miércoles, 24 de diciembre de 2008

La vida es lo que pasa y yo la cuento por caladas, toneladas de caladas

Lo cierto es que me obligo a escribir esta entrada. Me siento delante del ordenador en mi nuevo escritorio, dentro de mi reformada habitación; convertida ahora en cubículo para dos. A lo que venia. Me siento y me digo: “Venga, escribe algo. Vamos.” No es imperativo, pero casi. Y lo cierto es que en cuanto mis dedos se posan sobre el teclado y mi vista se pierde en el fondo blanco, fluyen las letras formando palabras. A veces una canción me bloquea. Me gusta. La canto. Me pierde. Ya no sé lo que estaba escribiendo. No me gusta releer, porque acabo cambiando cosas, así que acabo divagando sobre la inspiración, las drogas… y ya. Como ahora. Volvamos.
Tengo que escribir. Lo necesito. No sé por qué lo dejo. Bueno, sí lo sé. Siempre hay una alternativa, llámese Football Manager 2009, elJueves, Facebook o piscina. A veces ni siquiera eso, es pereza. Ese es el por qué de mi ausencia. Me instáis a que escriba (esto va por Sara y Marysol), que no es malo ni mucho menos, pues tenéis razón: debo escribir. Pero la inspiración es tan esquiva…
Lo cierto es que ha podido ser la ausencia más prolongada desde que empecé el blog. Ya no sólo es que no publique, es que tampoco escribo. Cierto es que tengo unas cuantas letras juntadas en mi documento de Word… pero no me acaban de llenar. Les falta algo. ¡Tengo hasta cosas positivas! Me sorprendo a mi mismo. Pero no acaban de… no sé.
Me prometí publicar una entrada pidiendo disculpas por mi ausencia, y prometiendo volver, antes de hoy, día veinticuatro de diciembre… y casi no lo cuento. En fin.
Volveré. Es sólo un aviso.

Feliz Falsedad a todos, que paséis buenas fiestas.

“Casualidades, casaos con las vocales,
cansao de dualidades y de rapers falsos como las navidades.”
Ahora vivo de esto, Tote King



P.D.: Este año igual no hago resumen…
P.D.2: Sara, espero no tener que decir adiós, ya sabes, no me gustan las despedidas. Un abrazo.

sábado, 4 de octubre de 2008

Sufrir es el modo de estar activo sin hacer nada

No soy sociable, es más, soy antisocial. Ni lo niego, ni lo oculto. Es lo que hay. No me gusta la gente. La gente, generalmente, da asco. No quiero conocer gente, gracias. Acaban por defraudarte. Ya no soy el único que lo piensa. Siempre pensando en si misma. Siempre avasallando al prójimo. Siempre riéndose de las desgracias ajenas. Siempre malmetiendo. Parece que quieran herirte, hacerte daño, que sufras, porque si alguien sufre más que ellos es como si no sufrieran, como si lo suyo fuera menos. La gente odia… no tengo más odio que el odio que me tienes, co. A veces sin razón… bueno, no hay razón para el odio, así que es siempre sin razón. Viven por y para hacer el mal… no toda la gente, evidentemente, generalizando… aunque sé que no es mi estilo. A la gente le suda la polla el resto de gente, de congéneres, de coetáneos e, incluso, allegados. Supongo que tendrá algo que ver con la falta de respeto. Si ya no nos respetamos entre humanos, no te quiero ni contar lo que pasa con el resto de seres y cosas. La vida esta devaluada. Nada vale nada. La vida vale nada. No nos respetamos ni a nosotros mismos. Acabaremos abocados a la destrucción, es un hecho.
Luego resulta que también soy buena persona... y estoy bastante harto. Ser buena gente siempre te hace perder el tiempo y, a veces, el dinero. No se puede ser buena persona hoy en día. Si eres buena gente te engañan, ningunean, menosprecian. Te harán trabajar más de la cuenta, o fuera de hora o, incluso, gratis. Se aprovecharán de tu buena fe conocidos y vecinos, jefes y no tan jefes, hasta los amigos… bueno, a éstos se les perdona. A lo mejor sólo me pasa a mi. A lo mejor es que funciono al revés, que no sé decir que no, que no me sale ser mala gente. Intento respetar al prójimo, pero no hay reciprocidad. Intento no molestar, pero siempre tengo la sensación de hacerlo. Cuando se es buena gente, a parte de la cara de tonto, tienes la sensación de que lo eres, de que todos lo hacen bien y eres tu el que está equivocado. Y todo el rato me intento convencer de que no, de que estoy en lo correcto, de que lo más importante es el respeto, el vive y deja vivir. Pero cada cierto tiempo me canso, me harto o me decepciono a mi mismo. Odio a la Humanidad. No hace más que darme motivos para odiarla. Y no quiero. Sé que hay gente maravillosa por todas partes, gente que sonríe, gente que respeta, que se preocupa por los demás, que ayuda... y aún así... estáis condenados a vuestro propio infierno.
Y lo más sorprendente es que también soy lo mejor que le ha pasado a alguien. Ya sé que ahora todos pensareis que qué bonito, y todas esas cosas. Sí, muy bonito, pero es una responsabilidad. Partiendo de la base de que, que yo sea lo mejor que le ha pasado a alguien, es un tanto… triste, no por el hecho en sí, si no por la persona. Cómo puede un tío marginal, freaky, antisocial, aburrido, etc. Ser lo mejor que le pasa a alguien. Eso demuestra que el ser humano es extraordinario. O que está mu loco. Y ya me sé la historia de la baja autoestima, de la infravaloración y demás eufemismos. Blablabla. No es que me quiera poco, ni mucho menos. Simplemente intento ser objetivo. Y, siendo objetivo, soy un tío aburrido y parao, raro de cojones y bastante drogadicto… entre otras cosas. Es cierto que algo bueno he de tener… soy buena gente, no deseo el mal a nadie… y supongo que poco más. También es cierto que hay gente que se conforma con poco. Yo mismo, entre otros. Soy feliz con poco. Bueno a lo que veníamos que me disperso. Es una responsabilidad y a la vez, no lo es. Esto es; hay que mantener el nivel, pero no hay nivel. Ya sé que me explico muy mal, lo siento. Cuando eres lo mejor que le ha pasado a alguien por algo que has hecho, debes de seguir en la misma línea. Pero yo soy lo mejor que le ha pasado a alguien sin haber hecho nada, sin esforzarme. De hecho, no he sido ni consciente. Eso si que empieza a ser bonito. Y estar con una persona que piensa que merece la pena perder su tiempo contigo…

“Yo no sé si debí besarte,
sólo sé que darme largas no es maduro por mi parte”
Dos minutos, Pablo (con Jab Jones).

Algún día… hablaré menos de mí, prometido.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Hay que empezar despacio a deshacer el mundo

Se matan ideales. Se encierran ideas. Se boicotean estupendas ideas por no ser rentables. Por no dar resultados. Quizás necesitamos un diluvio. Para empezar de cero*. Nos manejan, nos manipulan, nos utilizan. Pero nuestra displicencia nos impide hacer nada. Nos quejamos. No hacemos nada más. La crisis energética llegará. Estoy seguro. O a lo mejor tienen el motor de agua guardado en un búnker secreto y no pasa nada. Pero algo que dura para siempre no es rentable… o es carísimo. Tendremos problemas. Las tan temidas crisis no acabarán pasando. Hay una gran diferencia entre las bocas que hay que alimentar y lo que alimenta esas bocas. Todos queremos un coche. Un piso. La diferencia entre ricos y pobres se agranda. Pronto no habrá clase media, como no habrá otoño ni primavera. Todo se va a desmoronar. Sólo me pregunto qué será antes, nuestra propia destrucción, o nuestra propia ruina.
No espero una revolución. Yo soy parte de la masa. Pero sin consciencia ninguna.
Pase lo que pase con la raza humana… nos lo tenemos merecido. Me gustaría pensar que llegaríamos a más, de un modo menos salvaje. Que podríamos mejorar como especie. Perder los vestigios que nos quedan y mejorar nuestra naturaleza. Como en Heroes, vamos. Pero sin llegar a volar. No me parece del todo posible. Pero sí la capacidad de regeneración, por qué no. O la telekinesia. O la capacidad de oír a grandes distancias. O de leer el pensamiento. No sabemos prácticamente nada del cerebro humano. Es un potencial increíble encerrado en una jaula… algún día podría salir. Pero estamos abocados a la extinción. Más antes o “más” después. Dejaremos pasar la vida… como hasta ahora. Nos reiremos de los supuestos avances de la ciencia. De la tecnología. Nada nos salvará de nuestro destino. He visto el futuro… o lo he soñado, no lo sé. Un tío radioactivo explotaba y se iba a tomar por culo Nueva York entero. O se liberaba el virus Shanti y extinguía al noventa y tres por ciento de la población de la Tierra. O eso pasaba en Heroes… o confundo la ficción y la realidad… o… se me va la pinza… sí, va a ser eso.
Yo también debo ser alguna especie de super-héroe o algo así. Mi súper poder es la capacidad de olvidar. O la de no sentir ningún tipo de sentimiento. La de estar vacío. La de no tener personalidad. La de dejarse llevar. La de ver el lado positivo a todo eso no debe ser bueno. La de establecer demasiados vínculos. La de confiar, sin más. La de creer. La de dejar pasar la vida a ver si explota todo de una puta vez y nos vamos a la mierda. O a lo mejor nos pasa a todos.
Ahora casi en serio, sean felices. Disfruten de la vida. Vayan de concierto. Cómprense buena música. Descárguense todo lo que les apetezca. Vean mucho cine. Todo el que quieran descargado y de cuando en vez, alguna peli que merezca la pena, vayan a verlo al cine… aunque está carísimo de cojones. Disfruten de sus amigos, de su pareja, de su familia. Resérvenles el tiempo que necesiten. Aunque les cueste mucho del suyo. Merece la pena. Y el tiempo sobra. Lean mucho. Blogs, periódicos (los menos manipulados, sin los hay), revistas, El Jueves, libros… evidentemente. Disfruten del trabajo, se puede. Todo tiene un lado positivo. Compartan su opinión. Hablen. Ofrezcan su sabiduría. No ofendan al prójimo y trátenle de igual a igual. Respétenle. Todo eso, se contagia, se pega. Es como un virus. Si todos ofrecemos lo mejor de nosotros, sin dejar de ser nosotros, si cambiamos nuestro pequeño mundo, todos los que forman parte de ese mundo harán lo mismo, y entre todos, quizás, cambiemos el mundo, desde lo más pequeño, nos quede lo que nos quede en él.
A veces… no todo es tan negativo como nos lo pintan y aunque nos manejen y nos utilicen, seguimos siendo nosotros. No sé. Es complicado de explicar… y yo me explico muy mal. El mundo se va a la mierda así que, qué cojones, que me coja feliz y contento. A tomar por culo el mundo.


Hacedme un favor, visto que yo no saco tiempo, ved la película Zeitgeist, en inglés y subtitulada en castellano. Sobretodo la segunda parte (alrededor del minuto cuartenta). También podéis ver la entrada en la Wikipedia sobre la peli. Esto último es opcional.

“No hay silencio en una ciudad y eso es muy duro,
tan duro como vivir con este miedo al futuro”
Javat y Kamel, R de Rumba


* Idea extraída de la serie Heroes, casi no lo sabíais, ¿eh?


No os quejaréis, al final no es una entrada tan negativa como parecía… en fin. Se me va la pinza.

sábado, 16 de agosto de 2008

Medio año pa escribir cuarenta segundicos, creo

Y es que el exceso de trabajo no suple la falta de talento, que dice el Robe, pero la total ausencia de trabajo no ayuda nada al talento. Me abandono. Me encuentro. Me pierdo. Dejo de leer. Me entretengo en algo más banal, más mediocre. Eso y que… ya lo dijo el Urquijo que se murió: necesito estar triste para componer. Y es que la felicidad no conduce a ninguna parte. Qué sentido tiene ser feliz. Menos mal que la vida no para de darnos motivos para la tristeza. Empezando porque siempre hay infelices sufriendo lo que te tocaba a ti. Es como lo de que a cada hombre le tocan, por estadística, siete mujeres… anda que no hay tipos con catorce… o vaya usted a saber. El hambre, las guerras, las enfermedades, los desastres naturales. Muerte y destrucción por doquier. Creo que debe ser condición del ser humano. Descubrir. Conquistar. Arrasar. Cuántos idealistas. Todos muertos. Al final el mal, el capital o la muerte, siempre acaba ganando. Y una cosa lleva a la otra… hasta que te mueres. Sin dejar nada a tu paso. Sin haber mejorado nada. Prácticamente como si no hubieras estado nunca. Resulta que hay tantísima gente prescindible… y olvidable. Al final todo se olvida. Sólo se acuerdan de algunos pioneros… y porque conviene. Seguro que le interesa a alguien que Platón sea Platón o Picasso, Picasso. Las cosas funcionan así. Todo lo que se hace en este mundo tiene varias caras. Absolutamente todo. Nadie da nada gratis. Es imposible. Tiene que haber un beneficio a las partes. Por definición. No existe el altruismo (Del fr. Altruisme). Seguro que es una palabra inventada. Al final estamos de pasada y nada más. La vida es efímera. No merece la pena coleccionar posesiones materiales. Sólo experiencias. Momentos. Recuerdos. Personas. Bueno, personas… casi no. Me pregunto si en los seis mil millones de almas hay alguna absolutamente pura. Quién no se ha vendido. Quién no ha mentido. Quién no ha faltado a su palabra. Quién no ha ensuciado su karma. Intenta recordar. Seguro que heriste a alguien alguna vez. A lo mejor, a propósito. Algo dentro de ti lo sabe. Aquello no fue del todo sin querer. Las cosas pasan por algún motivo. No existen las casualidades. Cada acción elimina todas las posibilidades. No hay vuelta a tras para casi nada. Seguro que has mentido. Es imposible no mentir. El ser humano tiene una extraña predisposición para mentir. Algunos, para rebajar su significado, le ponen la coletilla “piadosas”. Pero una mentira es una mentira, con o sin coletilla. Toda mentira es una bola de nieve inmensa en potencia, por pequeña que sea. ¿No te ha atormentado nunca una mentira? ¿No has sentido como tragabas la verdad garganta abajo? Has titubeado. Has temblado. Has desviado la mirada. Has parpadeado excesivamente. Has sudado. Te has mordido el labio. Te has rascado compulsivamente. Te has tocado el pelo. Te has frotado las manos. Has buscado algo que no tenías en el bolsillo. Has fingido una cita ineludible. Has mentido. Al fin y al cabo, eres humano.

“Se me debe exigir que busque la verdad, pero no que la encuentre.” Denis Diderot

“La verdad nunca daña una causa que es justa.” Mahatma Gandhi

“Hay millones de facetas de la verdad, pero una sola verdad.” Hermann Hesse



Meses y meses sin una idea… vueltas y más vueltas a cuatro frases mal atadas. Y de repente… te tiras un pedo y sale todo esto. Un tema recurrente tratado sin ningún tipo de orden ni concierto… no espero que lo entendáis todo… si ni siquiera yo puedo. Mi cerebro es un jodido caos.

lunes, 11 de agosto de 2008

Fumo para mantener a raya a mi conciencia.

Hay algo aquí dentro (dedo en sien) que no funciona. Ya no es que no lo entienda, es que no va bien. Pienso cosas que no entiendo. Hago cosas que no entiendo. Digo cosas que no entiendo. Es como si mi cerebro funcionara a parte de mi conciencia (o cómo queráis llamarlo). Me quedo mirando al vacío, pensando en nada, continuamente. Tal parece que se ponga en stand by mi cerebro. Ya nada me preocupa. O eso quiero creer. Ya no tengo anhelos ¿Es, acaso, que lo tengo todo? Entonces, ¿qué es esta sensación de que falta algo? De búsqueda. De espera… de algo que no llega. Siempre con la sensación de que falta algo, siempre con la ansiedad de no saber qué es. A lo mejor es que necesito una preocupación. Pero, ¿cómo preocuparse de algo cuando no hay nada por lo que preocuparse? ¿Debo disfrutar el no tener preocupaciones? Eso sin duda. Cada día está hecho para ver el lado positivo de las cosas. No aspiro a más.

Lo único que sé con certeza es que no quiero responsabilizarme de nada. No quiero tener que encontrar respuestas a un montón de preguntas complicadas que, en realidad, no me importan. Sara.

Nunca he sido muy avispado, y mucho menos si hablamos de relaciones personales. Nunca he sabido “tirar los tejos” y nunca me he dado cuenta si me los han tirado. Que yo sepa o me hayan contado, tres veces. A ojo. Una fue bastante directa, tipo me gustas. Sin lugar a dudas. La otra acabó parecido… pero yo ya me había percatado… al cabo de bastantes años. Soy un poco lento, que le vamos a hacer. Y de la última… no me acuerdo. Recuerdo un juego de cartas… cerveza… porros… canciones… porros… cerveza… chistes… porros… calimocho… (falta escena)… sueños raros… las siete menos cuarto… en pie… resaca. Una conversación agradable, un guiño, una broma, un gesto, ingenuidad… resulta que todo eso, con algún añadido físico, es flirtear. Resulta extraño… y difícil… tengo que dejar el mal. Tampoco le encuentro el sentido a serle infiel a tu pareja... no cabe. Me parece una absoluta falta de respeto. Y, sin embargo, hay gente que lo hace y le parece lo más normal del mundo... no entiendo, de verdad.

“Consolando a una chica de 19 años me siento igual que un enfermo de Parkinson jugando a ser cirujano con una llave inglesa” Hartigan (Bruce Willis), Sin City

Y ya estamos otra vez. El mal, el mal y otra vez el mal. No sé que hacer con él. Ni conmigo. La vida pasa sin hacer demasiado ruido. Apuras los días libres como si te fuera la vida en ello. El resto, simplemente transcurren. Las pequeñas alegrías te dan todo lo que necesitas. Nada nubla tu juicio. No tienes de qué preocuparte. El futuro está demasiado lejos como para ir a por él. Siempre hay un hoy dispuesto a retarte, a tentarte, a desafiarte. Siempre aceptas el duelo. Parece que ganas. Pero siempre hay un hoy dispuesto a desafiarte… deja que llegue la primavera, y así me paso la vida entera.

“A veces la verdad no importa como debiera... pero siempre debes decirla...” Hartigan (Bruce Willis), Sin City

* Para algunos vivir es galopar
un camino empedrado de horas,
minutos y segundos.
Yo más humilde soy
y sólo quiero que la ola que surge
del último suspiro de un segundo,
me transporte mecido
hasta el siguiente. *

* Extraído del libro de poemas "La mala gana" de Santos Isidro Seseña. (Yo de Salir, de Extremoduro)

miércoles, 25 de junio de 2008

Al menos ya no nos echamos de menos si no nos vemos

“El amor es como que te encule un senegalés: duele, pero tienes que probarlo”. Al final te acabas acostumbrando. Luego están los que pagarían por algo así. Los de una y no más. Los de otra vez, otra vez. Y los de me suda la polla el senegalés y su verga de veintitrés centímetros. El amor es libre, como el miedo. Algunos no llegamos a comprenderlo. A otros les da miedo. Supongo que es una palabra demasiado grande… y no me gusta usarla. Alguien dijo alguna vez que te amo es lo más completo que le puedes decir a alguien, que amar lo engloba todo, lo es todo. Yo… como diría Carotone: me cago en el amor. No hay quien lo entienda. Se me escapa. ¿Qué cojones es amor? ¿Es, a caso, reírte con tu compañera? ¿Echarla de menos cuando no está? ¿Estar a gusto con ella? Si es así… yo no lo llamaría amor.
Ama con locura el amor no dura pa' siempre, nunca digas nunca pero nada es para siempre. Odio ser incapaz de amar en toda regla (…). Yo creo que es eso, me siento incapaz… no voy a usar la palabra, que conste. Pero es que… para poder amar a los demás primero aprendí a amarme a mi mismo, y cuando ya amas a alguien, es difícil repartir. En esencia… no creo en el amor. ¿Me amas?, a cuantos más con las mismas ganas. ¿Acaso no seríais capaces de amar de igual manera a los que ahora no comparten vuestras vidas?… esto es, ¿no has amado igual antes? ¿Acaso no amarás igual después? Dicen que el amor es único… yo digo que es sólo una sucesión de acontecimientos. Amar para que, ¿para acabar amargado?, somos de los que odian amar pero quieren ser amados. En realidad todo el mundo quiere ser amado. De hecho, todo el mundo quiere todo lo bueno, ¿o no? ¿No querríamos todos lo mejor para nosotros mismos? Si dicen que el amor es bueno, lo quiero. Es normal. Luego dicen que lo que mueve el mundo es el amor… y una mierda. Cuando un marido mata a una mujer por amor… cuando una mujer no deja al marido maltratador por amor… algo se mueve en el mundo, sí. Voy a odiarte hasta que me ames, pa que me ames hasta odiarte. El caso es que el amor es difícil… y no me gusta que se use la palabra fácil, a la ligera. Todo el puto mundo está enamorado. Cada dos por tres, los mismos enamorados se desenamoran con la misma facilidad con la que se enamoraron. Yo… igual… igual no sé amar. Sigo sin saber que es el amor… y no hago más que usar la palabrita de los cojones. Igual es que soy muy raro. Evidente. No sé amar sin condiciones, sin excusas ni prisas, odio las malas caras y sospecho las sonrisas.
Al final… lo empíricamente cierto, la Real Academia de la Lengua:
amor.
(Del lat. amor, -ōris).
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.

Hay bastantes más acepciones, pero bueno, no nos ocupan. Me mola lo de “partiendo de su propia insuficiencia”. Da por hecho que el ser humano es insuficiente, que lo es. De hecho, es insuficiente solo, que no cuando busca y encuentra la unión con otro ser. Tampoco lo creo. Al final uno se puede enamorar hasta de la propia vida (así, en general). La segunda no está del todo mal. Falla lo del “procurando reciprocidad en el deseo de unión”, es un poco frío, como que una de las dos personas lo hace por… reciprocidad. Para no quedar mal o algo así. Y me gusta lo de que nos “da energía para (…) crear”, lo cual es el auténtico sentido de la vida: crear. La tercera incluye el “algo”, que hay gente que se enamora de unos zapatos… por qué no… en fin.
Luego están los términos relativos al amor. “Novio/a”… es algo que la gente usa a destajo, y no. Novios son los que se casan, joder… y luego está ese extraño sentimiento de posesión: mi novio/a. Mío no es nada… es suyo, en todo caso.

Pero soy muy raro, ya lo sé. Y sé que yo hablando de amor es como un enfermo de párkinson operando a corazón abierto… pero bueno. Es más fácil abrir en canal a una rana… no sé si me explico.

“Que ni tu eres mía ni yo soy tuyo,
así que, si veo que algo que me inspira huyo,
huyo pa que no me mires,
pa que no me midas,
amor prohibido escribo a escondidas.
Si bueno, he tenido amores cortos,
he cometio errores tontos,
pero creo que aún es pronto… pero creo que aún es pronto…
Flowklorikos…
Rafael Lechowsky…
Estás falto de amor me dijo… pero donde duele inspira…”
Por amor al odio, Flowklorikos.

P.D.: Quiero a mi pareja. Ahora mismo, es lo que mueve mi mundo.

martes, 27 de mayo de 2008

Aniversaños (diez y trece de mayo)

Veintisiete suena mal, lo digas como lo digas. Ya no sé si es que no me pesan los años o es que paso de cumplirlos. Los veinticinco me dolieron bastante más. Pero los veintisiete me acercan inexorablemente a la treintena… eso si que da miedo. El paso del tiempo va en contra de mi pensamiento positivista. No cuadra. El paso del tiempo implica que la sociedad te empuja a hacer cosas. Cásate, ten hijos, un trabajo estable, con buen sueldo, búscate un piso… no, gracias. Prefiero mi soltería, aunque con compromiso, ninguna descendencia, mi trabajo estable pero mal pagado y vivir con mis progenitores. El tiempo va demasiado rápido. Tendrían que darnos un año por cada dos. O a lo mejor es que ahora todo parece pasar más deprisa. Ahora que lo único que haces es trabajar y estar ocioso (work/play). Ahora ya todo va rodado. Todo es igual. Intentas cuadrar un poco las vacaciones según te convenga y ya. Algún puente por ahí. Y ya. En realidad, un año pasa como si fueran trescientos sesenta y cinco días. Nada más. Y para mi, sólo un montón de lagunas. Hace un año… volví. Con todo lo que ello conlleva. Empecé a currar. Y todo lo demás. Cualquiera lo habría dicho. Ya un año. Todo pasa en un suspiro… excepto cuando lo vives. Las semanas son largas, los meses son largos… pero los años son cortísimos. Y una cosa es que pasen los años y otra bien distinta hacerte mayor. La música es parte fundamental para no envejecer. Una persona se hace mayor el día en que deja de escuchar música de forma habitual. Y lo corrobora cuando, al escuchar determinada canción, evoca un recuerdo que hace tiempo olvidó. Así pues, no soy viejo, aunque haya gente que lo piense. Lo puedo afirmar con rotundidad. No pasa un solo día en el que no escuche música. Y no viejo en el sentido de canoso, senil, cincuentón, ni nada de eso. Viejo en el sentido del peso de los años. A los treinta y pico seré madurito, espero. Incluso maduro. Como la fruta que se cae el árbol.
En fin. Es todo medio coña, ya sabéis. No me siento mayor. Tampoco joven. Si salgo por ahí un finde me rallo fijo, o los demás son inmortales o me estoy haciendo viejo. En realidad uno tiene la edad que tiene, sin más. Y hagas lo que hagas, hazlo porque te da la gana. Es básicamente y a grandes rasgos la forma de estar a gusto con uno mismo. No tengo prisa para nada, sinceramente. Ni para independizarme. Ni para hacer planes a largo plazo. Ni para tener descendencia. Las prisas nunca fueron buenas compañeras. Está claro que hay cosas que llegan, nadie sabe cuándo ni por qué, pero llegan. De repente tienes la necesidad de hacer cosas que antes no hacías. De la misma manera que antes hacías cosas que ahora no tienes la necesidad de hacer. Que el hip hop o el rock no son para mayores de treinta… pues peor para ellos, sinceramente. Si has escuchado buena música hasta los treinta y dejas de hacerlo… nunca te gustó la buena música. Distinto es que te molen ciertos artistas (no pondré nombres por si ofendo)… si no tienes quince años. Háztelo mirar. Y, por cierto, yo no sé lo que es buena o mala música.
Tres días antes de hacer veintisiete empecé a trabajar. Y tres días después de hacer veintisiete también hacemos uno… en pareja.
Un año se pasa… se pasa volando. No podría recordar cuatro anécdotas, pero se me ha pasado echando leches. Y día sí, día no, dos veces por semana, alguna escapadita, vacaciones en común… muchas cosas en todo un año. Muchas cosas para pasarlas en un solo día. Demasiado pasado para recordarlo. O cuestión de poca memoria.
Que bonito es el amor y que pronto se gasta.

“Libera mi mente de esas vertientes
De números pendientes, rodeado de serpientes
Riega de autoestima a los míos cuando despierten
Y protege las murallas de mi fuerte estando ausente
(…)
Y así somos felices, 13 bendice mi fe, (…)”
13, Flowklorikos.

martes, 20 de mayo de 2008

La leyenda del perro-flauta (por Despro)

Asco de vida. La sociedad hace siglos que no avanza. Por más que se empeñen en pensar que sí. Y desde las últimas crisis mucho menos. Ahora que todo está en pleno caos parece que se multipliquen los agoreros. , pregonan. Como hace años. La religión no nos salvó de los terremotos. . No supo predecir las grandes catástrofes. Ni evitarlas. Pero yo soy optimista. Ahora parece que no vamos del todo mal… desde que reina la anarquía. Los grandes terremotos obligaron a la creación de estados desplazados… o a desplazar los estados, no estoy muy seguro. Después de que las placas tectónicas chocaran entre sí creando nuevas fronteras naturales, los estados perdieron el sentido. Mucha, muchísima gente murió. El agua potable escaseaba. No había medios. Todo en ruinas. El caos. Los políticos mostraron entonces su peor cara. Bueno, su verdadera cara. Esa que vende a una madre por dinero o poder. Después de que mataran a todo el que se hiciera llamar político todo empezó a ir a mejor. Cierto es que no apruebo la violencia pero… hay casos. Llegó un grupo de salvajes y los decapitaron a todos. Eso sí, no sin antes celebrar un juicio popular. Resultó que no había inocentes. Una pena. Ahora sobrevivimos entre bandas callejeras, justicieros enmascarados y patrullas vecinales. Todos ellos armados hasta los dientes. Salir a la calle es toda una aventura. Y llegar a casa sano y salvo, una odisea. Peo el ser humano sobrevive. Se adapta. Yo tengo una máxima, la misma que me ha acompañado toda mi vida: vive y deja vivir. No me va mal.
Opio. No es legal, pero tampoco es ilegal. Claro que, no tengo muy claro que haya leyes hoy en día… tendré que consultarlo. Yo voy al Deliropium Tremens. El dueño del local no tiene demasiada imaginación.
  • Nelson, lo de siempre.
  • ¿Te puedo proponer un trato, Despro?
  • Sólo si salgo beneficiado.
  • Fumarás todo el opio que quieras.
  • Acepto.
  • Vale, de todas maneras, te lo cuento.
  • Venga, va.
  • Me han traído un opio nuevo. Pero le pasa algo extraño.
  • Y pretendes que me lo quede.
  • No del todo. Necesito que lo pruebes.
  • Vale, pero ¿por qué dices que le pasa algo raro?
  • Hay a gente que no le hace ningún tipo de efecto.
  • ¿Entonces?
  • Se lo fuman y siguen igual. Incluso en altas dosis.
  • No entiendo.
  • Hay gente que dice que persigue algo que nunca alcanza, una quimera. Casi siempre, un animal… un perro. Y se rallan, no les gusta. Ya sabes como son esta gente. Necesitan evadirse y un opio que no evade no sirve de mucho.
  • No sé dónde encajo yo. O me pasará eso o no sentiré nada.
  • O no. Este opio es especial. Ya lo fumaban los monjes hace eones. Y cuentan las leyendas que a los que de verdad les hace efecto, ven el futuro.
  • No creo en leyendas.
  • Está bien. Toma, prueba. Te haga efecto o no, será todo para ti.
  • Si no me hace efecto, ¿para qué coño lo quiero?
  • ¡Qué se yo!
  • En fin. Prepárame una pipa, por favor.
  • Toma, aquí tienes.
  • Gracias, te mantendré informado del futuro.
  • Jeje, muy gracioso. Un consejo, no sigas al perro.
  • ¿Perro?

En fin. Este Nelson. Es un buen comerciante, pero vive estancado en el pasado. Reza a un antiguo dios y cree en leyendas de monjes. En fin. Está bueno. Huele bien. Es suave. Deja un sabor agradable en el paladar. Mmmmmm. Creo que si me hace algo de efecto. Igual es que ya voy todo el día colocado…
(2 horas después)

  • Despro, ¿estás bien? Despro
  • Despro…
  • Vaya… hola Nelson.
  • Llevas dos horas de trance.
  • ¿Dos horas? Vaya… eso es demasiado, ¿no?
  • Bueno… te he visto viajes peores… ¿qué tal?
  • No vi ningún perro.
  • Bueno, ¿y?
  • Nada. Absorto en mis pensamientos. Ha estado bien. No demasiado fuerte.
  • Vaya… no es lo que esperaba pero… quédatelo.
  • Me lo guardas tu, ¿vale? Así vendré aquí a fumármelo. Bueno, dame algo para casa… mañana más.
  • Hasta mañana.
El caso es que… … … vaya, ¿quién eres tú pequeño amigo?, un perro flauta… ¿por qué le hablo a un perro? Toma, algo de pan que me ha sobrado… vaya… estás contento, eh… … … hasta luego cánido amigo. No me sigas. Que no me sigas… … … jodido perro… bueno, vale. Vente. Te llamaré… Perro-Flauta.

“Era más feliz cuando era un crío ignorante
ya, bueno como todos pero ya no todo es como antes”
Donde duele inspira/36500 días, Flowklorikos

martes, 13 de mayo de 2008

No ves mis lágrimas pero lloro tós los días (Vacíome)

Es la eterna duda. Es el y si... Eterna por no ser capaz de resolverla. Son los posibles. El miedo. Miedo, tengo miedo. A que duela, más que al cambio. El cambio, al fin y al cabo, es otra opción. Nada más. Es el no atreverse. La cobardía. Es el no decidirse. Es pasar horas, días, meses, años; viéndola sin atreverse a interactuar con ella (a quién no le ha pasado). Es el no cambiar de trabajo. De lugar de residencia. De vida. Hay gente que cambia sin más. Hay gente que se lanza a un posible mejor. O peor. Hay gente que prospera. Hay gente que liga. Yo no. Mis parejas han sido las que dieron el primer paso. Cambié de vida... y volví al pasado ¿Por qué? No lo sé. A mejor... quizás. Mejor o peor, bien o mal son conceptos relativos. Además de muy extensos. Por qué me fui. Supongo que para buscar eso que no encontraba aquí. Y dado que allí tampoco debía estar, volví. Y a veces… he tirado mi vida. La he perdido. Desaprovechado. Nunca he tenido ambiciones. Ni metas. Ni nada. Siempre me he sentido una parte del engranaje. Me he dejado llevar. Allí donde soplara el viento, allí iba yo. No he querido ser nada en esta vida y lo he conseguido, pues nada soy.

Si nos hubiéramos decidido todas las veces que no lo hemos hecho... qué habría sido de nosotros. Quizás hubiéramos sido más felices. O no.

Me cuesta mantener las relaciones sociales a distancia... y de cerca. Tengo un problema. De repente no sabes qué decirle a esa persona con la que te pasabas horas y horas hablando de nada. De repente parecéis dos desconocidos. De repente lo sois. Y no pasáis de los típicos tópicos; esas preguntas que por mucha conversación que tengas y quieras darle, es imposible. Qué tal todo, cómo estás, etc. Nada que decir. Esos silencios asesinos. Al final parecéis dos estúpidos que se acaban de conocer. Y en mi cerebro: es todo culpa tuya. Y es cierto. No sé mantener relaciones. No valgo. Me cuesta. Y eso es porque el gen social que todos los humanos deben tener, a mi me falta… o algo.

Debería reprimir según que recuerdos. La gente lo hace. Aprender a reprimir es una de mis tareas pendientes. Soy incapaz de olvidar a largo plazo. Ejercer el olvido por voluntad es imposible. Recuerdo los momentos frustrantes, las decepciones. Cuándo me atacará el alzheimer. No soy capaz de sacar de mi cabeza ciertas cosas, que de nada sirven. Algunas incluso molestan. No soy capaz. Algunas me atormentan. Se aparecen en sueños e intentan reclamar mi atención. Ilusas. No soy capaz de fijar mi atención en nada, más de cuatro segundos. Esa es la diferencia. Si les diera mas coba, acabarían por apoderarse de mí… y de mi insana estabilidad emocional.
No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe. Miguel de Cervantes.

Soy gilipollas, lo sé. Me preocupo de hacerlo todo bien, y a veces hasta lo consigo. No es cierto. Nunca me sale. O por lo menos no cuando yo quiero. Me implico (Charrito, no te impliques), lo bordo, aguanto, mantengo el nivel... me estanco... y la cago. Me drogo. Es mi motor. Las veces, pocas, que me he propuesto dejarlo, lo he hecho. Pero no me lo propongo. A veces pienso que necesito que alguien me diga déjalo... y ahora que alguien diga: tema drogas no, gracias. Mo-no-te-má-ti-co.

Me obsesiono. Con una persona, con un gesto, con una sonrisa, con un comentario, con una conversación, con lo que sea. Antes solía ser con alguna chavala. Me hinchaba a darle vueltas a la cabeza, a soñar con ella. Ahora sueño con Steve Buscemi, Elsa Pataki y un tanga azul... No queráis saber quien llevaba el tanga.
Momento friki: En Heroes, serie de ficción americana totalmente recomendada, uno de los personajes sueña con situaciones del pasado, de hecho está presente en su propio sueño. Es gracias a un guía, un gurú. Estaría de puta madre, pero me conformaría con descifrar los pocos sueños que recuerdo. Incluso me conformaría con recordar. No sé qué diría Freud de mis sueños, pero seguro que le parecen tan raros como a mí.

Y luego otra vez las ganas de gritar. Otra vez el qué me pasa. Necesito escribir. Vomitar. Pero me da miedo vaciarme sobre una hoja en blanco. Quiero saber qué es lo que me hace estar, sin tener que encontrarlo. Quiero saber qué es lo que me hace ser, y me da miedo encontrarlo.

“Media vida esperé por mi gran momento
Y hoy me encuentro viendo como pasa el tren

Lecciones de vida, directo a la sien
Los golpes duelen lo que tardas en ponerte de pie
Mi propia voz dice “no podrás” entiendo quien es
El desaliento se apodera si lo dejas morder

Siempre con la sensación de que falta algo
Siempre la ansiedad de no saber qué es
Todo el mundo espera a ver mi próximo fracaso
Se que os mentí, se que os fallé, se que os decepcioné

Lecciones de la vida, directo a la sien
Los golpes duelen lo que tardas en ponerte de pie
Mi propia voz dice “no podrás” entiendo quien es
Me he convertido en lo que siempre odie

Me equivoque pero no estaré lamentándome siempre
El pasado es un lugar al que siempre querría volver
Aunque ya no miro atrás no hay mas tiempo que perder
Esta culpabilidad es un lastre a desprender
Se que os mentí, se que os fallé, se que os decepcioné.”
Lecciones de vida, Skunk D.F.

Siento tanto retraso. Estaba vacío. No sé por qué. No encontraba nada que decir. Alguna conversación después, algo ha salido. Podrían ser varios inicios de algo más grande. A lo mejor sacaría una entrada de cada uno de los párrafos de esta. A lo mejor. Pero sería demasiada información. Mejor poco a poco.

martes, 29 de abril de 2008

Soy un soldado en las filas del pesimismo (100)

No soy poeta soy encajador de palabras, que dice el gran Rafael Lechowsky. Pues yo lo mismo, no soy escritor, sólo junto letras. Me da reparo que me adulen, o que elogien mi “obra”. A parte del hecho de que no me gusta que se hable de mi, hay mucha gente merecedora de un aplauso antes que yo. Siendo algo egocéntrico siempre está bien que alguien diga que eso que has hecho, que puede haberte costado horas y horas, está bien, o, fundamentalmente, que le gusta. Me hace sentir bien, es cierto. Me hace esbozar una sonrisa. Pero no suelo ser demasiado egocéntrico. Cada vez que alguien me dice que lo que he escrito le gusta, me sonrojo. Me parece excesivo. No me siento merecedor. Y eso que soy consciente del hecho de que pa gustos, los colores. Que, igual que hay gente a la que caigo bien o le gusto, hay gente que le gusta lo que escribo… vaya un criterio. Es coña. Me hace sentir bien cuando me dicen me gusta cuando me haces pensar y cosas por el estilo. Creo que es más importante que ser bueno estilísticamente o decir algo más o menos interesante. Generar una reacción en el lector es lo mejor que puedo hacer. Creo que yo y cualquiera que se digne a escribir. Seguro que hay libros editados que no hacen sentir nada al lector, para mí, malos libros. Cuando descubrí los blogs, un poco antes de decidirme a empezar esta aventura, me dedicaba a leerlos todos. Uno tras otro. Me pasaba horas leyendo. Algunos intrascendentes. Otros interesantes. Algunos irregulares. Tuve que hacer una criba. No era posible seguirlos todos. Así que me dediqué a seguir unos cuantos. Alguno cesó su actividad, una lástima. Otros empezaron a cambiar la orientación de sus textos. No me convencían, habían dejado de hacerme sentir. Algunos surgieron después. Como casi siempre, lo nuevo despierta recelo en mí. Les di un tiempo y supieron ganarse mi interés. Luego, por pereza o por desgana o por lo que sea, dejé de leer unos cuantos… a lo mejor ya no me entretenían como antes. Cuando tenía tiempo solía hacer visitas esporádicas a antiguos blogs que leía al principio. Algunos se estancaron demasiado. Otros eran demasiado prolíficos. La falta de tiempo, más bien, la inversión del tiempo en otros menesteres; me hizo abandonarlos. Ahora sólo soy habitual de dos. Me hacen sentir. Sonrío, me preocupo, me intereso, me divierto, se me hacen nudos en el estómago… eso es lo importante. Seremos mejores o peores escritores. Sabremos expresarnos mejor o peor. Puede que lo que diga no interese demasiado. Puede que nadie piense igual que yo, que no estén de acuerdo con lo que diga. Puede que mis frases no tengan orden ni concierto. Pero si logro hacer sentir algo a una sola persona, ya me es suficiente. Me siento satisfecho. De hecho, al primero que hacen sentir algo mis entradas es a mí. Me hacen sentir que me he vaciado. Que he expresado algo que tenía que expresar. Que estaba dentro y que puede que necesitara salir o no, pero ha salido. Y ya me siento mejor. Y ese es, ha sido y será, el único y principal motivo por el que escribo… vaciarme.

“Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos.”
Hermann Hesse

En esta entrada, la número cien, no hay nada escondido en el fondo blanco de la pantalla, ¿será el principio de un nuevo estilo?
Un abrazo a mi constante inspiración, Sara, y a mi amigo Cimujo. Visitad sus blogs, siempre tienen algo que decir y siempre me hacen sentir, igual a vosotros también.

“Si mis manos fueran mas rápidas…
Hay pensamientos que se escapan para no volver y es una lástima.”
Fuego camina conmigo (con Violadores del Verso), Elphomega

lunes, 28 de abril de 2008

Esta es la historia de dos hermanos gemelos, Despro y Pósito.

Despro vaga por la existencia sin otro propósito que sobrevivir. No le importa su trabajo, ni su futuro, ni su presente. En casa no le ven el pelo más que para comer. Trabaja para ganar dinero que se gasta en los fumaderos de opio. Es su única motivación en el trabajo. Ni ascender, ni mejorar. Tiene suficiente. El año 2237 no había sido como lo habían pronosticado los antepasados. De hecho, el futuro nunca era como lo pronosticaban los visionarios. Había pasado siempre. Los coches no volaban. Es más, tendían a desaparecer. Sí, llegó la temida crisis energética. Se acabó el petróleo. Y el carbón. Bueno, y la mayoría de los árboles. Era de esperar. Pero el ser humano sobrevive. Las energías renovables tomaron fuerza... aunque no tanto como la nuclear. Se secaron los ríos. Subió el nivel del mar. Pero el ser humano sobrevive. Para todo había solución. Hacía ya mucho que el ser humano había demostrado no tener conciencia. Ya nadie se extraña de nada. La humanidad ha perdido el guión. Hace ya tiempo que el dinero es el único bien acumulable. Todo es efímero, excepto la cuenta corriente. Cualquier cantidad de dinero puede comprar algo. Todo está en venta. Cualquier cosa imaginable. Y lo peor de todo es que no es caro.
Su hermano, en cambio, está en el buen camino. Todo le sale bien. En casa están contentos, pues aporta un sueldo y ayuda en las tareas. En el trabajo están contentos, pues es eficiente y no da problemas, incluso le prometieron un ascenso. Su novia está contenta, pues la tiene en un pedestal y es la luz de su mañana, se desvive por ella. Condenados a no entenderse, procuran no coincidir nunca. Cuando uno llega, el otro ya ha desaparecido. Talmente parecen una sola persona, con un trastorno bipolar, pues nunca están juntos en la misma habitación. El futuro era mucho mejor de lo que pronosticaban los ancestros. Salvo por la extinción de especies y la desertización. La energía nuclear, mucho más segura ahora, aseguraba el futuro energético. Todo había cambiado para seguir igual. Está bien situado. En la cima de la cadena evolutiva.
Y todo el mucho le reprocha que sea callado. Que no se dé a conocer. Que mida sus palabras con pie de rey. Una palabra pesa mucho. Y lo dicho, cae al fondo. Todo cala. Cualquier palabra queda impregnada en uno mismo. Nada de lo que se dice, debería decirse a la ligera. Cada palabra tiene un significado. Quizás muchas acepciones. Tonos. Intenciones. Matices. Pero las palabras están para decir algo, no para soltarlas sin más.
Y su hermano le reprocha que hable por hablar, sin decir nada. Experto en vender la moto. En sacar más de media hora de conversación de una frase. Capaz de poner la mejor cara ante su peor enemigo. Capaz de apuñalar por la espalda. Las palabras se las lleva el viento. Es una forma de hablar. Donde dije Diego digo… cincuenta unidades monetarias más.
La dinámica en el trabajo es muy importante para él. La constancia. Claro que no le importan los parones de horas y el no saber qué hacer, pero cansa. Podríamos decir que es eficiente, más que eficaz. Es un buen trabajador. Prioriza el trabajo bien hecho frente a la rapidez.
La inmediatez es su lema. Lo quiero para ayer. Solucionar el mismo problema tres veces en diez minutos a hacerlo una vez en treinta minutos. Le gusta el escaqueo. El estirar el café y la comida. El salir una hora antes. El estar sin hacer nada.
Hace todo lo que puede por el prójimo. No porque se lo ordenen unas tablas grabadas o un ser del más allá; si no porque cree en la justicia. No en el estamento oficial. No en la divina. Quizás más cercano al karma. El sentirse bien con uno mismo. En lo lógico. En lo real. Aunque duela. Un gran amigo para sus amigos. Hoy por ti. No vale para estar atado. No sabe muy bien qué le pasa por la cabeza. Se deja llevar por los impulsos.
Hace todo lo que puede para aprovecharse del prójimo. Invoca a los santos del cielo cuando le pueden ser de utilidad. Se aprovecha de todo y todos. Máximo beneficio, incluso de las personas. Estrujó a sus amigos hasta que dejaron de serlo. Ahora busca nuevos. Siempre ha sido así. No ha mantenido una relación demasiado tiempo. Siempre se acaban dando cuenta de cómo es. Raciona cada acción. Cada paso es dado por un fin, con un objetivo. Ninguna decisión a la ligera, hay que pensar dónde radica el beneficio personal.
Una forma de vida propia. Una filosofía a seguir. Ningún camino trazado. Todo llega si se anda, y siempre estamos andando, así que llegará, sea lo que sea. Vaga por la vida sin fin. Sólo un principio. Todo le sobra. Nada necesita.
El dinero como forma de vida. Un solo objetivo. Una sola meta: más bienes. Más dinero. Más poder. El ser humano ha sido creado para alcanzar las mayores cotas de poder posibles. Y no existe posible más deseable que el poder.

“Cuando nadie más escuche lo que escribo
Cuando a nadie más le importe
Me refugiare aquí, me refugiare en ti.
Eternamente en ti.”
Eternidad, Skunk D.F.

sábado, 23 de febrero de 2008

Viviendo en la carretera entre picoletos y farruquitos (Más aventuras en la carretera)

La carretera es una fuente inagotable de anécdotas. Cada día ves algo. Cada día pasa algo. Básicamente todo es cuestión de los usuarios. Siempre hay alguno que arma alguna. A veces son los que no saben donde van. Van a una velocidad anormalmente baja. Dudan. Cambian de carril sin previo aviso. Rectifican en el último momento. Creen que los demás perdonarán su falta de destino u orientación. Y no. Suelen tener problemas con los que zigzaguean entre los carriles. Éstos saben muy bien dónde van y quieren llegar ya. No saben que tienen intermitentes y les da igual dónde vayas tu, ellos lo tienen muy claro. Pueden ser los mismos que van a 80 en ciudad. Típico pijo de WV Golf. En un alto porcentaje de accidentes está implicado un Golf… eso me ha llevado a una conclusión: si tienes un Golf hay altas posibilidades de que seas subnormal. No pasa siempre, pero el porcentaje es bastante alto. No hay que confundir con los invade carriles. Esta clase de conductores pueden saber donde van y pueden ir a la velocidad adecuada para el tipo de vía… pero les dan igual el resto de conductores. Ellos tienen que ir a la derecha, pues a la derecha van. Cambiarán de carril te guste o no, estés de a cuerdo o no. Les da igual. Y si les das luces o les pitas, encima se enfadan. Generalmente, todo aquel que incumple las leyes a conciencia se enfada cuando se lo recriminas. Es lo que hay.
Decían hace un tiempo, una de esas noticias de relleno de los noticiarios prime-time, que van a meter en la cárcel a los conductores que circulen a mayor velocidad de la permitida por autopista (el ejemplo era uno que iba a dos sesenta en una autopista)… sería más fácil meter a los que van a ciento veinte… son menos. Somos menos. Si el máximo de la vía es ochenta… vete a ochenta, hombre. He tenido una idea… mis padres tenían una cámara de fotos antigua a la que se le acoplaba el flash. De pequeño me hacía gracia coger sólo el flash y dispararlo a mis padres. Generalmente creían que era poseedor de toda la cámara y había un momento gracioso. Sobretodo con mi madre, pobreta. El caso es que ahora en las rondas, cuando sales de Barcelona, el límite de velocidad es de ochenta. Algunos parece que no lo entienden. Y mi idea es volver a utilizar aquel viejo flash. No sé decir si es una buena medida o no. Lo justifican diciendo que se emiten menos gases contaminantes… lo cual no acabo de entender. Lo que es cierto es que, objetivamente, ha entorpecido el tráfico. Yo me muevo mucho por las rondas y autovías. Y hay diferencia.
En las autopistas es distinto. Hay sitio, salvo en las salidas y entradas de la ciudad Condal. Se circula con comodidad y seguridad. Siempre hay algún tarado de esos que van a 170 por la autopista, que se pegan a tu culo para que aceleres, que te dan las largas, que se te cruzan sin distancias de seguridad(no lo habría expresado mejor). Y los de siempre… si voy por el carril central a ciento veinte, todos los que me pasan por la izquierda lo hacen ilegalmente. No es que sea demasiado tiquismiquis. Con mi coche, circulo a ciento veinte, pero con el de mi padre voy mucho rato a ciento treinta… pero me parece un límite aceptable. Ya comentamos la problemática de los que se asientan en el carril central en otra entrada, no vamos a repetirnos.

Idas de olla en una autopista, ciencia ficción.
Alguien se preguntó una vez yendo por una autopista si haría viento fuerte – vent fort. Vaya, nunca hay un saco de esos rojos y blancos cuando lo necesitas. Pero, cuánta fue la dicha, de que gracias a algún dirigente creído ecologista habían árboles a lo largo del recorrido. Grandes, frondosos. Vaya, quizás puedan ser un indicador de la velocidad del viento en el exterior. Girando la vista levemente, sin apartarla de la carretera, cuál fue su sorpresa, debía estar a punto de llegar un huracán. Los árboles se sacudían violentos. Extrañado volvió a centrarse en el ejercicio de la conducción. Había muchos camiones en esa autopista, adelantarlos no suponía ningún problema, pero la prudencia es buena compañera.
Moraleja: No te fíes de los árboles, si lo que pasa es un camión.

Esto podría no haberme pasado a mí.
Profesiones de riesgo: hoy, mantenimiento de la autopista. Estos señores se dedican a reparar los quitamiedos rotos, adecentar las cunetas y medianas, colocar las señales cuando hay obras… y un sinfín de cometidos. Cuando los ves parados, rodeados de pivotes luminosos y conos, no te preguntas cómo han llegado hasta ahí. Yo los he visto. Llega un camión, que desacelera por la cuneta durante varios metros, y sale un grupo de seres de colores vivos. Si lo que hay que hacer está en el sentido de la circulación no hay demasiado problema. Pero, ¿y si es en el lado contrario? Ningún problema, cruzan. Ya está. No hay más. Cruzan la autopista. Y a veces pienso si uno que estuviera enganchado a algún juego de matar marcianitos no los verá con ojos asesinos. Algunos van escudados con señales casi más grandes que ellos, igual se salvan.
Mañana, peatones. Veremos al viejo de 80 años con muletas que se tira a cruzar una avenida de cuatro carriles cuando el muñeco verde del semáforo parpadea. Prestando especial atención en la forma de actuar de los que se tiran aún cuando el semáforo tiene cuenta atrás… “tres segundos, yo creo que puedo”. Tienen delito. Y un breve repaso al futuro de la especie: los hijos de las que meten el carrito en los pasos de cebra. Próximamente en su ida de olla favorita.

Yo tampoco soy ningún adalid de la conducción perfecta. Simplemente intento cumplir las normas y respetar al prójimo… sin que me pisen, evidentemente. Si la norma de tráfico me da la razón, sólo un perro uniformado podría quitármela. A veces no se respetan las normas, pocas veces. Aún así intentar respetar al prójimo, incluso cuando infringes, es básico en la conducción, tomad nota.

Esto es personal.
Yo guardo mi coche en un parking, el mismo en que mi padre guarda el suyo, afortunadamente, separado de mi casa por un bar. En frente de mi casa hay una sucursal de Correos y un Supermercado. El parking, evidentemente, paga un vado al ayuntamiento y una serie de permisos y demás burocracia. Bien. Llego de trabajar y... un coche en el vado. Ainssss (suspiro). Si puedo me aparto un poco a la derecha para no entorpecer el tráfico. Toco el cláxon. Toco el cláxon. Toco ininterrumpidamente el cláxon. El dueño del coche puede estar en el bar, en Correos, o incluso, en el supermercado. Después de un espacio de tiempo variable, viene el susodicho y generalmente hace la pregunta, o gesto de: "¿Vas a entrar?". Y mi cerebro reacciona: "no, lo que pasa es que tengo más geta que tu y te quito a ti del vado para ponerme yo." Pero respiro hondo y se me pasa. También pongo mala cara, qué menos. Y puede que encima el tipo te diga que te calmes con las manos... "qué majo".
Tampoco puedes llamar a la grúa, no viene. Comprobado. Una vez la llamamos después de media hora sin aparecer el tipo. Media hora después vino. Y otra media después vino la grúa. Bravo.

En fin, una entrada de lo más banal y absurdo… para que luego digáis que no me doy a conocer, ainssss (suspiro).




Cartel de cuando la DGT era la Dirección Central de Tráfico. Si me acuerdo os traigo una foto.




P.D: Ya la tengo.

lunes, 11 de febrero de 2008

No es raro pensar que uno es raro en este mundo deshumano

Últimamente estoy conociendo gente nueva. Nunca me ha hecho demasiada gracia conocer gente. Llamadme antisocial, lo soy. Sé que conocer a alguien siempre es un reto, que puede acabar bien o mal. Sé que no pierdo nada. Pero también sé que tarde o temprano me decepcionarán... salvo en contadísimas ocasiones. La gente que ya conozco, ya la conozco, no creo que me fallen. La gente con la que he coincidido esporádicamente, ya me está bien, no tienen tiempo de fallarme. Pequeñas dosis espaciadas en el tiempo. Así sí. El problema fundamental de conocer a alguien es ese, conocerlo. Poca gente merece ser conocida, pocos son dignos de ese placer. Yo no lo soy, por supuesto. Conocerme es casi, casi, una cruz. Soy consciente. Quizás por eso no me doy a conocer. Yo creo que cada uno deberíamos conocer a un grupo limitado de gente, quizás veinte o treinta personas. Cuarenta, para los más sociables. Deberíamos dedicarnos a conocerlos a fondo. Se me ha olvidado comentar que conocer es una de esas palabras grandes, como lo son amor, amistad, etc. De esas que hay que usar con cuidado. De esas que engloban demasiadas cosas. Se puede conocer mucha gente de vista, de hola y adiós, de hasta luego. Para mi, conocer a alguien, es adivinar que ha nacido en el norte por su forma der ser, actuar o pertenecer a ciertos colectivos. Aunque coincidaís quince minutos al día durante un mes. También es saber cuál va a ser el desarrollo de un día cualquiera en su vida. O que le dé un giro absoluto a vuestra relación, te contradiga totalmente, te decepcione y haga todo lo contrario que tu pensabas que iba a hacer, aunque hayas interactuado con esa persona durante casi diez años. Es difícil conocer a alguien...pero más difícil es conocerse a uno mismo. Generalmente, cuando conoces a alguien mientes, como miente tu interlocutor. Nos escudamos. Damos a entender qué somos y cómo somos...cuando en realidad no lo tenemos nada claro. Ofrecemos una visión parcial y adulterada de nosotros. Bueno, como siempre, yo soy la excepción: no me doy a conocer. No hablo de mi...bueno, ni de nadie...ni de nada. Llamadme aburrido, lo soy. La gente...la gente es mu rara, yo más, por supuesto. Finjimos interés, cuando no nos interesa. Sonreímos hipócritamente, cuando no nos hace gracias. Asentimos, aunque nos parezca que no tiene razón. O a lo mejor solo lo hago yo. Antes al que no me apetecía escuchar no lo escuchaba, he aprendido a fingir interés. Antes, con quien no me apetecía hablar, no hablaba. Generalmente quedaba de borde y antipático... ahora me siento sucio y vendido. Pero bueno, la gente es vendible (Word lo acepta como palabra correcta, qué cosas). Unos por más y otros por menos, pero todos, absolutamente todos, tenemos un precio. Los principios morales son caros, muy caros… bueno, no siempre. Hay gente que está de saldo. Venden su palabra y su moral por cuatro duros. Bart Simpson vendió su alma por 5 pavos. Trajo sus consecuencias (no se le abrían las puertas, no tenía aliento…). Supongo que mi moral es inexistente y mis principios… modificables. Supongo que tengo unos cuantos fijos, inviolables… a falta de ofertas. El físico es prescindible. Es más barato.
Yo siempre he dicho que no me vendo, pero lo cierto es que debería decir que no ha habido ninguna oferta suficiente. Insuficientes ha habido varias. Pero tan ridículas… en fin. Mi voto vitalicio para el PP equivale a un sueldo mensual neto de 1.500 €, de por vida. Prometería votarles y hacerles publicidad (que la necesitan). Es toda una ganga, créanme. Los colores y la ideología se llevan por dentro… como el rocanrol. Cualquier otro partido político puede atenerse a las mismas pretensiones… bueno, al del cannabis le pediría otra cosa. Y a la Falange más dinero… cerca de los 15.000 € mensuales de por vida. Tampoco es caro, ciertamente. La ideología política, igual que la música, se lleva dentro. También prometería comprar todos los discos de OT por 1.200 mensuales… en lo que no me obliguen a escucharlos…
Hay ofertas irrechazables. Daría mi vida por la paz mundial imperecedera. Fácil. No pido mucho, ¿no? No me importaría morir si sé que no van a haber más asesinatos. No sé. Imposible. ¿Soy invendible? No. Simplemente pido demasiado.
Si hay una buena oferta se acepta. He faltado a citas. A quedadas con colegas. Hubo ofertas mejores. Y luego broncas, claro. Pero es comprensible… sobretodo viniendo de mí. Un amigo entiende que falte a una cita con él para ir con una amiga. Hay prioridades. Y los amigos las respetan. No le puedes explicar lo mismo al de los trenes, aviones, etc… llego tarde porque había una chavalita y… tendrías que explicárselo a todo el tren. No es plan. Hay que llegar a tiempo. Y a la chavalita le pides el número de teléfono y ya.

Bien, una ida de pinza más y van…

Es un error de la maldad humana alabar siempre el pasado y desdeñar el presente. Tácito.


“Estoy optimista y me siento bien pero raro, ¿será la falta de costumbre de estarlo?
Si cuando vivir era el problema y morir la solución,
plantearse un futuro digno era como que no, ¿no?
Ahora parece que tengo ganas de ti, mi vida (…)”
Presente, Violadores del Verso

domingo, 3 de febrero de 2008

No competirás (Será la soledad del mejor lo que me pasa)

Porque a veces me siento el mejor. Las menos. Generalmente me puede la vida. En realidad me puede siempre. Me supera. No lo puedo evitar. No encajo, lo siento, lo sé. No valgo para vivir, no sé. Todo me queda grande. Estudiar, trabajar, tener pareja, tener amigos, decidir, escribir... Hay gente que tiene metas, no sé, procrear, desempeñar una labor para la que han estudiado, ser algo en esta vida... mi meta es mañana... y nunca llego, el mañana nunca llega y el presente ya es pasado... es efímero. Hace ya mucho tiempo que vengo pensando que no he nacido para esta vida...
Pero de repente... me siento el mejor. Me siento por encima del bien y del mal. Me siento por encima de lo humano. Me siento capaz de aguantar a cualquiera... por tiempo limitado, supongo. Quitando la gente que me cae mal porque sí, creo que podría a soportar a todo el mundo. Me enfrento a las personas sin prejuicios y me expongo a que se expliquen y expresen. Dejo que me demuestren que me caen mal, que les odio. La excepción es esa gente que sólo por pronunciar una sola palabra bloquean mi sistema operativo y soy incapaz de comportarme educadamente... interiormente. Mi cabeza desconecta el mecanismo de escucha y me bombardea con imágenes de mi interlocutor pintando con sus sesos una blanca pared... Ainsss (suspiro).
He desarrollado una gran capacidad de escucha... O por lo menos, de hacer que escucho. La gente siempre me ha contado cosas... Su vida, principalmente. Sus problemas o sus historias. Nunca he tenido mucho que decir, así que me dedico a escuchar. Antes no era así. Antes me podía el ansia y hablaba sin ton ni son. Pensaba que lo que decía era merecedor de ser escuchado. Aprendí que el que mucho habla, mucho yerra. Y que si no tienes nada interesante que decir, es mejor que te calles. Pasé callado gran parte de mi tiempo, escuchando. Supongo que aprendí... No lo supongo, lo sé. Aprendí mucho. A no creer. A no confiar. A callar. A saber cuándo callar. Procura que tus palabras sean mejores que el silencio. Aprendí a conocer a la gente. A saber como se expresan. Aprendí a no decir según qué cosas. A saber cuándo decirlas. Opté por no hablar demasiado… además de que solía irme de la lengua… lo que me pasaba factura. Yo suelo hablar poco y cuando hablo, hablo demasiado. Casi siempre he tenido claro como soy y, de repente, ya no lo tengo tan claro. A veces vuelvo a ser como era. A veces me sorprendo riéndome como antes... a veces soy capaz de mantener una conversación... a veces vuelvo a hablar demasiado… a veces me pierde esta bocaza… a veces dejo demasiadas puertas abiertas… a veces me expongo demasiado… a veces opino gratuitamente… a veces doy mi opinión… a veces se me va la pinza. El mal me está matando... pero solo a veces. Y de repente te das cuenta de que dentro de nada cambiarás el dos por el tres… y algún día te quedarás sin números porque todos se habrán ido escurriendo entre tus dedos… (Sara).

Escribo demasiado sobre mi mismo... Pero si no lo hace uno mismo, ¿quién lo hará?

“No es fácil ser quien soy pero,
Cuando me siento el mejor como hoy,
Veo la luz y pienso, buf vaya cruz que llevas tu homeboy”
Pura droga sin cortar, Violadores Del Verso.

domingo, 20 de enero de 2008

Puede que la respuesta sea no preguntarse por qué

A veces me sorprende la facilidad con la que me adapto al nuevo medio. Creo que fue Darwin el que dijo eso de que la especie que sobrevive es la que se adapta (o algo por el estilo). Pues yo sobreviviría… si fuera de alguna especie diferente a la humana. El humano no es una especie, es LA ESPECIE. Destructiva como ninguna otra. Avariciosa como ninguna otra. Voraz. Derrochadora. Mortal. En realidad los humanos son una plaga. Arrasa con todo, allá por donde va. ¡Pero luego son tontos perdidos! Nacen sin saber nada de nada. En ese aspecto también son la perfección, porque no hay ninguna otra especie capaz de albergar tantos conocimientos y la capacidad para usarlos. Sus instintos no sirven de nada. Se basan en el conocimiento. Dicen que son capaces de los mayores logros y las mayores derrotas. Que son capaces de todo. Yo los veo capaces de cagarla siempre, una y otra y otra vez. También es una de sus cualidades. Cagarla constantemente. Un humano que no la cague, no es humano. Aprenden por repetición. Tropiezan más de una vez con la misma piedra… y más de dos. Hay cosas que no aprenden nunca. Y otras que no se olvidan. Estoy enfermo, infectao de humanidad. No somos iguales, no nos engañemos. Yo no soy igual que tu, del mismo modo que tu no eres igual que yo. Compartimos rasgos, claro, pero físicos. El físico es lo de menos… menos para los espartanos… “Ojalá vivas eternamente, Efialtes”. Leónidas, Rey de Esparta.
El físico… al fin y al cabo… se acaba. A la larga vale más ser simpático que ser guapo (Sara); soy pesao, lo sé, pero tengo la frase grabada a fuego en alguna parte del disco duro… y no se borra… eso es bueno, quiere decir que por lo menos algo retiene. Quizás demasiadas cosas. Me pregunto si no tendrá fin. O si, para que entre algo más, tendrá que salir otro algo… ¿Y si estoy olvidando cosas? No puede ser. Está todo guardado… bien guardado. No se me escapa nada. No tiene final. No tiene tope. No se llena. Igual es que se vacía de vez en cuando. Soy vago hasta para deshacerme de información inútil. Cuando más tratas de olvidarlo con más fuerza lo recuerdas. Soy capaz de repetir la mejor frase del Super Intendente Chalmers: “¡Cielo santo! Que envarada es la vara que envara la envaradura de ese hombre.”. Y así miles de conversaciones de series de dibujos animados. Letras de canciones. Bueno, eso si que me resulta útil de vez en cuando. Igual es la evolución. Igual lo recuerdo todo. Bueno, tampoco es para tanto. Se me olvidan muchas cosas, por no decir todas. Lo que pasa es que necesito un vínculo que me haga recordar. Es como un disco duro: almacena información. Pero tampoco sé que información guarda. Nunca sé qué guarda esta enrevesada cabezota. Nunca sé cuál va a ser la siguiente paranoia. O cuál será la próxima alucinación. Qué frase será la próxima que me mantenga en vela. O que imagen me torturará en sueños. Al final es cierto que hay cosas que nunca cambian. Sentirse desplazado. Olvidar lo importante. Anteponer el placer propio. Al final soy humano.

(Intro)
- ¿Cómo explica todo este tiempo sin trabajar en nada?
- Cualquiera puede trabajar, lo duro es sobrevivir sin hacerlo.

(Outro)
- En este país todo el mundo tiene obligación de ser algo… es como si alguien hubiera escrito una regla que dijera que todos tienen que hacer algo, todos tienen que ser algo… yo a veces me aburro de pensar en todas las cosas que no quiero hacer, las cosas que no quiero ser.”
Artesano del arte insano, Flowklorikos.

martes, 15 de enero de 2008

Tengo el propósito de volver a volver a empezar (mierda de resumen del año)

No sé por qué me empeño en hacer resúmenes con la mala memoria que tengo, pero bueno, supongo que me lo exige mi exigente público... bueno, este año no.
Lo primero, enero... el resumen a día ocho, y dos entradas más. Parece ser que acabando años siempre me da por pensar en años acabados. Últimamente el pasado quiere ser prensente pasando el año. Febrero, cuatro, la mitad en idas de pinza, que son gratis. Marzo, cuatro. Abril, una. Mayo, una, la más difícil que he hecho hasta ahora. Veintisiete. Otra decisión fundamental en el desarrollo de la historia. Otro viaje… esta vez sólo de vuelta. Junio, tres, se acabaron las conversaciones, conociendo gente nueva… para acabar como siempre. Julio, dos, decadencia positiva. Agosto, vacaciones. Septiembre, cinco, ella, nadie merece a nadie, dos años de blog, demasiado asfalto. Octubre, dos, vacío. Noviembre, cuatro, acabó Devon. Diciembre, una. Y en todo el año Sara y Cimujo y SuperAnónima y a ratos Cris y a ratos Jorge Luis. Seguid así.
Y otro año pulido.

Bueno, hecho el resumen, casi por compromiso conmigo mismo. Como una especie de bitácora… de resumen, por qué no… porque no resumo nada. En fin. Podéis saltaros esta entrada si queréis… bueno si habéis llegado hasta aquí, seguir leyendo, total, para lo que os queda…

“Querido enemigo déjame en paz,
no ves que no cuento contigo para avanzar, no no,
que a cada paso que doy estoy creciendo,
y a cada tono que suelto mueres por dentro,
un poquito más de lo que ya lo estas,
por mucho que intentes contra mi jamás nada conseguirás,
porque yo tengo el don y hablo la verdad,
y tu solamente hablas mierda”
Querido enemigo, Morodo.



P.D.: Y podía haber hecho copy - paste con la del año pasado... ¡pero no!
P.D.2: Si me descuido lo hago el año que viene... o así.
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