sábado, 24 de julio de 2010

Para ser feliz sólo hay que olvidar el pasado (Parte Dos)

Cambiamos la evolución. El ser humano rompió el ciclo natural. No es que cambiáramos la Historia, se cambia cada día. La Historia no es más que un invento de la Humanidad. La sola elección de una persona cambia la Historia de la Humanidad. Desde siempre. El hombre empieza a usar utensilios... bueno, los monos también lo hacen, es un paso evolutivo natural. El hombre inventa la rueda... aquí empezamos a cambiar el curso de la evolución. Ningún otro ser vivo había sido capaz de construir o inventar utensilios.


Y desde ahí, ha sido un no parar. El ser humano tenía un cerebro más evolucionado, otras aptitudes fruto de la genética, iba a ser capaz de todo... de construir un mundo... y, por supuesto, de destruirlo.


Un punto de inflexión fue el extraño deseo irrefrenable del ser humano por matar, aunque alguien lo llamó sobrevivir. Era sobrevivir cuando se mataban animales para alimentarse con su carne, taparse con sus pieles o confeccionar útiles con sus huesos. No es sobrevivir el matar a un congénere. Ningún otro animal mata por el puro hecho de matar. Todo tiene un por qué... menos para el ser humano. ¿Qué lleva a un hombre a matar a otro? ¿Qué llevó a Caín a matar a Abel? La envidia. Un sentimiento exclusivamente humano. Desde ese momento, el ser humano dejó de formar parte del mundo. Ya no era una especie más, era una especie totalmente distinta, era LA ESPECIE. Estábamos destinados a destruir el mundo. Era inevitable. Transcurrieron montones de siglos. El ser humano se dedicaba a destruir fauna y flora; a aniquilar ciudades y civilizaciones, en pos del progreso. Nos inventamos las religiones, el odio, la violencia, el fanatismo, el arte, la política, el deporte, las drogas, la televisión, Internet… lo inventamos todo. El hombre creaba su propio mundo a su imagen y semejanza. Edad media, Renacentismo, edad moderna… todo era nuevo, todo era sorprendente. Y el hombre seguía matando, seguían habiendo guerras: por la religión, por el comercio, por el petróleo… y a algunos aún los llaman bárbaros.

Para mí, el punto de inflexión fue el Proyecto Manhattan. Ahí, en ese preciso instante, comenzamos a destruir el mundo. Mi nombre es Pósito y Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos *.

Qué llevó a un grupo de hombres (políticos y científicos) a gestar un proyecto en el que darían vida a la mismísima muerte. Adelantarse a Alemania. Simple y llanamente. Ellos la iban a construir, entonces, nosotros lo haremos antes. El Proyecto Manhattan, y en concreto sus dos resultados: Hombre Gordo y Niño Pequeño; eran el génesis de la destrucción del mundo. Que la Unión Soviética y Estados Unidos apretaran el botón rojo, el Apocalipsis. Y de todo he sido el principal creador. He destruido el mundo. Cree el Proyecto Manhattan y propiciamos su venta por todo el globo. El ser humano hizo el resto.


- Despro… yo…

- No hace falta que digas nada.

- ¿Por qué…?

- ¿Despro? ¿Despro?

Otra vez la luz blanca…



“La evolución es un proceso imperfecto y a menudo violento. Una batalla entre lo que existe y lo que todavía tiene que nacer. En medio de estos dolores de parto, la moralidad pierde su significado. La cuestión entre el bien y el mal se reduce a una simple elección: sobrevivir o perecer.” Heroes.






*(Robert Oppenheimer, citando a Bhagavad Gita)

2 comentarios:

Sara dijo...

Esto si que no me lo esperaba... ¡qué velocidad!

Lo cierto es que, cuando estuve en Hiroshima, traté de encontrar la respuesta a esa pregunta... y, obviamente, no la encontré. Te deja temblando el estar allí y sentir aún la destrucción, a pesar del tiempo. ¿Qué impulsa el mal? No lo sé. Recientemente releí el diario de Ana Frank y observé que ella misma se lo cuestionó en su día. Es curioso el odio que puede llegar a sentir el ser humano, la capacidad de destrucción... a veces pienso si acaso se puede seguir siendo humano después de algo así.

Quizás para ser feliz no sea necesario olvidar el pasado... solo recordarlo e intentar que no se repitan los mismos errores.

;)

Por cierto, hace poco tuve el placer de conocer a un tal Holden Caulfield que, curiosamente, me recordó enormemente a ti (no sé hasta que punto eso debería inquietarte... :p )

Sara dijo...

Yo no dejé un comentario en esta entrada??? :S

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