jueves, 10 de marzo de 2011

Asociación libre (Boli-terapia)

Difícil. Muy difícil. No sólo la entrada. Todo es difícil. La vida es difícil. Generalizando. Bufffff… muy difícil. Me encanta estar sin hacer nada. Pero nada de nada. Escuchar música. Me sobra. Me encanta. Me llena y me vacía. Me agita. Me calma. Me distrae. Me da qué pensar. Me da para escribir. Me eleva. Me evade. Me sumerge. Me transporta. Me motiva. Me guía. Me enseña. Me despierta. Me hace reír y llorar. Me acompaña allá donde voy. Me atrapa. Me ayuda. Canto. Grito. Hago aspavientos. Muevo la cabeza. Hago solos imaginarios. La gente flipa cuando me ve en el coche. Deben pensar que estoy loco… y sólo es música. Mucha música. Mi música.
Es lo que dice Sara de los principios. Todo es bonito. Todo es nuevo. Todo hace ilusión. Y luego… el tiempo. Y luego yo. Mi apatía. Mi desidia. Mi dejadez. Y otra vez las dudas. Y otra vez yo. Mi forma de ser. De pensar. Tengo un concepto demasiado único de la vida misma. Creo en el respeto y en el bien y eso no falla. Aspectos idílicos ante la marabunta de la Humanidad. Ya no hay bien. Ya no hay respeto. Sólo odio. Mi odio. Me odio a mi mismo, pero odio mucho más a la Humanidad. Odio el odio. Odio hasta el infinito la hipocresía y la demagogia. Me odio por odiar. A veces me odio por ser como soy. Por hablar sin pensar. Por pensar. Por no darle importancia a nada. O por dársela a todo. Por querer fluir y nada más… por todo y por nada.
Me disperso. Una canción. Una frase. El mal. Más mal. Corta y pega. Quiero decirlo todo. Quiero ponerlo todo. No puedo estar a todo. No puedo estar a dos cosas a la vez. Si me engancha la canción, si necesitaba una frase que encuentro, si el resto de la canción es enorme… corta y pega. Alimento un archivo de texto que no hace más que crecer… que multiplicarse. Lo abarca todo. Está lleno de ideas. De frases. De estrofas. De artistas. De escritores y filósofos. De músicos. De dioses.
Me releo. Me leo una vez, dos, tres… mil. No me gusta. Cambia esto. Añade esto. Te repites. Y en una de esas digo: publica. Y ya. Sin más. Luego la gente comenta… bueno, no. Da igual. Yo lo hago. Si alguien lo lee, estupendo. Me consta que lo leen, aunque no comenten. Me lo comentan personalmente. Y me encanta. Es la única vez que soporto que hablen de mi. Aunque muchas veces me obligue a comentar los entresijos de por qué una frase o una canción. En realidad también me gusta. Últimamente leen lo que escribo casi a la vez que lo escribo. No lo había hecho nunca. Está bien. A veces pueden aportar algo. Mola. A veces me escuchan leerlo. No me gusta tanto. Tendría que preparármelo. Ensayarlo. Entonces, a lo mejor, sonaría mejor. A veces hablo atropellado… como mi madre. Mi madre es peor, a veces hay que frenarla. Una santa mi madre. La mejor del mundo. Y que nunca se lo agradezca suficiente. Soy muy soso. Y muy despegado. Hasta con mis padres. No sé. Ahora que vivo fuera del nido, me doy cuenta de que interactúo con ellos lo mismo que cuando vivía con ellos: nada. Siempre he pensado que casi soy prescindible. Prácticamente no aporto nada. Es muy exagerado, lo sé. Si que hablo, comento. Con mi hermano bastante. Siempre tiene alguna historia que contar. No sé. Comentas una noticia. El fútbol. Poco más. Lo mismo que cuando voy ahora. Lo cierto es que voy mucho. Se está bien. Y se come bien… a mesa puesta. La independencia… no sé. Mola, sí. Es cara, también. Se disfruta, mucho. Todo tiene un lado bueno y uno malo. El malo soy yo.
Reparto tanto amor que no me queda para mi y sólo siento dolor. Hay un montón de gente que me quiere. Demasiada. En serio. Tengo suerte como si fuera tonto. Mi familia, mis amigos… la familia de mis amigos. No me lo creo. Y yo les adoro. Lo son todo para mi. Y me quieren con mis defectos. Con mis adicciones, mis idas de olla, mis cambios de humor, mis vaciladas, mis improperios, mis tacos, mi forma dispersa de hablar, mi mala memoria, mi pasotismo, mi todo. Y me dicen, y yo sé que tienen razón, que algo tendré cuando hay demasiada gente que te aprecia. Y es que soy buena persona, gracioso, amable, intento ser sincero, no deseo el mal a casi nadie, me esfuerzo, me dedico, a veces soy simpático, me río por casi todo. Un montón de cosas positivas. Lo sé. Pero no sé si me valen. Si me llenan. No sé cómo decirlo. Me sigo atormentando cuando hago daño. Cuando no soy capaz de hacer feliz a alguien. Todo sigue pareciendo culpa mía. Y ser simpático no me ayuda. No me vale. El dolor se apodera de mi. A lo mejor no es dolor. Es angustia. Es no estar a gusto y no saber por qué. Es… no sé. Desasosiego. Es no saber ser feliz. Es no saber si se es. Es el eterno “y si…” Es por momentos. No es nada, en serio. Es a veces. A veces muchas veces y a veces pocas veces. Pero cuando es… duele. Duele mucho. Y me despierta por la noche. Y no sé por qué. Y me vuelve a atormentar. Y vuelvo a recordar esa frase, esa otra. Esa dejadez. Esa cobardía. Esos ojos.
Y llega otra canción… y me vuelvo a empanar. Y vuelvo a divagar. Y es otra canción. Y otra. Y otra…

“Ahora ya sabes a lo que me refería
de nuevo has visto derrumbarse tu castillo
y otra vez corres como un pollo sin cabeza.
Te mueves por las calles de la incertidumbre
buscando una respuesta a la desolación,
me temo que la realidad, es tan triste.
Nuestros principios mas sagrados
se vuelven humo y desaparecen,
buscamos algo para llenar este vacío,
pero todo esta muy mal.
Y al final, como siempre se suele decir,
solo las pequeñas cosas son las que cuentan,
lo demás solo son pasatiempos.
Son solo ciclos cada vez mucho más cortos,
más cortos a cada nuevo desengaño,
me temo que la realidad, es tan triste.
Siempre buscamos las respuestas
que den sentido a nuestra existencia,
no vamos a estar aquí porque sí,
vamos cambiando, y siempre es igual,
cuando dura demasiado todo es igual.”
Las pequeñas cosas, Soziedad Alkoholika

1 comentario:

Sara dijo...

Hay algo que nunca he dicho pero deberías saber: los finales también tienen su principio. Y estos principios son inversamente proporcionales a los principios que tu mencionas.

Un consejo de esos que no me gusta dar: date una tregua. En una guerra contra ti mismo solo puedes perder tu.

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