rabo… literal… las hay que mean mirando a la carretera, las hay que, incluso, te tiran besos… las hay feas, menos feas, gordas, menos gordas… casi todas latinas… alguna hay del este, pero son las menos. Igual no son latinas… y son nacionales que se pasan muchas horas al sol. En algo coinciden: ropa fácil. Fácil de quitar, supongo. Se estilan los vestidos de colores llamativos… de esos que parecen una sola pieza. Casi todas con falda. Las más culonas con pantalones. En fin… me ha llamado mucho la atención, en serio.
Otro caso a parte son los transportistas. Como los taxistas, son una raza a parte. Sí, digo raza… no son humanos. Los que van con furgonetas pequeñas suelen ser unos kamikazes de cuidado. Se juntan las ganas de no trabajar demasiado, que el vehículo no es suyo y que suelen ser bastante flipados… son transportistas. Si son del gremio de la construcción, suelen ser menos kamikazes, les pagan por horas. Si llevan una furgoneta un poco más grande suelen ser algo más comprensivos con la raza humana… se pasan muchas horas en la carretera y suelen llevar paquetes de cierto valor. Ahora bien, si llevan un camión… si llevan un camión son unos hijosdeputa. Y eso que conozco varios camioneros. Y para conocer uno bueno tienes que haber visto demasiados malos. Se creen los reyes de la carretera… no obstante nadie osa meterse con ellos. Eres una pulga insignificante desde su cabina. No eres nada. No mereces respeto. Es genial cuando algún quemado se les pone delante y les frena en seco, lo cual hace que tengan que frenar en seco… y les jode un taco. El quemado, que seguro que lleva rato puteado por el camionero, se la juega; porque como al camionero le dé por no frenar… en fin.
Aún a riesgo de parecer machista… igual al volante lo soy un poco… y aún a riesgo de perder alguna lectora (mis disculpas desde ya)mujeres al volante. Sentemos precedentes. Seguro que hay mujeres que conducen cincuenta veces mejor que muchos hombres… incluido yo. Aunque no sea demasiado mi estilo, voy a generalizar. Teniendo en cuenta, eso sí, que ya he visto mujeres manejando todo tipo de transporte: coches, taxis, furgonetas, camiones, metros, tranvías… de todo. Pero me refiero especialmente a las conductoras no profesionales. A esas que se quedan en el carril de en medio aunque tengan uno a la derecha enorme y vacío, que se ofenden cuando les pones mala cara mientras les adelantas por la derecha. A esas que se tiran diez minutos decidiendo si se incorporan a la ronda o no. Sobre todo a esas que sólo cogen el coche para ir a llevar a los niños. Son veneno. Se creen que la calle es suya. No ceden el paso ni con un ceda. Van cegadas. Y tienes que apartarte de su camino, evidente. Te miran por encima del hombro (generalmente tienen un coche potente, y mi huevo… mi huevo es el mejor). Paran donde les rota, y diles algo. “Es sólo un momento”. A las que aparcan en tu vado y te dicen “Ah, ¿pero quieres entrar?” cuando llevas cinco minutos con la mano en el claxon. Son las que menos accidentes tienen, de acuerdo… pero son las que más provocan. También quiero decir que el conductor borracho, el que va en sentido contrario, el que comete más infracciones, no es la mujer.
De todos es sabido mi gran aprecio por las fuerzas del orden… ninguno. Pero las de carretera tienen su gracia. Los clásicos Guardias Civiles son de lo peor. Chulos, marrulleros, fardones, prepotentes, ignorantes… lo tienen todo. Pero ojo con la nueva ola: los Mossos. Además de poseer los peores defectos de los lechugas, encima trabajan por dinero. Me explico. Los verdes también trabajan por dinero, claro, pero son unos desgraciados porque les aprieta el tricornio que llevan a rosca... por eso y por lo de no tener derecho de huelga y esas cosas. Pero es que los cuervos son eso, cuervos, buitres carroñeros. Van a poner multas. Nada más. A sacar dinero. Yo creo que van a comisión. Yo, sinceramente, sólo he tenido encuentros con los lechugas… y no los recomiendo.
Y un día cinco de julio te dan un golpe por detrás… y te dejan el coche hecho un cromo… mi pobre huevo… ya nunca volverá a ser el mismo… hoy me lo han devuelto… todo pintadito de nuevo… que mono.

“sabiendo que la búsqueda era eterna,
y que hay muchas paradas a lo largo del camino y que,
lo importante no es llegar sino,
sino el camino en si, miramos atrás
y supimos que nadie volvería a vernos más.”
Fuego camina conmigo (con Violadores del Verso), Elphomega

Bueno, una entrada simple y frívola de vez en cuando tampoco viene mal, ¿no?

lunes, 10 de septiembre de 2007

Do something with your life, get me a BEER

Tengo un problema... Bueno, tengo muchos, pero uno me intriga más que los demás: me quedo con todas las putas caras, es más, me suenan caras que no he visto en mi puta vida. Sólo es uno de mis pequeños desajustes neuronales. Como el de vivir déjà vús constantemente. Un día escribí que el tiempo corría más que yo… a ver si era al revés… quién sabe. El caso es que me asaltan cada dos por tres. Y soy muy consciente de ellos… incluso los manipulo. A veces me doy miedo. Intento fijarme menos en las caras… sabedor de mi problema. Miro menos a los ojos. Intento olvidar. Si mantienes una mínima conversación conmigo, estás preso de mi memoria. Puede parecer divertido, pero a veces es estresante. Sobretodo si trabajas de cara al público. Había veces que me tiraba muchos minutos intentando saber por qué tenía la sensación de conocer a alguien. Me sonaba su cara y no sabía de qué. Así que me ponía a pensar. Y pensar nunca ha sido bueno. De repente, sin más, saltaba la chispa. El buscador del disco duro hacía su trabajo y linkaba una cara a una situación. Ahí acababa todo. El problema venía cuando parecía no haber información relativa a dicha cara. Eso me desquiciaba. Hasta que aprendí a no darle importancia. Luego me saludaba alguien por la calle y no sabía quien era… a saber. Podía ser cualquiera. Besugo flipaba cuando iba conmigo por la calle… “hasta luego”… “venga”… y me preguntaba “¿de qué l@ conoces?”… a saber… puede ser cualquiera. Raro, no digo diferente, digo raro.
El miedo es libre, siempre lo he predicado. Cada uno tiene el suyo y suele ser intransferible… aunque los hay comunes. A veces se confunde con el asco, pero no es lo mismo. Cuando es extremo es peligroso. Los hay a un montón de cosas. A los médicos, a sus agujas, a sus intervenciones, a los dentistas, al compromiso, a cómo morir, a equivocarme, a no hacer nada... Con lo que me gusta no hacer nada. Desde que amigos, familia y pareja están de vacaciones y yo estoy solo en casa; a eso me he dedicado: a no hacer nada de nada... Excepto viciarme y drogarme a mogollón... No lo puedo dejar, cada día me doy más cuenta. Es más fuerte que yo. Me domina. Y es triste... Pero yo lo dejo cuando quiera, creo. Me ayuda a no pensar… espera, creo que me repito. Es otro de mis mono-temas… debo dejarlo. Un día leí entre una lista de efectos secundarios que distorsionaba la sensación del paso del tiempo… o algo así. Me di cuenta de que “efectos secundarios” no siempre tiene un sentido negativo. A mi me parece de lo más molón. Y es cierto. El tiempo transcurre distinto… generalmente las horas… pero cuando se es yo… los años…
El paso del tiempo me mata. Veintiséis ni más ni menos. Por lo menos me queda el consuelo de tener oficio y beneficio, que otra cosita es. Pensando... Estoy igual que a los veintiuno. Tengo trabajo, pareja y amigos... Y no estudio. Pero no tengo veintiuno... Tengo veintiséis, que suena bastante peor. En cuatro, treinta... Eso si que va a ser duro... Pero peor es no llegar. Creo que lo peor es que me junto con gente de veintidós… es una plaga. Todo el mundo tiene veintidós… yo también quiero… jo. Bueno, también hay muchos con veinticuatro… no está mal, sólo son dos años. Pero dos años, depende de si son hacia arriba o hacia abajo, tienen distinto rasero. De veinticuatro a veintiséis hay dos años… pero también los hay de veintiséis a veintiocho… ¡veintiocho! Conozco algunos con veintiocho con su vida hecha, una pareja, un piso común y pensamientos de procrear. También hay alguno con veintisiete que ya tiene un cabezón de casi un año… que gentuza. Traer un churumbel a este jodido mundo… es para pensárselo… inconscientes. No os vayáis a pensar que me preocupa cumplir años o cosas de esas… simplemente, a veces, me da por pensar… generalmente cuando alguien bastante más pequeño que yo y que he visto crecer cumple años… concretamente, mi hermano, dieciocho… ¡dieciocho! Si hace nada era un cabezón chocándose con las sillas… como pasa el tiempo… cabrón.

“De pequeño me enseñaron a querer ser mayor,
de mayor voy a aprender a ser pequeño,
y así cuando cometa otra vez el mismo error,
quizás no me lo tengas tan en cuenta”
De mayor, Búnbury

sábado, 8 de septiembre de 2007

Mujeres... el bicho que le picó al tren (Santi dixit)

Las mujeres son como el fútbol, a grandes rasgos. Los hay que son del Madrid, los hay que son del Barza... A mi, simplemente, me gusta el fútbol.
Nunca he tenido demasiado éxito con el sexo ''débil'', o no he sabido tenerlo. Y, desde luego, cuando lo he tenido no he sabido darme cuenta. Tampoco es que le diera demasiada importancia a las mujeres... Más bien ninguna. Solo traen problemas. Siempre he dicho que son un mal totalmente necesario. Pero acababa enamorado día si, día también. Soy una incongruencia con piernas. Ahora han dejado de gustarme todas, o eso me empeño en creer, y me gusta solo una... Y tengo la suerte de gustarle yo también... Lo que nos lleva a mi miedo al compromiso. Toda relación implica compromiso... Por ende, toda relación me da miedo. Es lo de los principios (que decía alguien muy grande). Todo va bien hasta que pasa el tiempo. Estoy seguro de que llegara el día en que a un buen principio le llegue un buen nudo y acabe en un buen final... De momento me quedo con un laaaaaargo principio... De momento, no vamos mal, pero el miedo acecha en cualquier minuto, esperando su momento para atacar. Alguien dijo alguna vez que todo va bien hasta que va mal. No es que este esperando a que algo vaya mal, ni mucho menos, disfruto el momento, sé vivir al día, pero...
Creo que nunca lo entenderé: ni soy guapo (excepto para alguna tía que me quiere casar y demás familiares miopes o aduladores), ni soy atractivo físicamente, ni soy simpático, y por supuesto no soy agradable al trato... Por no hablar de ciertos desequilibrios mentales y taras físicas... Tampoco es que tenga un éxito arrollador con las mujeres, ni mucho menos… Aun así tengo pareja... Y no una pareja cualquiera, no: es guapa, inteligentísima, graciosa, ingeniosa, simpática (aunque sea con otros), lisssssta y me hace sentir bien... No creo que pudiera pedir más. Pero ella si podría... De hecho, debería pedir más. Alguien más simpático, más romántico, más detallista, menos sicótico-depresivo, menos anti-social, menos adicto, con mejor tipo... alguien menos raro, en definitiva. Debo reconocer que he tenido parejas que no me he merecido y que, por supuesto, no he sabido cuidar como se merecían. Quizás el que no sepa tener pareja sea yo. Quizás no estoy hecho para convivir. Quizás no valga para compartir. Quizás sea un solitario anti-social, rencoroso y amargado. Quizás mi sino es estar solo, rodeado de gente. Lo cierto es que disfruto de la soledad. La soledad no está tan sola, no ves que a mi no me abandona. Tiene su aquel.
Ni me preocupa tener pareja, ni me preocupa dejar de tenerla. Disfruto cuando estoy solo, pero en compañía todo es más divertido. No es que haya tenido un desengaño amoroso que me haya hecho perder la fe en el amor o alguna historia rara… hace tiempo perdí la fe en la humanidad… con todo lo que ello implica. El amor es un sentimiento esquivo y extraño. No se puede definir. Quizás por eso no le acabo de aceptar… o él a mi. Nunca ha sido una palabra de mi agrado. Amor. Es como muy grande. La gente la usa sin razón. “Fulanito está enamorado de menganita” “-Es el amor de mi vida- han declarado”. Ya. Teniendo en cuenta que se acaban de conocer y llevan seis días juntos… ¿a que no adivináis que pareja va a ser la siguiente en romper su “amor”? La culpa de todo la tiene la televisión… bueno, y algunas mentes reblandecidas también. Cuando mi padre y yo vemos el telediario, casi todas las noticias acaban con una frase: “que lo prohíban”. Y no la formula mi padre, no. Él sólo se ríe. “Mujer agredida por marido alcohólico con cuchillo jamonero” Que prohíban los cuchillos. “El tropecientos por ciento de los accidentes de coche, por culpa del alcohol” Que prohíban los coches… o los conductores. Es básicamente el tratamiento que le dan a las noticias en este país. Cuando se habla de algo ya prohibido no pasa. “Se incautan chorrocientas toneladas de hachís” Que prohíban… ups… ¡que prohíban las incautaciones! ¡Mejor aún, que prohíban a los maderos! Le das una gorra a un tonto y ya tienes un madero, que dicen The Kagas. Yo, personalmente, lo prohibiría todo. Bueno, no os voy a mentir… yo lo legalizaría todo… … … vale, ya sé que se me ha ido la pinza bastante, pero ya me conocéis… venga, un alegato final y volvemos…
Siempre se ha dicho que lo esencial en la búsqueda es el objetivo, que no se puede andar sin un rumbo, sin tener un sitio al que ir. Es cierto. Piénsalo. Cada vez que das un paso es para llegar a un punto. Desde que lo sé que procuro dar paseos sin sentido o rumbo. Me pongo a andar. Cuando me apetece, paro y doy la vuelta. A colación de lo que decía: cómo alguien puede buscar pareja. Es decir, ¿te pones a andar para ver si llegas algún sitio? Generalmente no. Primero tienes el destino y luego empiezas el viaje. De lo contrario podrías estar andando para siempre… o llegar al minuto allí donde ibas. Pues esto es lo mismo. No puedes ir a buscar pareja… no tiene sentido. Es muy raro. Bueno, matizando: yo soy muy raro. Y ya he hablado suficiente de mi por una laaaaaaaaaaaaarga temporada… que luego os acostumbráis.
Bueno, ya para ir acabando, lo único cierto de todo esto es que lo importante no es llegar si no, si no el camino en si.

“No se conforman,
tienen un rincón del paraíso, pero
no se conforman
no es por un carro ni un piso, chico
no se conforman
pueden besarte sin permiso, pero
no se conforman
que va, no se conforman
no se conforman
conocen el exceso y el fracaso, chico
no se conforman
es por los besos y los vasos, chica
no se conforman
con ovaciones con aplausos, pero
no se conforman”
No se conforman, Kase.o, Lechowsky, Suddak

Agosto: ¿Sol? ¿Playa? ¿Sombreros de paja? En fin… todas mis vacaciones se resumen en cuatro días en un pueblo fantástico de la sierra burgalesa, lleno de amigos y alcohol; y otros cuatro geniales días en Ámsterdam, también con amigos. Así que el sol y la playa os lo dejo a guiris y “superficiales”.
No me gusta la playa. Todo lo más que voy al año es dos días… y eso que podría llegar a ella andando apenas quince minutos.

P.D.: Aquí está Jooooohnny!!!! Homer Simpson parodiando a Jack Nicholson en El Resplandor. Friiiiiiiiiiiiikiiiiiiiiiiiii… lo sé.

jueves, 6 de septiembre de 2007

La pregunta insolente

¿Qué clase de identidad nacional representa una niña china adoptada y criada en el seno de una familia independentista catalana?

“(…)y yo no he muerto,
si tengo frío me caliento,
si tengo miedo, que no lo tengo,
susurro y pienso
y para mañana ya me he comido
mi pequeña ración de esperanza."
Caballero andante (¡no me dejéis asiiii!), Extremoduro

viernes, 20 de julio de 2007

Vamos a contar una historia… una historia que es verdad… y como todas las historias que son verdad, es una historia triste (Yosi)

La Parca. Esa ramera insaciable que hace que la vida sea injusta. A la que hay que tener respeto, pero nunca miedo. Yo siempre le he tenido respeto. Y miedo a morir depende de qué manera. Morir de viejo es lo natural. Te mueres y ya. Preferiblemente cuando esté durmiendo. Que te mate un desgraciado… pues no debe ser muy agradable. ¿Cómo te presentas ante San Pedro diciendo que te han matado por un yogur? La enfermedad… es la elección mayoritaria. Más o menos dolorosa. La muerte es como el cagar, que diría el Maki, caga el rey y caga el papa, pues del cagar nadie se escapa. Es lo más democrático que existe… no en la forma, si no el en fondo.
Ya van tres amigos que pierden a su padre antes de tiempo. Y dos de ellos con muchas complicaciones. Muchos problemas. Mucho esfuerzo para que acabe pasando lo inevitable. Alea jacta est. En cierto modo es un descanso. Terminan muchos quebraderos de cabeza. Pero termina la vida. Lo único que de verdad nos pertenece. Nunca verán a sus hijos casados. Ni conocerán a sus nietos.
La idea de la muerte es algo que siempre ronda mi cabeza. No es que me obsesione ni mucho menos, pero es algo que está ahí, presente. La muerte no es ni más ni menos que la pérdida de la vida... Con todo lo que ello conlleva. Yo no creo que perdiera demasiado... Dos o tres cosas como mucho. Con todo esto no menosprecio la vida, ni esto es un alegato al suicidio ni nada parecido; la vida es lo más grande que tenemos y debemos saber aprovecharla. Tampoco es una alabanza a la vida. Ya sabéis, matices. La vida es la prueba más difícil a la que jamás tendrás que enfrentarte. Y el final es para todos el mismo. Lo hagas como lo hagas. Lo que pasa es que el quid de la cuestión es el durante. Cómo pases la prueba. La vida es lo que pasa mientras mueres. Del Tote. Es lo que tienen los finales. Creo que me gustan más los principios… aunque esta idea creo que es plagiada de alguna mente pensante… me suena… otro día hablaré de principios y finales… plagio.
El problema de la muerte es lo que dejas. A mi no me importaría morirme… si no fuera por los que se quedan. Ellos son los que de verdad se quedan con el problema… tú, al fin y al cabo, ya estás muerto. Nota personal: soy demasiado radical. Siempre me lo han dicho. No puedo hablar de política porque me exalto. No puedo hablar de fútbol porque me mosqueo. Y no puedo hablar de la muerte porque parezco demasiado frívolo. No sé, siempre lo he creído. Es jodido morirse, pero más jodido es que se mueran. Y nunca me ha parecido un tema triste la muerte. No sé. Es algo normal. Da respeto. Y pena, de acuerdo. Pero tampoco es algo de lo que no se pueda hablar. Algunos dicen que es porque no he tenido fallecimientos cercanos… que sabrán. Más de los deseados, desde luego. Nunca hablo de algo que no sé. La muerte es la muerte, y ya. Está ahí, a la vuelta de cualquier esquina. Te puede tocar o no. Lo más normal es que no, pero de vez en cuando a alguien le toca. Más frívolo me parecen los números de muertos cada fin de semana. ¡40 muertos! Me parece una barbaridad. Cuarenta personas que han perdido la vida. Si me pongo a pensarlo se me pone la carne de gallina. Cuarenta seres humanos que no volverán a casa. Es brutal. Claro, que más brutal es en Irak, por ejemplo. Doscientos prácticamente cada semana… que se dice pronto. Imagina que se mueren cuarenta personas que conoces, ya no en un fin de semana, en un año, por ejemplo. El vecino, la pastelera, el compañero de trabajo… Sería horrible. Acabarías el año pensando que tú puedes ser el próximo. Pero llega el lunes y no te acuerdas de cuantos han finado. No los conoces. No hacen mella. Lo tenemos como algo tan habitual que ni siquiera es portada en los periódicos… si acaso cuña en el telediario de la noche. Si se murieran cuarenta conocidos, seguro que estarías todo el año hablando del tema. Recordando. Sufriendo. Yo, personalmente, puedo ser muy frívolo y muy radical, pero cuando veo las noticias (las pocas veces), y salen cifras de muertos, se me encoge el estómago. Ya sean en Irak o en la operación salida o en el último acto de venganza de la Madre Naturaleza, me impacta. Me pega de lleno en la cara. Si bien es cierto que procuro olvidar rápido… al fin y al cabo… no los conozco.

“Dices que estoy cantando en el desierto
yo sé que sólo muere lo que olvidas”
Medalla de cartón, Fito & Fitipaldis

Lo jodido de estar vivo es que al final te acabas muriendo. Es lo que tiene.

lunes, 2 de julio de 2007

Ver, mirar, observar… conocer… saber

Es algo muy extraño. Necesito observar. Necesito tener los ojos abiertos… aunque no vea nada. Por eso es extraño. A veces miro y parece que no vea nada. Otras veces veo sin mirar. Y más extraño es que necesite tener los ojos abiertos… cuando lo que más me gusta es dormir, que se hace con lo ojos cerrados… generalmente. El caso es que si los cierro es para dormir… y poco más. El resto del tiempo necesito estar mirando hacia algún sitio. Soy capaz de ver una brecha en una pared a una distancia considerable… unos pantalones de flores horrorosos… unos calcetines blancos con pantalones y zapatos negros… una mentira… un enfado… una sonrisa. En ocasiones veo… cosas. Veo el ojo que me mira, no sé que esperáis de mí. Y veo cosas que la gente no ve… o no quiere ver. Me anticipo a la jugada por estar mirando… aunque a veces me lleve un balonazo por mirar hacia otro lado.
“I can't see, I can't see, I'm going blind...
I'M BLIND!!”
Blind, Korn

Suena demasiado... no sé... demasiado peliculero, pero... a veces, se ve más con la mente que con los ojos. Tanto para bien como para mal, ojo. Hay que andar con muchísimo cuidado con lo que se ve… o con lo que se cree ver. A veces, suele pasar que ves aquello que quieres ver, y no lo que en realidad está sucediendo. Me explico muy difícil, pero a todos os ha pasado, seguro. Habrá gente incluso que se haya visto en ambos lados, es decir: el que mira y el que es mirado. Yo no. Bueno, una vez fui el mirado… pero sólo una vez. El problema de mirar es intentar ser objetivo. Nunca nadie es objetivo. Es imposible. Ya lo he escrito una vez, pero me repito: puedo comprometerme hasta a ser sincero; pero no me exijáis que me comprometa a ser imparcial. Del gran Goethe. Pues eso. Siempre hay prejuicios. Es imposible borrarlos… o no. Sin ánimo de darme coba a mi mismo, a veces, creo que lo logro… pero pocas veces. En realidad la mayoría de las veces miro pero no veo. Estoy dos o tres universos más allá… lo menos.
Lo realmente difícil de todo esto es compartirlo. No puedes hablar con nadie (o casi) de lo que ves o te parece ver. Nunca nadie piensa lo que tú. Con matices. Es más, generalmente, compartir algo que todavía no ha sucedido suele ser síntoma inequívoco de que nunca va a suceder. No me gustaría, pero… es experiencia propia. Si crees que algo va a pasar porque te parece que los astros, el clima o las personas están en predisposición para ello… cállate. Si quieres lo apuntas en un papel o lo retienes en la memoria para siempre, pero nunca lo compartas. Aunque ahora que lo pienso… quien coño soy yo para dar consejos… haced lo que queráis… mi experiencia me dice que nunca más… una y no más, Santo Tomás. A veces, ver más allá no resulta nada agradable. Una experiencia nada recomendable. Lo bueno de todo esto es que tienes la convicción de haberlo visto con anterioridad. De que podrías haberte adelantado al tiempo. De que eres un visionario (y no tiene nada que ver con la óptica). De que si tuviera algo que ver contigo podrías haber pensado una reacción adecuada a tal acción. De que… ves el futuro... exagerado. En serio. Parece una tontería pero, hace poco, todo hay que decirlo, me pusieron otro mote… este, por lo menos, si es digno de mención: NostraCharrus. Solo hay que saber observar las señales. El lenguaje corporal. Las miradas. Como a todos los profetas, se me denostó en su día… suerte que el Padre Tiempo me dio la razón. Siempre tiene razón Padre Tiempo. Nadie puede llevarle la contraria. Sólo Él sabe dónde acaba todo. Debería ser al único dios que alabáramos, al Tiempo. Si alguien te ha de dar la razón, que sea el Tiempo. Para mí, personalmente, es el único que tiene esa virtud. Dar o quitar la razón no es algo humano. No es algo que deberíamos hacer nosotros. No es potestad nuestra. Nunca lo ha sido.
El problema es que se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es por lo de la objetividad. De todos es sabido que se ven mejor las malas hierbas en el jardín ajeno que en el propio. Ya sabéis.

“No sé si tomármelo a tragedia o a parodia
pero hago más daño a quien me quiere que a quien me odia
sólo tengo claro que no cantaré victoria
mientras consiga retenerte en mi memoria
(…)
Sólo dibujaba con palabras mi miseria”
Digno del mismo, Hora Zulu


Pueeeeesssss… bienvenida Cris, ya somos hasta cuatro xD Cierto es que el nombre es lo de menos, pero sabiéndolo puedo dirigirme a ti por tu nombre y no por un apelativo tipo: anónima. Una cosa he de decirte, escribe cuanto quieras… a mi como si escribes un comentario que es más largo que la propia entrada, yo feliz, me encanta leer. Así que ya sabes, no te cortes, no te censures… escribe. Pues eso, gracias por venir, que es el título de una canción. Yo ahora también iré a veranear a Salamanca… en fin.
Por cierto, espero que encontraras el fragmento de canción.Y a la súper anónima… ¡tu siempre subes el nivel! Y no es peloteo...

lunes, 25 de junio de 2007

Yo y mi yo y mi… (A lo tonto a lo tonto… otra entrada)

Por cierto, no tiene ningún interés… en serio, me da igual, pero… he vuelto a tener razón. Otra vez no quería, en serio. Me daba igual… pero son “ellos”, el resto; los que hacen que tenga razón. Yo, simplemente, comento. Opino, en todo caso. Y de repente… cerca de cinco años después, zas, te dan la razón. Pues vale. Diría que la envolvieran en un tubo y, con un poco de vaselina, se la metieran por el orto… pero no. La cojo y la guardo… y la olvido. Total, ¿para qué la quiero? De nada sirve. Es como un premio honorífico, o el diploma de cuarto en las olimpiadas. Sí, vale, no lo voy a tirar pero… es totalmente prescindible. Ni la quiero ni la necesito. Sabía que la tenía, con eso me bastaba… hace cinco años. Ahora… bueno, ahora y hace cinco años, para ti. Os la regalo. Se me acusó de pesado, de tremendista, de blasfemo, de mal amigo, de hereje, de cenizo… y ya ves, tenía razón. Son cosas que pasan, sin más. De repente dices algo que crees que es coherente y sensato y… resulta que tienes razón. El presente sólo se forma del pasado, y lo que se encuentra en el efecto estaba ya en la causa. Henry Bergson. En fin. Una vez más, y espero que sea la última: la verdad…
“(…) cuando todos sabemos que la verdad es un zurullo deformable, a menudo maloliente y cuyo color, más que del cristal con el que se mire, depende de lo que hayas cenado el día anterior.”
Pepe Colubi, TeleTipo, El Jueves
No quería volver a caer en el tema recurrente de la verdad…pero tampoco quería hablar de mi falta de inspiración… pero es que tengo ocho, que se dice pronto, ocho fragmentos de entre diez y veinte líneas sin ningún tipo de continuación. Estancados. Un día vino una musa y me obligó a escribirlos… ahora mueren sin ver la luz. O la musa se fue demasiado pronto, o yo me distraje con alguna tontería, o no son suficientemente interesantes, o yo que sé… el caso es que están ahí. Sin más. Los leo, los releo una y mil veces… pero no me sale nada. Se estancan. Algún día, milagrosamente, consigo añadir un par de líneas… pero me vuelvo a distraer, o vuelve a venir una musa juguetona y me lleva por otros caminos… y añado otro fragmento de nada al montón. Sacaría una de las típicas entradas de fragmentos… pero es que encima no tienen ningún tipo de relación entre sí. Algún trozo me gusta como empieza… otro como acaba… pero no consigo hacer nada de provecho de ellos. De todas formas es mi modus operandi. Pocas veces consigo hilar una entrada decente del tirón. Generalmente necesito varias sesiones. Y si hay alguna hecha en una sola sesión suele ser extraña, divagante, inconexa o una historia de Devon… que es lo más raro que he hecho nunca. Quizás es porque el mal está menos dentro de mí. Es cierto. Inspira. Esta empíricamente comprobado. Cuando lo tengo dentro se me ocurren cosas con cierto interés y continuidad… sobre todo continuidad. Pero todavía no me he comprado una libretita para llevarla siempre encima… el día que lo haga…
Este mismo fragmento, en un inicio, era la continuación de algún otro que está por escribir, pero se está convirtiendo en una entrada por si solo… y el caso es que no hablo de nada, no digo nada, ni aporto nada… a veces pienso que escribo por escribir, por hacer algo o por vaciarme. Quizás tengo pocos amigos… y una rica vida interior. Hay un anuncio en la radio que dice: “Nunca pensé hacer nada tan importante como para hablar en la radio, pero desde que apadriné a…”. Yo ni siquiera he apadrinado un niño. Ni he hablado en la radio. Simplemente escribo. Escribo en un blog que casi nadie sabe que existe y, los que lo saben, pasan de leerlo… normal. Tampoco estoy diciendo que quiero que me lean miles de personas. De hecho, me conformo con dos, pero con calidad. Estoy muy contento con mis dos lectoras/comentaristas. Básicamente porque son fieles lectoras. Prefiero dos fieles lectoras a mil esporádicas. Y, bueno, que comenten es ya la bomba. No empecé este blog para agradar a nadie, ni mucho menos. Lo empecé porque me gusta escribir. Que alguien lo lea es opcional. Se agradece, en serio; pero es opcional. Es el ego, primero yo, después el resto. Autorespeto primero, respeto a los demás luego. Escribo para mí. Por eso la mitad de las veces nadie entiende lo que digo. Tampoco me importa. Yo escribo lo que me pasa y como pienso… si alguien piensa distinto pero algo le resulta agradable, entendible o divertido, bravo. Se agradece. De hecho, sólo el intento de entender, se agradece. Se agradece.

"Ni estoy aquí pa joderte
ni estoy aquí pa gustarte."
Por lo pronto, Hora Zulu.

martes, 12 de junio de 2007

A vohotros b-boys os recomiendo desconfianza…

  • Bien hasta aquí hemos llegado
  • Puedes hacerte un canuto...
  • ¡Jajajaja! Me encantas, pero... es el fin.
  • Todavía no lo entiendo. ¿Qué ha pasado?
  • Lo de siempre. El compromiso y yo.
  • No teníamos tanto compromiso, casi ni estábamos saliendo ni nada...
  • No al principio, desde luego. Sólo pasión. Sin ataduras...
  • Ya… llegó la rutina. Bueno… y la distancia.
  • Yo creo que el principio del fin fue el momento en que le pusimos una etiqueta.
  • Le puse… tu, de hecho, me lo advertiste…
  • ¡Nunca me haces caso!
  • ¡Jajajaja!
  • Sigo siendo esclavo de tu risa…
  • Espero que eso no cambie nunca. No podría vivir sin ella y sólo tu me haces reír.
  • Tendrás que acostumbrarte a reírte menos… no te queda otra.
  • ¿Me llamarás?
  • Te mentiría con un sí rotundo… pero lo intentaré.
  • Prométemelo.
  • No te aseguro nada, pero intentaré intentarlo.
  • ¡¡¡¡Frikiiii!!!!
  • Lo sé.
  • No quiero perderte.
  • No me vas a perder. Tendrás que estar detrás de mi constantemente, pero no me vas a perder… si no quieres.
  • No quiero. Y no quiero irme… moriré.
  • Yo tampoco quiero que te vayas… te necesito. Pero no morirás. Cambiarás de rutina.
  • No quiero… me había acostumbrado a esta rutina... a tu rutina...
  • No te preocupes… al principio igual es duro, pero en cuanto cambies de hábitos estarás tan a gusto como aquí.
  • Pero sin ti… Madrid es un infierno.
  • ¡Jajajaja! Exagerada. Seguro que haces nuevas amistades y te olvidas de los que quedamos aquí.
  • No digas eso…
  • ¿Por qué no? Es la realidad. Poco a poco, pero lo harás. Quizá no del todo… matices, ya sabes.
  • Odio tu sinceridad… en serio.
  • No me lo creo.
  • Pues empieza a creértelo. Vas a ser el primero al que olvide. Dos días te doy.
  • Vaya… esperaba una semana como poco…
  • ¿Una semana? No pides tu ni ná.
  • ¿En serio? ¿No valgo una semana de recuerdo?
  • No vales ni dos minutos… ni… ni… ...
  • No llores, por favor… habíamos quedado en que nada de lágrimas…
  • Lo siento… en inevitable…
  • Pues… vamos a parecer dos idiotas llorando aquí…
  • ¿Y qué? Eres mi idiota…
  • ¿Y a distancia?
  • ¿Cuántas veces lo hemos hablado?
  • Ya… pero…
  • Si no consigo mantener una amistad, imagínate una relación… pero es culpa mía… tu seguro que si podrías.
  • No lo sé… a veces pienso que somos iguales.
  • ¿Tu y yo?
  • Claro.
  • ¡No fastidies! Te subestimas muchísimo…
  • ¡Jajajaja! Falsa modestia… ¿Sabes de que me di cuenta el otro día?
  • A ver, sorpréndeme.
  • Te pones rojo hasta cuando hablas bien de ti, tu mismo.
  • ¿Cómo?
  • Sí. Cuando te das autobombo… estoy buenísimo y esas cosas… ¡te pones rojo! Es que eres la picha.
  • ¡Jajajaja!
  • Y me he dado cuenta hace tres días… no dejas de sorprenderme… voy a echar de menos tus sorpresas…
  • No empecemos… deberías haberte ido sin decir nada. Yo lo habría hecho.
  • Ni de coña… ¿te habrías ido sin despedirte?
  • No me gustan las despedidas… para muestra, este botón… te lo habría dicho un día antes.
  • ¡¿Cómo?!
  • Vale… creo que le he cagado.
  • Es que… a veces… no sé… ¿en qué piensas?
  • A ver… no a ti, es decir, somos amigos, lo habrías sabido desde el primer día… pero no sé… al resto de gente… a los conocidos… a los menos amigos… no sé… ¿por qué me haces sentir culpable si no he hecho nada?
  • Porque eso es muy feo.
  • ¡Odio las despedidas!
  • No me parece suficiente excusa.
  • A mi sí. ¿Sabes todo lo que estoy sufriendo? Y todavía no te has ido. Todo este sufrimiento se podría ahorrar.
  • Es decir… yo cojo y te digo: oye, que mañana me voy a Madrid, puede que para siempre, o por lo menos por mucho tiempo. Y tu, te habrías quedado tan tranquilo.
  • Hombreeee… si eres tú, no. Pero ya te he dicho que tu lo sabrías desde el primer momento. Pero no sé… preferiría no dar demasiado tiempo a despedidas… rápido e indoloro. Cuanto menos tiempo de reacción mejor.
  • Por eso no te duran las parejas un suspiro… eres un descastao.
  • ¡Ole mi niña! ¡Que ya me insulta y todo!
  • Payaso.
  • Lo sabemos.
  • Te quiero payaso…
  • No más de lo que yo te quiero a ti… mi vida.
  • ¿Mi vida? Vamos a ver… después de todo lo que hemos pasado, después de que te dijera que me gustan los motes cursis de parejitas y te rieras de mi hasta aburrirte, ahora, justo ahora, que me voy para no volver… ¿me llamas mi vida? Yo te mato…
  • Mátame… porque no podré vivir sin ti. Y esto si que es cursi… pero es lo que hay…
  • Pragmatismo romántico… lo último…
  • Dicen que al tiempo los llantos se te quitan solos se los lleva el viento


Soundtrack: Me equivocaría otra vez, Fito & Fitipaldis


“Dame tu amor primero, dame tu cuerpo luego, después tus ganas de llorar…
Seré tu amor primero, seré tu cuerpo luego, después tus ganas de llorar…
Serás mi amor primero, serás mi cuerpo luego, después mis ganas de llorar…”

No es verdad, El Último Ke Zierre.

sábado, 9 de junio de 2007

Sal de mí en forma de rap o de vómito

Nada, no me sale nada. Me siento y no consigo escribir ocho líneas. En cambio me asalta la musa cuando me ducho o cuando estoy durmiendo… ramera escurridiza. Ocupo mi tiempo. El tiempo que ocupo, claro. Me sigue gustando muy poquito esta puta ciudad… pero no hay más. Tiene sus cosas buenas… creo. El tiempo que no ocupo fluye sin más preocupaciones. Deambular por la calle o por casa, es lo mismo. Los fines de semana me los ocupan rápido… un concierto, una celebración… siempre hay algo que celebrar, aunque sólo sea que seguimos vivos. Gasto un dinero que no tengo, pero bueno. El dinero no es más que papel o metal… o un número en una cartilla. Últimamente estoy volviendo a sentir la rutina cómoda de dejarme llevar. De decir sí a todo. De no negar nada. Volveré a caer, lo sé. No sé cuándo, ni cómo, pero volveré a caer de todas, todas. De momento influencias externas exigen una definición de la situación… evito la pregunta. Más bien la ignoro. No me apetece definir nada, ni ponerle etiquetas. El rock, es rock; en todas sus vertientes. Te puede gustar una u otra, pero es rock al fin y al cabo.
Todo va fluyendo sin más. Sin más esfuerzo por mi parte. Alguien me dijo que necesitaba estabilidad. ¿Estabilidad? ¿Para qué? Prefiero los altibajos. Prefiero la ignorancia. La estupidez, si quieres. Prefiero caer cien veces más. No tengo miedo ni al trabajo. La vida es simple, más de lo que nos hacen creer. No tengo dinero, ni lo necesito. Miento, pero bueno. Necesito tomarme de vez en cuando una cervecita, invitar a los amigos, mal… esas cosas, que al fin y al cabo se compran con dinero. Pero no lo necesito. Si por formatear un ordenador me dieran un vale para veinte o veinticinco cervezas, a mí ya me estaría bien. En realidad creo que no necesito más de lo que tengo. Un pequeño lujo, un vicio inconfesable, una rutina cómoda y blandita… poco más. Risas. Mal. Música. En directo y grabada. Al final voy a tener todo lo que necesito y no me he dado cuenta. Siempre falta algo… ya lo he dicho alguna vez… pero a lo mejor también lo he encontrado y no me he dado cuenta. A lo mejor es hora de dejar de soñar con imposibles y vivir los posibles. Mi posible es muy fácil de vivir. No se queja. No me impone nada. No me obliga. Es fantástico. Fluye, como yo fluyo. Y si pretende algo más, no lo ha comentado. Aunque, si pretende algo más, debería comentarlo. Cuando quiera más, fijo que lo comenta.
A destiempo… ramera… a deshora… ¡puta! No consigo atraparla más de dos minutos… excepto a deshora… que me arrulla y hace arrumacos con su voz suave y su perfume dulce… ¡puta! Porque estás desocupada y aburrida, por eso vienes conmigo. Ve a ver a uno de tus tantos amantes. Esos que te regalan vino y rosas; y déjame en paz a mí, que te adultero y te obligo. No quiero saber de ti, sólo cuando tú no quieras saber de mí. El gato y el ratón dando vueltas a un círculo vicioso. Te escondes, te busco; te muestras, te ignoro. En realidad no te ignoro… lo intento, pero eres ese susurro en el puto viento, la voz en la puta noche. No te necesito a deshora, te necesito ahora, ¿dónde cojones te metes? ¿Qué debo hacer para atraerte, para tenerte, para atarte? Te gusta mi cama, lo sé. Me asaltas cuando más a gusto estoy, a sabiendas de que no te lo voy a impedir… y que tampoco te retendré conmigo… aunque debería, para darte una lección, y no soltarte en todo el día, para que no pudieras ir a visitar a otros… serías sólo mía… aunque fuera por un día. Exagero, lo sabemos. Eres sutil y fugaz. No soportas ataduras ni normas. Te va bien así. A mi me desquicias. Pero eso te gusta. Te gusta jugar conmigo, hacerme sufrir, tenerme horas pensando. Me obsesionas. Te necesito. Me relajas. Me oprimes para salir. Y pienso si te vas las veces que te tengo y cada vez que estás que te echaré de menos

Somewhere beyond the sea, somewhere…

Una de frikismo para relajar, que llevaba meses en la recámara:
“¿De verdad alguien se cree que el ser humano llegó a la Luna en 1969 y que, 38 años después, el gran avance tecnológico del momento sea Windows Vista? No cuela. O la industria esconde avances o lo de la Luna fue un montaje.”
Pepe Colubi, 10 géneros, 10 momentazos, Extra Tele de El Jueves.


Semanas y semanas después, por fin… ¡actualizo! Miles de perdones, pero las musas corren bastante más que yo.

jueves, 3 de mayo de 2007

Camino de vuelta / De vuelta al camino (Desandar lo andado)

Siempre hay una disyuntiva ante la cual tenemos que elegir. Eso decían Héroes, y es una verdad como un templo. Todo en la vida se reduce a una disyuntiva. Siempre he pensado que cualquier problema, por grande que sea, se puede reducir a la mínima expresión… igual es de alguien famoso y lo he copiado, pero bueno. Esto es que, incluso un problema de estado tiene como base una pregunta con la mínima respuesta posible: sí o no. Es algo difícil de explicar… como todas mis absurdas teorías. También sigo pensando que la política no es tan difícil como nos quieren hacer creer. Que gobernar es sumamente fácil, pero que, si lo supiéramos, derrocaríamos a la clase política. Hay quien lo llama conspiranoia. Pero ese es otro tema, que no quiero divagar, aunque acabaré haciéndolo tarde o temprano. El caso es que todo en tu vida puede depender de un mísero “sí”. De responder correctamente una pregunta. O de elegir a la persona adecuada. No pocas veces nos hemos arrepentido de no haber elegido el camino de baldosas amarillas, en vez de esas estúpidas escaleras mecánicas tan relucientes. Aunque ya lo dijo el gran Roberto Iniesta Ojea: no me puedo arrepentir de algo que ya he hecho. Es cierto. Algo que ya está hecho… pues tiene poca solución. De todas formas los humanos somos dados al “y sí…”. Ya inventó la máquina Y Si el Profesor Farnsworth en Futurama. Yo, más que el resto de humanos. Bueno, ya no tanto. Me atormentaba no haber escogido el camino correcto. Luego me di cuenta de que un camino no es correcto, no es más que un camino, es el caminante el que ha de decidir si es el correcto. Y, una vez que has empezado a andar, cualquier camino es correcto. O, por lo menos, siempre te queda la opción de intentar allanar los baches, cuidar las cunetas y limpiar la maleza. Con las subidas y bajadas no puedes hacer nada. Y generalmente después de una subida, siempre viene una bajada… generalmente. Hay una gran diferencia entre conocer el camino y andar el camino (Matrix). Aun así, andar según que caminos… es jodido. Dicen que todo se compensa. Que si el camino es duro, el final será fantástico. Sinceramente… el final de mi camino va a ser un barranco jodidamente hondo y escarpado. Mi camino, ¡mal camino!.
Y ahora una nueva gran decisión. Tan grande como la anterior… pero al revés. Si la otra no la pensé… esta está demasiado pensada… y no consigo decidirme. Es difícil. De hecho, va a ser muy difícil. Y de repente me asalta una duda: ¿de dónde narices saco el mal si me voy? Es una pregunta estúpida, lo sé, pero fundamental. Una vez más el dinero lo puede todo. ¿Tu sueño? Vale dinero. ¿Tus ideas? Valen dinero. ¿Tu culo? Vale dinero. Es así. No hay más. Por más que nos empeñemos unos pocos. Al final o te tragas lo ideales o los vendes… y es más rentable venderlos, seguro. Porque si te los comes, como mucho ganas un ardor de estómago y una mierda enorme. Nunca he tenido poder de decisión. Siempre me he dejado guiar no sé muy bien por qué ni por quién… pero no me iba mal. Yo por mi caminito, tranquilo y sin pensar demasiado. Luego te gusta algo. Te atrae. Te parece genial. Y resulta que no estás capacitado. Luchas contra corriente… y eso cansa. Al final te dejas llevar, una vez más, hasta el mismísimo océano. Vuelta a empezar el camino, desde un punto geográfico distinto. Pero ya no es lo mismo. Ya no es el camino principal. Resulta ser un caminacho secundario, lleno de matojos y piedras atravesadas en mitad. No entra la luz. Agachas la cabeza y miras al suelo. El suelo es lo único que siempre está ahí. Pueden soplar huracanes o brillar un sol infernal, el suelo se mantiene. Los árboles, los matorrales, los animales… todo perece. Todo pasa a la historia. Pero el suelo no. El suelo permanece inalterable. Abandonar a tiempo hubiera sido útil. Pero sigues el camino. Qué más da a estas alturas un suelo que otro, total, para pisarlo… El problema llega cuando se te ocurre levantar la mirada. En el camino principal había árboles altos, verdes y robustos. Pajarillos entonando bonitas melodías. Ardillas y conejos que sonreían y saludaban a tu paso. Flores bonitas y con suntuosos aromas. Pero ahora estás en un camino secundario. Aquí hay árboles rotos y podridos. Buitres y cuervos, carroñeros. Lobos y zorros ansiosos de carne. Pestilentes ciénagas. Casi mejor seguir mirando al suelo. Nunca mires a los ojos de las bestias… huelen el miedo. Y yo les tengo miedo. No es una locura. Es la vida misma. ¿Te arrepientes ahora? Todavía no… aunque espero no arrepentirme nunca. Retumban en mi cabeza las palabras del Robe. Una y otra vez. Estoy convencido de la certeza de dicha frase. No hay lugar para el arrepentimiento. No cabe. Lo hecho, hecho está. Me preocupa la distancia. Y el no retorno. Y la despedida. No pienso despedirme. No quiero despedirme. En casi tres años han pasado demasiadas cosas… y demasiadas buenas. Muchas personas. No soy amigo de las distancias. Una distancia física implica prácticamente el olvido. No soy dado a mantener amigos. Necesito el contacto físico para considerarlos como tales. Es un hecho. Tienen que andar detrás de mí constantemente. Es un defecto de fábrica, con difícil solución. He perdido amigos y parejas por esa dejadez. Aunque creo que estoy aprendiendo, poco y muy despacio, pero aprendiendo al fin y al cabo. Lo estoy viendo venir. Otra vez se acabaron las sonrisas, las risas y las carcajadas. Se acabó vivir. Empezaré a dormir… espero. Aunque estaré más cerca de ti. Lo cual también me da bastante miedo. Ya sabes, no soy dado a los compromisos… ni a la rutina fuera de mi rutina… y al sexo femenino le da por variar mi rutina. Quedan tantas cosas por hacer… y tan poquitas ganas de hacerlas. Dos semanas… un plazo demasiado corto para casi tres años de trastos, personas, dineros, historias… demasiado mucho para tan poco. Ya me han dicho que se me echará de menos. Es una afirmación un tanto ligera. Sí, los primeros días, sí. Pero luego todo cambia, dejas de formar parte de la rutina y todo se limita a una conversación esporádica, generalmente alcoholizada. Mi salud, sin duda, se va a alegrar. Menos excesos, más salud. Pero la mitad de calidad de vida… menos de la mitad… mucho menos de la mitad. Asombrosamente tranquilo para ser una decisión fundamental en la vida. Nunca lo he creído así. La procesión va por dentro. El que no duerme soy yo, no vosotros. No os voy a amargar con mis penas, ya tendréis las vuestras. Parecía más una excursión de ida y vuelta que una estancia prolongada. Nunca le doy importancia a nada… que no la tenga. Bueno, a veces, aunque la tenga. Voy a tomar de todo menos decisiones. Todo lo que se decir es: “no lo sé”. Empiezo a creer que no sé absolutamente nada… y menos todavía. Aunque enhorabuena a mis lectoras: allí escribía a razón de hoja por día, teniendo en cuenta que una hoja es prácticamente una entrada… fiiiuuu!!! Sus vais a hartar. Por cierto, a la persona que comentó que le molestaban mis idas y venidas… lo siento, va a haber una más… esperemos definitiva… o no.
El caso es que no quiero irme. Estoy a gusto aquí. Me duele dejar esta ciudad. Pero… creo que no tengo opción. Una y mil veces, el dinero manda… más que la voluntad de los hombres. Tampoco tengo muy claro porqué me vine. Claro tengo porqué me voy. Me duele pensar que me va a costar mucho venir. Las pocas vacaciones que tenga, fijo que no las pasaré aquí… creo. Hay prioridades… y he tenido muy abandonado a mi segundo gran placer. No sé cómo despedirme… de hecho, no sé si despedirme. Siempre he pensado que un mutis por el foro es mucho más elegante que una despedida con lágrimas y abrazos. Paso de lágrimas. No gracias. Me da la sensación de que es definitiva… y espero que no lo sea. Aunque me toque pedir perdón por no despedirme. Aunque luego haya lágrimas… por lo menos no estaré allí para verlas. Algunos se alegrarán… yo también, me alegro por ellos. Por los que tienen ganas de perderme de vista. Por ti, que seguro me estás esperando y te alegrará mi regreso. Por ti… aunque no sé si te alegrará mi regreso. Por vosotros… a los que debo mi vida. Por ti, gordo, que aunque invada tu espacio vital, estoy seguro que nos alegraremos los dos. A los que no diré que vuelvo… para qué. Miedo, tengo miedo. Siempre lo he tenido. No sé a qué. Supongo que al fracaso. O al olvido. No lo sé. A no ser. A no formar parte nunca de nada. A pensar. A no pensar. A no crecer. A crecer. A no hacer nunca nada que merezca la pena. A pasar con más pena que gloria. Al final. A irme. A quedarme. Le tengo miedo al miedo. A la primera vez. A la última. A una vez. A no cumplir con las expectativas.
Llegó el momento de los agradecimientos… en mi memoria no caben más personas de las que hay y, supongo, sobrarán muchas… que tengo que borrar. Las nuevas adquisiciones no sé dónde coño se meten, pero ocupan cada vez menos. Supongo que es cuestión de liberar espacio sobrante para hacer sitio a nueva información. No quiero más información. Hasta aquí hemos llegado. Gracias por estar aquí, pero… hasta luego… porque no me gustan los adioses. Los cinco o seis que ya estaban permanecerán, por supuesto. Los dos o tres nuevos… bienvenidos, ha sido breve pero intenso. Eso sí, hay que conocer los límites. No pienso involucrarme más. Ha sido suficiente y no tengo ganas de más, lo siento. Gracias a los cuatro que se han preocupado y enrollado, prometo haceros publicidad. No quería una despedida… y me estoy despidiendo. No lo volveré a hacer, prometido.
No todo está perdido… dice una canción (Skizoo & Búnbury). Yo me siento así, perdido. Es una despedida, me guste o no. Aunque sea un hasta luego. Todo se precipita, corre, vuela… y yo sigo parado, como en el ojo de un huracán. Todo girando a velocidad descomunal a mi alrededor y yo aquí… impasible, inalterable. Mírame en el ojo del huracán, vacas y tejados vuelan a mi alrededor, pero no me dan. A veces desearía que una vaca o un tejado me golpeara y me dejara en el sitio. A veces desearía saltar al huracán, a ver que pasaba. Pero sigo sin hacer nada. Debería dejar de escribir ahora mismo y hacer algo constructivo… o por lo menos útil. Y sigo sin hacer nada. Me da miedo hacer algo… y cagarla. Y que no haya vuelta atrás. No quiero irme… y me voy. ¿Qué otro remedio me queda? ¿No puedes hacer nada por quedarte? ¿Por qué siempre haces las mejores preguntas? Y no te la he respondido. Ni lo haré. Algo podré hacer pero… no pienso dejar pasar más oportunidades… siempre hay tiempo para irse a cagar a la vía. O para volver… o ir. Ya no sé si me voy o vuelvo, si vuelvo o me voy. Me da miedo el siguiente paso. Llevo dos días sin descansar, prácticamente sin dormir. Y sigo sin hacer nada. ¿Estoy deshaciendo mi vida? Más bien, deshilachando. Poco a poco. Hilo a hilo. Siempre todo es más complicado de lo que parece en un principio. El problema es no saber sopesar lo bueno y lo malo. O evaluarlo subjetivamente. Luego viene el batacazo. Desazón. Desidia. Hastío. Apatía. Y todavía no me he ido. Ni quiero. Algo bonito: algo de mí queda aquí. Desilusión. He aprendido mucho. Quizás demasiado. Ahora sé. Ha sido una etapa bonita. Sigue siendo la ciudad que más me gusta. Me sigue gustando andar por aquí. Y el lunes rueda de prensa y despedidas… no quiero despedidas, por favor. No quiero ponerme a llorar. No quiero que me vean así. No puedo comer. No puedo dormir. Tengo miedo ¿Cómo se quita el miedo? ¿Cómo se acaba con él?
Ahora vienen los reproches. ¿Cuánta gente me dijo que era un idiota? ¿Cuántos me han advertido? Y yo, y mis cojones, y mi cabezonería; que no, que ahora o nunca… a ver si había valido más escoger nunca. Con los reproches vienen los arrepentimientos. Hasta me siento culpable… una vez más. Como siempre. O casi, por lo menos. A todo se acostumbra uno. Qué le vamos a hacer… nada. Como siempre, eso sí. Siempre nada. ¿Y ahora qué? Que decían los Reincidentes.
Estoy retrasando la publicación. Quiero creer que es porque no quiero dar noticias con tiempo. Cuanto menos tiempo de reacción, menor impacto. Y menos gaitas. Así que haciendo cálculos… publicaré allá por el 3 de mayo o así. A una semana de los veintiséis. Toma regalo.

“¿tu no has oído nunca eso del "pasado, pasado está"? Pues ya es hora de que empieces a dejarlo ir... porque, aunque pienses que es algo sobre lo que no ejerces ningún tipo de poder, tú eres el único que lo retiene en tu presente... porque, en el fondo, te da miedo perderlo... porque a todos nos asusta un poco perder algo que tiene un trocito de nosotros dentro... por si nos quedamos incompletos.”
Sara.

Hasta aquí hemos llegado. Me… rindo. Nos vemos por ahí, quién sabe… igual hago un viaje de ida. No os preocupéis, volveré… y es una amenaza.

“Nunca fue tan triste una despedida,
nunca me creí que fuera definitiva”
Flor de loto, Héroes el Silencio.

Nunca usaré un adiós, pero sí un hasta luego.

“Me tengo prometido, no mirar al pasado
Con tanto que andado, como que sigo perdido
Me tengo prometido, ser como había pensado
De nuevo reinventado, de nuevo fortalecido
Ya tengo en el olvido, las veces que he jurado
Que no te había vivido, que sólo te había soñado”
REinvención, Hora Zulu

Miles de perdones a las personas de las que no me he despedido… no me gustan las despedidas… de echo, sólo me he despedido de dos personas y me he hinchado a llorar.

miércoles, 18 de abril de 2007

Entrada Encadenada (Mezclando)

Me han mentido. Alguien, me ha mentido ¡A mi! Que mi máxima es: “si no quieres contarme algo, no me lo cuentes, pero no me mientas”. Pues alguien me ha contado una mentira. Y haya sido quien haya sido, me importa. Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque. Bertolt Brecht. Y me importa porque ha sido de mi entorno. Me importa porque no quiero pensar que no se puede confiar en nadie. Me importa porque es una tontería, algo sin importancia alguna. Banal. Soez. Burdo. No tiene importancia… y me importa. No sé por qué. Bueno, igual a la persona que miente si le importa, pero desde luego a mí me parece de lo más tonto. Es una información sin la cual podría seguir vivo tranquilamente, y durmiendo a pierna suelta. No es algo que sea nuevo, ni voy a descubrir la pólvora, y lo he dicho mil veces, pero… no sé qué lleva a alguien a mentir. Se me escapa. En serio. Me mata. Y el grandísimo Friedrich ha dado, una vez más, en el clavo. Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti. Friedrich Nietzsche. Es por eso que me importa. Porque me asaltan las dudas. De ahora en adelante no hay problema: difícilmente vuelva a creerte. Pero, ¿y antes? Estoy seguro de que no es la primera vez que me mientes, así que… ¿qué otras cosas no son verdad? Eso es lo que me mata. Eso es lo que me reconcome por dentro. Lo que me pudre. Lo que hace que no pueda mirarte a los ojos. De todas maneras, me falta saber quién es. De momento conjeturo, pero es una acusación demasiado grave. Hay que andar con pies de plomo.
Más de lo mismo, pero en otro aspecto. Además de todo… es una falta de respeto. Nunca le he negado a nadie nada… si me lo pide. Me molesta que no se me haya informado. Al fin y al cabo… es mi cama. Y para empezar, la han deteriorado. No me importa que la hayan mancillado, si no que me la hayan jodido… y siguen sin informarme al respecto. He tenido que indagar, investigar, hacer pesquisas y suposiciones. Y no me gusta.
Nada es lo mismo. Deformar la realidad y mentir. Ocultar la realidad. Te quiero no es lo mismo que te quiero. Aquí no es lo mismo que allí. Vivir no es lo mismo que habitar. Si la vida parecía una flor, ahora la siento como madrugada.
En otro orden de cosas, es agradable cuando por fin alguien hace el esfuerzo y te dice la verdad. Lo que piensa. Por qué lo piensa. Y te deja las cosas claras, aunque sea un tópico tan grande como el “somos amigos, no lo concibo de otra manera” y cosas de esas, es gratificante aclararlo. Es una negativa que consuela. Es como decirte que te tienes que conformar con eso, con ser amigos. Que no digo que sea poco, ojo, es mucho más de lo que a veces se espera. Pero siempre queda ese pequeño haz de… no sé como decirlo. De decepción... o de esperanza. No sé. Una vez más, no sé explicarme. Mi cerebro concibe ideas que no soy capaz de plasmar en un papel. O en una pantalla, pal caso, patatas. Yo me conformo… no me queda otra, entre comillas. Me queda seguir ahí. Me queda soñar, es gratis. Me queda ser lo mejor que pueda ser, aunque piense que podría ser lo mejor en todo caso. Me queda ser el consuelo de estar ahí, de otro modo, pero estar. Siempre he pensado que la típica línea que separa lo posible de lo imposible es totalmente subjetiva. Mi imposible no tiene por qué ser tu imposible. Para mí, imposible eres tú. Y, desde luego, para ti, yo no soy imposible. Más bien todo lo contrario. Así que, visto lo visto, seguiré como hasta ahora: estando. Sin más. Sin sobresalir. Sin pedir mi parte de gloria. Sin destacar. Sin intentar. A la larga vale más ser simpático que ser guapo. Sara. A la larga vale más ser amigo que ser pareja. Y, una vez más, amistad es un término subjetivo y confuso. Como lo del bien y el mal. Cada uno tiene su propio concepto, o debería, lejos, algunos, de los preceptos sociales.
Me conformo. Aprendo. Y luego estás tu. Un viejo descubrimiento con nuevas sensaciones. Y aún conservo tu olor, Aún conservo tu olor, Lo conservo entre mis dedos. Sin complicaciones, fácil y sencillo, casi sin querer, sin prisas y sin reproches. Porque huelo a ti, porque te ríes de mi, porque sonrió por cualquier cosa cuando estoy contigo.
Voy aprendiendo, no pasa nada, la vida es larga, y yo no guardo rencor, pero tengo memoria, aunque sé que nunca aprenderé a perdonar si me lo hiciste una vez, bien, yo ya te lo haré. Pero aún así… soy capaz de divertirme con el pasado y el dolor. Y ya nada es como antes, no es ni mejor ni peor, seguramente sólo es diferente. Me ha llevado tiempo acostumbrarme y ceder, pero al final lo he conseguido. Que te hable, que acepte a ser tu comparsa y que te haga reír otra vez no significa nada nuevo… pero si diferente. Casi sin querer he ampliado la frontera. Va en mi naturaleza. Intento cerrar la puerta, pero siempre queda una ventana abierta. Supongo que es por airear la casa y que no se envicie el ambiente con el hedor del rencor. Es un avance importante, pero muy probablemente no haya ninguno más. Es suficiente… de momento. Estoy seguro de que llegaste a tiempo, si hubieras llegado un día más tarde todo seguiría igual. Pero justo ese día… todo encajaba, hasta la distancia. Incluso la falta. Y las piezas encajaron poco a poco. Pero todo es gracias a ti, que me enseñas, me dopas, me alteras… a mejor. Y contigo no echo de menos el mal, ni lo necesito. Y eres la parte fundamental del puzzle, en el que, a veces, encajan demasiadas piezas y parece no tener final. Fíjate si me cambias, que he aprendido más de mí en dos días que en muchos años. Necesitarias una entrada entera... que igual te regale, por qué no...


Siento que mis lectoras se van a perder un poco en esta entrada. No os preocupéis, es normal. Lo entiendo. Mezclo gente sin avisar, sin dar datos ni nombres. Pero también sé que, de un modo y otro, lo vais a entender.
¡Oh no! He acabado la entrada y no tengo canción que poner… esto retrasará la publicación, es un hecho.


“Vengo andando rápido
y con una idea dentro
protegiendo la razón
haciendo caso a un sentimiento
escuchando el corazón
saboreando este momento”
Andaluz de nacimiento, Hora Zulu
Creative Commons License
Esta obra está publicada bajo una licencia Creative Commons.