jueves, 2 de junio de 2011

Revelación

No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad. Aristóteles.

Alejarme del grupo fue difícil… pero de Pósito… casi no sobrevivo… me quería morir todos los días… no podía dejar de pensar en él… era una obsesión… era amor. Pero no había futuro. Ni en el barrio, ni en la ciudad… ni en nosotros. No pude dejar de aceptar aquel trabajo… tenía que pensar en mí… sólo en mí. Trabajar para el Gobierno es como todo, tiene su parte buena y su parte mala. Que marino fuera mi jefe entraba en lo malo… y que ella fuera la primera dama… peor. La parte buena eran contactos, un buen suelo, dietas, viajes en primera clase… y un trabajo interesante. Después de muchos trabajos menores, de proyectos sin importancia; por fin me llega uno a la altura de mis conocimientos: el Proyecto M. Todavía está en fase experimental. Un grupo de científicos y políticos (¿?) están intentando crear algo muy gordo… tarde o temprano reclamarán mi presencia.
Ha sido más tarde que temprano, pero bueno, por fin voy a conocer el equipo que trabaja en el proyecto M… no estoy nerviosa, es que lo nuevo me incomoda un poco. Hoy es el primer día del proyecto. Es tan secreto que ni siquiera he podido saber los nombres de mis compañeros antes de unirme a la investigación. He tenido que firmar montones de autorizaciones y declaraciones juradas de mi silencio. He dado prácticamente hasta mi número de pie… esta gente tiene montada una muy gorda. Eso sí, hace veinticuatro horas que me han dado un dosier más gordo que cualquier enciclopedia, lleno de fórmulas químicas y teorías físicas para que me ponga al día. Gracias. Es lo único que he podido decir. Las siete cincuenta y cinco… y ya me esperan. Esta gente se lo toma todo demasiado en serio… aunque por lo que he podido deducir del dosier, es algo muy, pero que muy gordo. Hola, buenos días y poco más. Se abren las puertas. Varias batas blancas. Todo hombres ¡¡¡Despro!!! Creo que hasta me he mareado de la impresión. Es increíble. Está aquí. Su cara refleja el mismo asombro que la mía. Que casualidades tiene la vida. Intentamos disimular como podemos. Tampoco tenemos mucho que decirnos… o no sabemos cómo romper el hielo. Paso el día poniéndome al tanto de cómo funciona esto. El proyecto, el grupo, los rangos, las autorizaciones… y no puedo dejar de mirarle de reojo… y a veces coincidimos… muchas veces. No me estoy enterando de nada ¿querrá hablarme? ¿Estará enfadado? ¿Qué pensará de lo que le hice? Estoy mucho más nerviosa que antes de empezar con este proyecto. Cuando terminamos la jornada laboral, un gesto cómplice me dice que nos alejaremos del grupo para hablar. Es la clase de señal que esperaba. Más nervios. No parece demasiado enfadado. Muchos más nervios. Se acerca.
Estamos en un gran despacho, rodeando una mesa ovalada, en la que en un extremo hay una pantalla con la imagen del presidente del país. Todo es convulso. Todo es raro. Miro a Pósito. No hay respuesta. Está concentrado en la pantalla. Me estoy empezando a marear. Empiezo a recordar cómo hemos llegado a esto. Un día llegó marino al laboratorio. Se reunió con el director del Proyecto M, Pósito. Espero que no ceda a sus pretensiones. Estoy segura de que quieren usar las bombas en algún país. La política exterior no es un secreto de estado. Estoy segura de que no se dejará corromper… a pesar de la discusión que tuvimos anoche por este mismo asunto... espero que todo salga bien. No me quiso comentar nada de la reunión… sólo que no probaríamos las bombas sobre civiles. Nunca le hizo demasiada gracia el ejército… y a marino le tenía un odio irracional. Esta reunión de urgencia con gente tan importante me escama. Seguro que marino ha llegado hasta el presidente. Tengo que hacer algo. Fingir malestar por la menstruación es una manera de escaquearte que sólo dominamos las mujeres… y que siempre funciona. Me escabullo hasta el despacho de marino, seguro que se guarda ases en la manga que ni el presidente conoce. Ese es mi objetivo. Me llevo una cámara por si puedo “documentar” algo. No me ha sido difícil entrar en el despacho… ni encontrar toda la información clasificada con las palabras TOP SECRET… ¿por qué lo pondrán tan fácil? Esto es un filón… un ruido… ¿me ha visto alguien? ¿Es eso una sombra? … otro ruido… me giro… un silbido… un aguijón… algo que me escuece en el cuello… me desmayo.
Lleváosla. Tenemos la cámara. Ya inventaré algo que contarle a Pósito. Hacedla desaparecer. No puede recordar nada. La quiero viva. Corto y cambio.

El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante. Pero el que la conoce y la llama mentira, ¡ese es un criminal! Bertrold Bretch
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