martes, 29 de abril de 2008

Soy un soldado en las filas del pesimismo (100)

No soy poeta soy encajador de palabras, que dice el gran Rafael Lechowsky. Pues yo lo mismo, no soy escritor, sólo junto letras. Me da reparo que me adulen, o que elogien mi “obra”. A parte del hecho de que no me gusta que se hable de mi, hay mucha gente merecedora de un aplauso antes que yo. Siendo algo egocéntrico siempre está bien que alguien diga que eso que has hecho, que puede haberte costado horas y horas, está bien, o, fundamentalmente, que le gusta. Me hace sentir bien, es cierto. Me hace esbozar una sonrisa. Pero no suelo ser demasiado egocéntrico. Cada vez que alguien me dice que lo que he escrito le gusta, me sonrojo. Me parece excesivo. No me siento merecedor. Y eso que soy consciente del hecho de que pa gustos, los colores. Que, igual que hay gente a la que caigo bien o le gusto, hay gente que le gusta lo que escribo… vaya un criterio. Es coña. Me hace sentir bien cuando me dicen me gusta cuando me haces pensar y cosas por el estilo. Creo que es más importante que ser bueno estilísticamente o decir algo más o menos interesante. Generar una reacción en el lector es lo mejor que puedo hacer. Creo que yo y cualquiera que se digne a escribir. Seguro que hay libros editados que no hacen sentir nada al lector, para mí, malos libros. Cuando descubrí los blogs, un poco antes de decidirme a empezar esta aventura, me dedicaba a leerlos todos. Uno tras otro. Me pasaba horas leyendo. Algunos intrascendentes. Otros interesantes. Algunos irregulares. Tuve que hacer una criba. No era posible seguirlos todos. Así que me dediqué a seguir unos cuantos. Alguno cesó su actividad, una lástima. Otros empezaron a cambiar la orientación de sus textos. No me convencían, habían dejado de hacerme sentir. Algunos surgieron después. Como casi siempre, lo nuevo despierta recelo en mí. Les di un tiempo y supieron ganarse mi interés. Luego, por pereza o por desgana o por lo que sea, dejé de leer unos cuantos… a lo mejor ya no me entretenían como antes. Cuando tenía tiempo solía hacer visitas esporádicas a antiguos blogs que leía al principio. Algunos se estancaron demasiado. Otros eran demasiado prolíficos. La falta de tiempo, más bien, la inversión del tiempo en otros menesteres; me hizo abandonarlos. Ahora sólo soy habitual de dos. Me hacen sentir. Sonrío, me preocupo, me intereso, me divierto, se me hacen nudos en el estómago… eso es lo importante. Seremos mejores o peores escritores. Sabremos expresarnos mejor o peor. Puede que lo que diga no interese demasiado. Puede que nadie piense igual que yo, que no estén de acuerdo con lo que diga. Puede que mis frases no tengan orden ni concierto. Pero si logro hacer sentir algo a una sola persona, ya me es suficiente. Me siento satisfecho. De hecho, al primero que hacen sentir algo mis entradas es a mí. Me hacen sentir que me he vaciado. Que he expresado algo que tenía que expresar. Que estaba dentro y que puede que necesitara salir o no, pero ha salido. Y ya me siento mejor. Y ese es, ha sido y será, el único y principal motivo por el que escribo… vaciarme.

“Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos.”
Hermann Hesse

En esta entrada, la número cien, no hay nada escondido en el fondo blanco de la pantalla, ¿será el principio de un nuevo estilo?
Un abrazo a mi constante inspiración, Sara, y a mi amigo Cimujo. Visitad sus blogs, siempre tienen algo que decir y siempre me hacen sentir, igual a vosotros también.

“Si mis manos fueran mas rápidas…
Hay pensamientos que se escapan para no volver y es una lástima.”
Fuego camina conmigo (con Violadores del Verso), Elphomega

lunes, 28 de abril de 2008

Esta es la historia de dos hermanos gemelos, Despro y Pósito.

Despro vaga por la existencia sin otro propósito que sobrevivir. No le importa su trabajo, ni su futuro, ni su presente. En casa no le ven el pelo más que para comer. Trabaja para ganar dinero que se gasta en los fumaderos de opio. Es su única motivación en el trabajo. Ni ascender, ni mejorar. Tiene suficiente. El año 2237 no había sido como lo habían pronosticado los antepasados. De hecho, el futuro nunca era como lo pronosticaban los visionarios. Había pasado siempre. Los coches no volaban. Es más, tendían a desaparecer. Sí, llegó la temida crisis energética. Se acabó el petróleo. Y el carbón. Bueno, y la mayoría de los árboles. Era de esperar. Pero el ser humano sobrevive. Las energías renovables tomaron fuerza... aunque no tanto como la nuclear. Se secaron los ríos. Subió el nivel del mar. Pero el ser humano sobrevive. Para todo había solución. Hacía ya mucho que el ser humano había demostrado no tener conciencia. Ya nadie se extraña de nada. La humanidad ha perdido el guión. Hace ya tiempo que el dinero es el único bien acumulable. Todo es efímero, excepto la cuenta corriente. Cualquier cantidad de dinero puede comprar algo. Todo está en venta. Cualquier cosa imaginable. Y lo peor de todo es que no es caro.
Su hermano, en cambio, está en el buen camino. Todo le sale bien. En casa están contentos, pues aporta un sueldo y ayuda en las tareas. En el trabajo están contentos, pues es eficiente y no da problemas, incluso le prometieron un ascenso. Su novia está contenta, pues la tiene en un pedestal y es la luz de su mañana, se desvive por ella. Condenados a no entenderse, procuran no coincidir nunca. Cuando uno llega, el otro ya ha desaparecido. Talmente parecen una sola persona, con un trastorno bipolar, pues nunca están juntos en la misma habitación. El futuro era mucho mejor de lo que pronosticaban los ancestros. Salvo por la extinción de especies y la desertización. La energía nuclear, mucho más segura ahora, aseguraba el futuro energético. Todo había cambiado para seguir igual. Está bien situado. En la cima de la cadena evolutiva.
Y todo el mucho le reprocha que sea callado. Que no se dé a conocer. Que mida sus palabras con pie de rey. Una palabra pesa mucho. Y lo dicho, cae al fondo. Todo cala. Cualquier palabra queda impregnada en uno mismo. Nada de lo que se dice, debería decirse a la ligera. Cada palabra tiene un significado. Quizás muchas acepciones. Tonos. Intenciones. Matices. Pero las palabras están para decir algo, no para soltarlas sin más.
Y su hermano le reprocha que hable por hablar, sin decir nada. Experto en vender la moto. En sacar más de media hora de conversación de una frase. Capaz de poner la mejor cara ante su peor enemigo. Capaz de apuñalar por la espalda. Las palabras se las lleva el viento. Es una forma de hablar. Donde dije Diego digo… cincuenta unidades monetarias más.
La dinámica en el trabajo es muy importante para él. La constancia. Claro que no le importan los parones de horas y el no saber qué hacer, pero cansa. Podríamos decir que es eficiente, más que eficaz. Es un buen trabajador. Prioriza el trabajo bien hecho frente a la rapidez.
La inmediatez es su lema. Lo quiero para ayer. Solucionar el mismo problema tres veces en diez minutos a hacerlo una vez en treinta minutos. Le gusta el escaqueo. El estirar el café y la comida. El salir una hora antes. El estar sin hacer nada.
Hace todo lo que puede por el prójimo. No porque se lo ordenen unas tablas grabadas o un ser del más allá; si no porque cree en la justicia. No en el estamento oficial. No en la divina. Quizás más cercano al karma. El sentirse bien con uno mismo. En lo lógico. En lo real. Aunque duela. Un gran amigo para sus amigos. Hoy por ti. No vale para estar atado. No sabe muy bien qué le pasa por la cabeza. Se deja llevar por los impulsos.
Hace todo lo que puede para aprovecharse del prójimo. Invoca a los santos del cielo cuando le pueden ser de utilidad. Se aprovecha de todo y todos. Máximo beneficio, incluso de las personas. Estrujó a sus amigos hasta que dejaron de serlo. Ahora busca nuevos. Siempre ha sido así. No ha mantenido una relación demasiado tiempo. Siempre se acaban dando cuenta de cómo es. Raciona cada acción. Cada paso es dado por un fin, con un objetivo. Ninguna decisión a la ligera, hay que pensar dónde radica el beneficio personal.
Una forma de vida propia. Una filosofía a seguir. Ningún camino trazado. Todo llega si se anda, y siempre estamos andando, así que llegará, sea lo que sea. Vaga por la vida sin fin. Sólo un principio. Todo le sobra. Nada necesita.
El dinero como forma de vida. Un solo objetivo. Una sola meta: más bienes. Más dinero. Más poder. El ser humano ha sido creado para alcanzar las mayores cotas de poder posibles. Y no existe posible más deseable que el poder.

“Cuando nadie más escuche lo que escribo
Cuando a nadie más le importe
Me refugiare aquí, me refugiare en ti.
Eternamente en ti.”
Eternidad, Skunk D.F.
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