martes, 16 de octubre de 2007

La mierda que recito te ayuda más que el médico

Es difícil conocer a las personas, pero no imposible. Se trata de un ejercicio de observación constante. Sólo de observación, nada de suposición o inventiva. Debemos tener la mente despejada de prejuicios e intentar no suponer futuras acciones, ya habrá tiempo para ello. Primero: observación. No es estrictamente necesario enfrentar al sujeto estudiado a situaciones extremas, basta con verlo desenvolverse en situaciones cotidianas. En realidad es cuando mejor se puede estudiar su comportamiento. Una situación extrema no es fiel reflejo de comportamiento, pues es algo incómodo y poco habitual. En cambio, una situación cotidiana generalmente es síntoma de relajación. Así, pues, ya sabemos otro aspecto del sujeto a estudio. Es información útil que debemos recordar. Al fin y al cabo, queremos conocer, y a caso prever, el comportamiento del sujeto en condiciones normales. No es trabajo de un día, ni mucho menos, deberemos ser pacientes. Puede que incluso nos lleve años conocer a una persona. Puede que después de años de observación no lleguemos nunca a conseguir prever ni uno solo de sus movimientos. Debemos ser constantes, pero no excesivos. Debemos procurar no excedernos en la observación, esto es, debemos saber qué momento es el más adecuado para una buena observación. Generalmente, los eventos sociales han sido el centro de estas investigaciones. Para mí, personalmente, entrañan un riesgo, y es que el ser humano actúa diferente ante el tumulto, la multitud e, incluso, grupos reducidos. Hay también diferentes factores a filtrar, como pueden ser el uso de bebidas alcohólicas o estupefacientes. Aunque depende qué estupefacientes son beneficiosos para el estudio, aunque no los recomiendo hasta pasadas unas cuantas sesiones, cuando el estudio haya pasado su primera fase: observación. Muchos estudiosos han sucumbido ante la prisa de unos resultados visibles en poco tiempo... Sus estudios fueron precipitados y los
resultados incompletos. No consiguieron sus objetivos. Tiempo perdido.

La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero. Hermann Hesse.

Mucho, muchísimo, más tiempo lleva conocerse a uno mismo… toda una vida. Veintiséis… y todavía por conocer. Voy delimitando ciertos aspectos. No valgo para discutir. Me enfado cuando me enfado… me explico muy mal, lo sé. No sé enfadarme. Me pongo nervioso, aunque tenga razón. No me gusta que hablen de mí, en mi presencia… aunque sea bien. No me gusta hablar de mí. Prefiero las terceras personas. Cuando propongo algo, o tengo alguna idea, si hay alguien que lo secunda, ya no parece idea mía… y ya es otra cosa… ya no hablo yo… ya no es mi idea. No me hace falta ningún tipo de protagonismo, gracias. Me sofoco cuando alguien habla bien de mí… y cuando hablo bien de mí, también. Me enfado mucho conmigo mismo. No acordarme de las cosas me mosquea. No me acuerdo de nada, generalmente. Sólo sé enfadarme conmigo. Me repito. Desmemoriado. No me acuerdo de nada. Sueño que me olvido de cosas. Sueño cosas muy raras. Y después pasan cosas raras.

Me descubro vago. Vaguísimo. Excesivamente vago. Enamorado de Morfeo. Necesito dormir. Es un mono que no consigo paliar. Nunca es excesivo. Otra vez falto de inspiración… aun no ha llegado el frío… pero llegará. Otra vez hablando de mí… no debería. Otra vez con doscientos principios…

“- ¿Podrías escribir en paz?
- Muñeca, nadie que escriba algo que merezca la pena podría escribir en paz.”
Por amor al odio, Flowklorikos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy enfadada con tu blog. Te he puesto como que veinte veces el comentario y no me ha dejado. Pues ala, ya no hay comentarios. :(

Anónimo dijo...

¡Un archivo de texto! ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Tenía preparado un comentario genial, brillante, sorprendente, reflexivo... vamos, de esos que nunca te pongo... y tu blog no me deja publicar... y a mi no se me pasa por la cabeza la idea de un bloc de notas... y aquí estoy, sin comentario, sin la más mínima idea de qué comentar... ¿Me conozco a mí misma? No, claro que no. ¿Te conozco a ti? Esta claro que tampoco. Entonces, ¿qué sacamos en claro de tu texto? No es necesario. No necesito conocerte bien para leer un texto tuyo y saber que me gusta. No necesito conocer a mi vecino de arriba para saber que los domingos por la mañana daría cualquier cosa porque viviese en el Himalaya. No, no se trata de exactitud. Son pequeñas aproximaciones, determinadas situaciones, instantes concretos. Te conozco, o creo conocerte, cuando escribes. Pero no sé nada sobre ti al volante, por ejemplo. Es decir, conocemos a las personas en un situación, en un lugar, en un determinado caso de estudio. Pero no sabemos como reaccionará ante tra situación completamente diferente. Sería imposible poner a cada persona en el suficiente número de casos de estudio como para pretender, si quiera, acercarse a conocerle. Es, tecnicamente, imposible.
(No obstante, sigo pensando que merecería la pena intentarlo. Sobre todo con mi vecino de arriba. No puede ser tan malo. Me niego a creerlo)

Anónimo dijo...

yuhuuu!! lo consegui!!

Anónimo dijo...

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(Esto es un mensaje subliminal, como esos que dicen que nos cuelan en la música del supermercado)

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