martes, 26 de julio de 2011

Pasado (Epílogo)

Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender. Françoise Sagan

Más nervios. No parece demasiado enfadado. Muchos más nervios. Se acerca.
- Cuánto tiempo…
- Sí… mucho… ¿por qué te fuiste?
- Tenía que hacerlo. Si me dejas explicártelo, con un poco de suerte, a lo mejor no llegas a compartirlo, pero espero que sí a comprenderlo. ¿Me dejas?
- No sé si necesito entenderlo. Siempre he creído que tenías tus motivos. En cierto modo, lo entiendo.
- Fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Y ahora, volver a verte…
- Te habías olvidado, ¿a qué si? A mi me pasa igual. Hacía mucho que no pensaba en ti. Y, cuando lo hacía, intentaba apartar el hecho de que te fueras… sin decirme nada. Intentaba quedarme con los buenos momentos. Sin rencores. Sin reproches.
- Y ahora al verme…
- Y ahora al verte no sé qué pensar. Ha sido un shock, la verdad. Ahora mismo estoy confuso. Supongo que podemos volver a empezar de cero.
- Sin reproches, sin rencores… empezar de cero.
- Será difícil… pero lo más difícil ya lo he pasado…
- ¿Lo más difícil ha sido olvidarme?
- Nunca te he olvidado. Sólo aparcaba tu recuerdo.
No nos dimos cuenta pero aquello avanzaba. Quedábamos más. Empezamos a salir. No habíamos cambiado tanto. Seguíamos siendo aquellos jóvenes ávidos de experiencias… pero no tan jóvenes. Los dos teníamos miedo. Miedo a comprometernos, a hacernos daño otra vez, a sufrir, a fracasar una vez más. Pero apartando el miedo nos teníamos el uno al otro. Siempre nos habíamos tenido. Volver a recordar lo que nos había unido, en lo que habíamos conectado, lo que habíamos compartido. Sin reproches. Sin rencor. Sin miedo. Todo era emoción. Todo era pasión. Todo era amor. En realidad no hacíamos nada más que quedar, hablar, beber, fumar, besar…
La vida da muchas vueltas. El trabajo nos reportaba unos buenos ingresos, pero la vida en la ciudad es muy cara. Los dos nos encontramos en el dilema de la búsqueda de hogar. A los dos se nos daba muy mal vivir solos. Encajamos las piezas. Buscamos una casa. Una vida en común. Una vida compartiendo techo. Sobre todo, somos amigos. Compañeros de piso. Con algo más, está claro. Pero nada de etiquetas. Nada de juicios. Nos lo pasamos bien. Nos ayudamos y nos queremos.
Pero también trabajábamos juntos. Eso empezó a ser demasiado. No por el trabajo, ni por el vernos a todas horas… estábamos encantados. Nuestra complicidad se reforzaba a cada minuto juntos. Pero empezó a generar tensión; justo en el momento en el que la cúpula del Proyecto M se reunió con los militares. Una vez más, los avances tecnológicos en manos de la muerte y la destrucción.
Una vez más… desapareció. Pero esta vez era distinto. Desapareció sin motivos. Salió de la reunión. Apartada del proyecto. Dada por desaparecida. Horas de búsqueda. Días de espera. La casa se me hacía enorme. Todo me recordaba a ella. No podía levantarme de la cama. No podía estar en casa. No podía vivir. No sin ella. Dejé de trabajar. Empecé a beber. Empecé a salir. Quería quemar mi vida. Quería olvidar. Quería morir. Me cambié de casa. Un apartamento pequeño. Una habitación, cena para uno, vino para tres. La noche quemaba mis pecados. La droga liberaba mi alma. El mal me invadió.

Lo que se hace por amor acontece más allá del bien y del mal. Friedrich Nietzsche

4 comentarios:

Sara dijo...

Mmm... me gusta cuando coges algo real y lo disimulas con algo inventado. Hay que saber localizar las palabras exactas para comprender qué quieres decir realmente.

;)

Anónimo dijo...

Muy buena pagina web. Me alegra el haberla encontrado.
Siempre es bueno leer algo intersante.
Here is my webpage - Me Siento Muy Solo

Unknown dijo...

Ya no olveras a escribir?

Unknown dijo...

Ya no olveras a escribir?

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