martes, 27 de mayo de 2008

Aniversaños (diez y trece de mayo)

Veintisiete suena mal, lo digas como lo digas. Ya no sé si es que no me pesan los años o es que paso de cumplirlos. Los veinticinco me dolieron bastante más. Pero los veintisiete me acercan inexorablemente a la treintena… eso si que da miedo. El paso del tiempo va en contra de mi pensamiento positivista. No cuadra. El paso del tiempo implica que la sociedad te empuja a hacer cosas. Cásate, ten hijos, un trabajo estable, con buen sueldo, búscate un piso… no, gracias. Prefiero mi soltería, aunque con compromiso, ninguna descendencia, mi trabajo estable pero mal pagado y vivir con mis progenitores. El tiempo va demasiado rápido. Tendrían que darnos un año por cada dos. O a lo mejor es que ahora todo parece pasar más deprisa. Ahora que lo único que haces es trabajar y estar ocioso (work/play). Ahora ya todo va rodado. Todo es igual. Intentas cuadrar un poco las vacaciones según te convenga y ya. Algún puente por ahí. Y ya. En realidad, un año pasa como si fueran trescientos sesenta y cinco días. Nada más. Y para mi, sólo un montón de lagunas. Hace un año… volví. Con todo lo que ello conlleva. Empecé a currar. Y todo lo demás. Cualquiera lo habría dicho. Ya un año. Todo pasa en un suspiro… excepto cuando lo vives. Las semanas son largas, los meses son largos… pero los años son cortísimos. Y una cosa es que pasen los años y otra bien distinta hacerte mayor. La música es parte fundamental para no envejecer. Una persona se hace mayor el día en que deja de escuchar música de forma habitual. Y lo corrobora cuando, al escuchar determinada canción, evoca un recuerdo que hace tiempo olvidó. Así pues, no soy viejo, aunque haya gente que lo piense. Lo puedo afirmar con rotundidad. No pasa un solo día en el que no escuche música. Y no viejo en el sentido de canoso, senil, cincuentón, ni nada de eso. Viejo en el sentido del peso de los años. A los treinta y pico seré madurito, espero. Incluso maduro. Como la fruta que se cae el árbol.
En fin. Es todo medio coña, ya sabéis. No me siento mayor. Tampoco joven. Si salgo por ahí un finde me rallo fijo, o los demás son inmortales o me estoy haciendo viejo. En realidad uno tiene la edad que tiene, sin más. Y hagas lo que hagas, hazlo porque te da la gana. Es básicamente y a grandes rasgos la forma de estar a gusto con uno mismo. No tengo prisa para nada, sinceramente. Ni para independizarme. Ni para hacer planes a largo plazo. Ni para tener descendencia. Las prisas nunca fueron buenas compañeras. Está claro que hay cosas que llegan, nadie sabe cuándo ni por qué, pero llegan. De repente tienes la necesidad de hacer cosas que antes no hacías. De la misma manera que antes hacías cosas que ahora no tienes la necesidad de hacer. Que el hip hop o el rock no son para mayores de treinta… pues peor para ellos, sinceramente. Si has escuchado buena música hasta los treinta y dejas de hacerlo… nunca te gustó la buena música. Distinto es que te molen ciertos artistas (no pondré nombres por si ofendo)… si no tienes quince años. Háztelo mirar. Y, por cierto, yo no sé lo que es buena o mala música.
Tres días antes de hacer veintisiete empecé a trabajar. Y tres días después de hacer veintisiete también hacemos uno… en pareja.
Un año se pasa… se pasa volando. No podría recordar cuatro anécdotas, pero se me ha pasado echando leches. Y día sí, día no, dos veces por semana, alguna escapadita, vacaciones en común… muchas cosas en todo un año. Muchas cosas para pasarlas en un solo día. Demasiado pasado para recordarlo. O cuestión de poca memoria.
Que bonito es el amor y que pronto se gasta.

“Libera mi mente de esas vertientes
De números pendientes, rodeado de serpientes
Riega de autoestima a los míos cuando despierten
Y protege las murallas de mi fuerte estando ausente
(…)
Y así somos felices, 13 bendice mi fe, (…)”
13, Flowklorikos.

martes, 20 de mayo de 2008

La leyenda del perro-flauta (por Despro)

Asco de vida. La sociedad hace siglos que no avanza. Por más que se empeñen en pensar que sí. Y desde las últimas crisis mucho menos. Ahora que todo está en pleno caos parece que se multipliquen los agoreros. , pregonan. Como hace años. La religión no nos salvó de los terremotos. . No supo predecir las grandes catástrofes. Ni evitarlas. Pero yo soy optimista. Ahora parece que no vamos del todo mal… desde que reina la anarquía. Los grandes terremotos obligaron a la creación de estados desplazados… o a desplazar los estados, no estoy muy seguro. Después de que las placas tectónicas chocaran entre sí creando nuevas fronteras naturales, los estados perdieron el sentido. Mucha, muchísima gente murió. El agua potable escaseaba. No había medios. Todo en ruinas. El caos. Los políticos mostraron entonces su peor cara. Bueno, su verdadera cara. Esa que vende a una madre por dinero o poder. Después de que mataran a todo el que se hiciera llamar político todo empezó a ir a mejor. Cierto es que no apruebo la violencia pero… hay casos. Llegó un grupo de salvajes y los decapitaron a todos. Eso sí, no sin antes celebrar un juicio popular. Resultó que no había inocentes. Una pena. Ahora sobrevivimos entre bandas callejeras, justicieros enmascarados y patrullas vecinales. Todos ellos armados hasta los dientes. Salir a la calle es toda una aventura. Y llegar a casa sano y salvo, una odisea. Peo el ser humano sobrevive. Se adapta. Yo tengo una máxima, la misma que me ha acompañado toda mi vida: vive y deja vivir. No me va mal.
Opio. No es legal, pero tampoco es ilegal. Claro que, no tengo muy claro que haya leyes hoy en día… tendré que consultarlo. Yo voy al Deliropium Tremens. El dueño del local no tiene demasiada imaginación.
  • Nelson, lo de siempre.
  • ¿Te puedo proponer un trato, Despro?
  • Sólo si salgo beneficiado.
  • Fumarás todo el opio que quieras.
  • Acepto.
  • Vale, de todas maneras, te lo cuento.
  • Venga, va.
  • Me han traído un opio nuevo. Pero le pasa algo extraño.
  • Y pretendes que me lo quede.
  • No del todo. Necesito que lo pruebes.
  • Vale, pero ¿por qué dices que le pasa algo raro?
  • Hay a gente que no le hace ningún tipo de efecto.
  • ¿Entonces?
  • Se lo fuman y siguen igual. Incluso en altas dosis.
  • No entiendo.
  • Hay gente que dice que persigue algo que nunca alcanza, una quimera. Casi siempre, un animal… un perro. Y se rallan, no les gusta. Ya sabes como son esta gente. Necesitan evadirse y un opio que no evade no sirve de mucho.
  • No sé dónde encajo yo. O me pasará eso o no sentiré nada.
  • O no. Este opio es especial. Ya lo fumaban los monjes hace eones. Y cuentan las leyendas que a los que de verdad les hace efecto, ven el futuro.
  • No creo en leyendas.
  • Está bien. Toma, prueba. Te haga efecto o no, será todo para ti.
  • Si no me hace efecto, ¿para qué coño lo quiero?
  • ¡Qué se yo!
  • En fin. Prepárame una pipa, por favor.
  • Toma, aquí tienes.
  • Gracias, te mantendré informado del futuro.
  • Jeje, muy gracioso. Un consejo, no sigas al perro.
  • ¿Perro?

En fin. Este Nelson. Es un buen comerciante, pero vive estancado en el pasado. Reza a un antiguo dios y cree en leyendas de monjes. En fin. Está bueno. Huele bien. Es suave. Deja un sabor agradable en el paladar. Mmmmmm. Creo que si me hace algo de efecto. Igual es que ya voy todo el día colocado…
(2 horas después)

  • Despro, ¿estás bien? Despro
  • Despro…
  • Vaya… hola Nelson.
  • Llevas dos horas de trance.
  • ¿Dos horas? Vaya… eso es demasiado, ¿no?
  • Bueno… te he visto viajes peores… ¿qué tal?
  • No vi ningún perro.
  • Bueno, ¿y?
  • Nada. Absorto en mis pensamientos. Ha estado bien. No demasiado fuerte.
  • Vaya… no es lo que esperaba pero… quédatelo.
  • Me lo guardas tu, ¿vale? Así vendré aquí a fumármelo. Bueno, dame algo para casa… mañana más.
  • Hasta mañana.
El caso es que… … … vaya, ¿quién eres tú pequeño amigo?, un perro flauta… ¿por qué le hablo a un perro? Toma, algo de pan que me ha sobrado… vaya… estás contento, eh… … … hasta luego cánido amigo. No me sigas. Que no me sigas… … … jodido perro… bueno, vale. Vente. Te llamaré… Perro-Flauta.

“Era más feliz cuando era un crío ignorante
ya, bueno como todos pero ya no todo es como antes”
Donde duele inspira/36500 días, Flowklorikos

martes, 13 de mayo de 2008

No ves mis lágrimas pero lloro tós los días (Vacíome)

Es la eterna duda. Es el y si... Eterna por no ser capaz de resolverla. Son los posibles. El miedo. Miedo, tengo miedo. A que duela, más que al cambio. El cambio, al fin y al cabo, es otra opción. Nada más. Es el no atreverse. La cobardía. Es el no decidirse. Es pasar horas, días, meses, años; viéndola sin atreverse a interactuar con ella (a quién no le ha pasado). Es el no cambiar de trabajo. De lugar de residencia. De vida. Hay gente que cambia sin más. Hay gente que se lanza a un posible mejor. O peor. Hay gente que prospera. Hay gente que liga. Yo no. Mis parejas han sido las que dieron el primer paso. Cambié de vida... y volví al pasado ¿Por qué? No lo sé. A mejor... quizás. Mejor o peor, bien o mal son conceptos relativos. Además de muy extensos. Por qué me fui. Supongo que para buscar eso que no encontraba aquí. Y dado que allí tampoco debía estar, volví. Y a veces… he tirado mi vida. La he perdido. Desaprovechado. Nunca he tenido ambiciones. Ni metas. Ni nada. Siempre me he sentido una parte del engranaje. Me he dejado llevar. Allí donde soplara el viento, allí iba yo. No he querido ser nada en esta vida y lo he conseguido, pues nada soy.

Si nos hubiéramos decidido todas las veces que no lo hemos hecho... qué habría sido de nosotros. Quizás hubiéramos sido más felices. O no.

Me cuesta mantener las relaciones sociales a distancia... y de cerca. Tengo un problema. De repente no sabes qué decirle a esa persona con la que te pasabas horas y horas hablando de nada. De repente parecéis dos desconocidos. De repente lo sois. Y no pasáis de los típicos tópicos; esas preguntas que por mucha conversación que tengas y quieras darle, es imposible. Qué tal todo, cómo estás, etc. Nada que decir. Esos silencios asesinos. Al final parecéis dos estúpidos que se acaban de conocer. Y en mi cerebro: es todo culpa tuya. Y es cierto. No sé mantener relaciones. No valgo. Me cuesta. Y eso es porque el gen social que todos los humanos deben tener, a mi me falta… o algo.

Debería reprimir según que recuerdos. La gente lo hace. Aprender a reprimir es una de mis tareas pendientes. Soy incapaz de olvidar a largo plazo. Ejercer el olvido por voluntad es imposible. Recuerdo los momentos frustrantes, las decepciones. Cuándo me atacará el alzheimer. No soy capaz de sacar de mi cabeza ciertas cosas, que de nada sirven. Algunas incluso molestan. No soy capaz. Algunas me atormentan. Se aparecen en sueños e intentan reclamar mi atención. Ilusas. No soy capaz de fijar mi atención en nada, más de cuatro segundos. Esa es la diferencia. Si les diera mas coba, acabarían por apoderarse de mí… y de mi insana estabilidad emocional.
No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no acabe. Miguel de Cervantes.

Soy gilipollas, lo sé. Me preocupo de hacerlo todo bien, y a veces hasta lo consigo. No es cierto. Nunca me sale. O por lo menos no cuando yo quiero. Me implico (Charrito, no te impliques), lo bordo, aguanto, mantengo el nivel... me estanco... y la cago. Me drogo. Es mi motor. Las veces, pocas, que me he propuesto dejarlo, lo he hecho. Pero no me lo propongo. A veces pienso que necesito que alguien me diga déjalo... y ahora que alguien diga: tema drogas no, gracias. Mo-no-te-má-ti-co.

Me obsesiono. Con una persona, con un gesto, con una sonrisa, con un comentario, con una conversación, con lo que sea. Antes solía ser con alguna chavala. Me hinchaba a darle vueltas a la cabeza, a soñar con ella. Ahora sueño con Steve Buscemi, Elsa Pataki y un tanga azul... No queráis saber quien llevaba el tanga.
Momento friki: En Heroes, serie de ficción americana totalmente recomendada, uno de los personajes sueña con situaciones del pasado, de hecho está presente en su propio sueño. Es gracias a un guía, un gurú. Estaría de puta madre, pero me conformaría con descifrar los pocos sueños que recuerdo. Incluso me conformaría con recordar. No sé qué diría Freud de mis sueños, pero seguro que le parecen tan raros como a mí.

Y luego otra vez las ganas de gritar. Otra vez el qué me pasa. Necesito escribir. Vomitar. Pero me da miedo vaciarme sobre una hoja en blanco. Quiero saber qué es lo que me hace estar, sin tener que encontrarlo. Quiero saber qué es lo que me hace ser, y me da miedo encontrarlo.

“Media vida esperé por mi gran momento
Y hoy me encuentro viendo como pasa el tren

Lecciones de vida, directo a la sien
Los golpes duelen lo que tardas en ponerte de pie
Mi propia voz dice “no podrás” entiendo quien es
El desaliento se apodera si lo dejas morder

Siempre con la sensación de que falta algo
Siempre la ansiedad de no saber qué es
Todo el mundo espera a ver mi próximo fracaso
Se que os mentí, se que os fallé, se que os decepcioné

Lecciones de la vida, directo a la sien
Los golpes duelen lo que tardas en ponerte de pie
Mi propia voz dice “no podrás” entiendo quien es
Me he convertido en lo que siempre odie

Me equivoque pero no estaré lamentándome siempre
El pasado es un lugar al que siempre querría volver
Aunque ya no miro atrás no hay mas tiempo que perder
Esta culpabilidad es un lastre a desprender
Se que os mentí, se que os fallé, se que os decepcioné.”
Lecciones de vida, Skunk D.F.

Siento tanto retraso. Estaba vacío. No sé por qué. No encontraba nada que decir. Alguna conversación después, algo ha salido. Podrían ser varios inicios de algo más grande. A lo mejor sacaría una entrada de cada uno de los párrafos de esta. A lo mejor. Pero sería demasiada información. Mejor poco a poco.
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