domingo, 22 de marzo de 2009

No cuentan historias de borrachos arruinados

“Antes no era así. Antes lo tenía todo. Una casa… o dos. Un coche… o dos. Tres hijas maravillosas… lo único positivo de mi anterior vida. Una mujer adúltera… yo la quería. Creo que la mediana no es mía… pero la quiero como si lo fuera. Antes era el director comercial de una gran multinacional de la música. Ganábamos dinero a espuertas. No nos importaba estafar a unos pobres chavales que lo único que tenían eran ganas. Les obligábamos a firmar contratos abusivos, a cedernos la mayor parte de sus derechos, a adelantarnos dinero… éramos unos cabrones. Estábamos condenando nuestra vida. Yo era muy consciente de ello. Por suerte, se fue a la quiebra. Tenía que pasar. Encontraron nuevas formas de distribución. La música es del pueblo. Al final, tuvimos que vender hasta el cable de cobre. Lo tenía todo. Excepto sentimientos. Era incapaz de sentir alegría o tristeza. Todo me era indiferente. Me pasé años con una mujer maravillosa… incapaz de decirle que no la amaba. Que estaba con ella por no estar solo. Nos casamos. A todo se acostumbra uno. No sé si ella me amaba a mi… lo cierto es que me era indiferente. Nos respetábamos y nos queríamos. Nacieron nuestras hijas. Envidiaba la alegría de mi mujer. Estaba encantada… feliz. Y yo… sí, muy contento… pero ni punto de comparación. Perdí el interés por todo. La familia, el trabajo, las drogas… ella... todo. Vivía desganado. Cuando todo explotó fui incapaz de decir ni hacer nada. Llegué a casa, se lo dije a mi mujer… y me fui a la ducha. Durante la cena mi mujer no paraba de hacer preguntas… yo no tenía respuestas, así que no decía nada. En realidad creo que me daba igual… todo me daba igual. Durante un tiempo iba de casa al despacho del abogado como el que va a mirar una obra. Iba, estaba, y me venía. Todo el mundo estaba muy estresado, menos yo. Todos gritando, llorando, rezando… menos yo. Los veía recoger sus despachos entre lágrimas o entre maldiciones. Yo sólo cogí el ordenador y la foto de mi familia. Nunca me costó demasiado desprenderme de cosas. Hay gente que le coge cariño a la ropa, a los zapatos, a un libro… yo no. Cuando nos comunicaron lo que debíamos… ni me inmuté. No sé como el fiscal consiguió hacernos responsables a la cúpula directiva… increíble. Nos embargaron hasta los calzoncillos. Mi mujer se fue con las niñas a casa de sus padres. Cuando leí su nota me di cuenta de todo. Desaparecí. Me borré del mapa. Fingí mi muerte. Ya hace diez años… el aniversario. Desde entonces vago como un fantasma. Aquí, allí… todo me da igual. Lo mismo mañana aparezco muerto… ¿y qué? Nadie se acordará de mí. Creo que siempre había ansiado no tener nada. No poseer nada. Ni trabajo, ni familia, ni amigos, ni coche, ni casa, ni… nada. Ni siquiera una identidad. No soy nadie. No existo. Vago por tu ciudad sin que nadie repare en mi presencia. Es la libertad absoluta. Me paso el día de arriba para abajo. Viendo la ciudad. Este invierno nuclear aporta una temperatura cojonuda, de día y de noche. No le temo a nadie. Ni a nada. Gobiernos, estamentos, policía, seres, energúmenos, burócratas… a nadie. Nada tengo que perder, pues nada poseo. Ni le temo a la muerte, ni puedo perder la vida… puesto que ya no me pertenece. Y aún sin poseer nada… os poseo a todos. A todos los que rezáis, a los que no. A los que me salváis con la mirada, y a los que me condenáis. A los que les sirvo de expiación. A los que condeno. Os poseo a todos y a cada uno de vosotros. Todos me envidiáis. Ansiáis mi libertad y mi felicidad. Nunca habíais visto a nadie que no estuviera atado a algo, pues helo aquí… yo mismo. Espero que os sirva de lección. ¡Puede que no nos veamos nunca más!”

- Antes de irse, me debe cuatro Erar.
- ¿No me has escuchado? No tengo dinero, no tengo nada.
- ¿Cómo? ¡Será desgraciado!
- Qué vas a hacer, ¿matarme?
- Déjalo Nelson, yo te lo pago.
- Eres demasiado bueno.
- Ha sido una bonita historia.
- Es totalmente real… Gracias, Despro.
- ¿Quién le ha dicho mi nombre?
- ¡Ha desaparecido!
- ¿¿Dónde cojones se ha metido??


“Sólo busco desaparecer
Sólamente desaparecer
Alejarme y no saber qué fue
Nada más”
Desaparecer, Hamlet
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