martes, 14 de noviembre de 2006

Be water, my friend!

Aaaaaahhhhhhh!!!! Otra vez de vuelta a empezar!! Dios, puta cabeza! Si en su día se me ocurrió salvar ciertos archivos, ayer no me acordé. Mierda. Textos inéditos, letras, canciones… estrés!! Creo que no me acordé… no sé. Estoy bloqueado. No los encuentro… así que supongo que no me acordé de grabarlos… mierda. Volveré a enfrentarme al vértigo de la hoja en blanco una vez más. Tan simple como el placer de una hoja en blanco. No es vértigo… es vicio. Canalizar la ira. Vaciar la mente. Eso es escribir, por lo menos para mí. Desahogo. Así cuando no escribo… estoy tenso. Necesito la compañía de una musa… constante e infatigable. Y no estas visitas puntuales… cada vez menos y más cortas. Algo continuo… no es excusa, pero está escrito, sin musa es demasiado vértigo. Mi musa es demasiado… cómo decirlo… impredecible… volátil… esporádica. Siempre llega a deshora… siempre cuando no la necesito… nunca cuando me hace falta. Procura molestar con sus ideas si no las plasmo… y dar sólo pinceladas cuando la estoy dibujando. Aparece desnuda y excitada en el comedor y en la cama se vuelve pudorosa y sólo me enseña los tobillos y las muñecas desnudas. Es un caos. Dispersa ideas en mi cabeza al azar. Tiene un sentido del orden extraño y aleatorio. Me lanza puñaladas en forma de frases profundas… se clavan y hacen herida… pero nunca sangran… sólo algo superficial. Un día me lanza el número siete… pasan días y días… quizá lance cierto día el cinco… o el tres… y pasados dos meses el ocho. Es una puta. Me odia… y yo la odio a ella. Pero ninguno de los dos somos capaces de vivir sin el otro. Nos necesitamos. Es pura simbiosis. Sin mí no hay ella. Y sin ella no hay mí.

Siiii!!! Todavía queda “sí” como primera palabra en el mundo… o “lo intentaré”, que es la versión escéptica. Aunque sigo siendo el último asceta… esto levanta el ánimo. No confiaba. Tampoco quería. Pedir un favor… ufff… implica tener una deuda… aunque sea con la autoridad. Cincuenta €uros bien lo valen. Agachar las orejas y pedir. Tampoco ha sido tan grave. Es buena gente, por lo tanto ha sido fácil. Aunque no nos llevemos demasiado. Un “gracias” y un “te debo una, lo que quieras” han sido una buena moneda de cambio. Una cadena que te ata, pero bueno. El Padrino es un gran ejemplo. Don Vitto Corleone hacía favores a quien se los pidiera y decía: “yo te hago este favor, pero ahora tienes una deuda conmigo, y algún día te pediré un favor, y tendrás que cumplir con tu palabra. Quizá no sea mañana, ni dentro de una semana… quizá no te lo pida nunca, pero tienes una deuda conmigo, recuérdalo”… y te lo decía con esa voz… cualquiera le decía que no. Y así hizo un imperio. Pero claro, eran otros tiempos. Eran tiempos en que la palabra dada era sagrada. Ni contratos ni dinero ni hostias. La palabra de un hombre es inviolable. Y te mataban si no cumplías, normal. Imagina cuántos políticos muertos… creo que no quedarían dos. Yo sigo esa filosofía. La palabra dada es sagrada. No voy a matar a nadie, evidente. Es más, no me importa que los demás lo cumplan. Lo hago por mí. Mi palabra es sagrada. Nunca he roto una promesa… y no pienso empezar ahora. No juro. No me gusta. Me da la sensación de que no sirve de nada. Prefiero una promesa a un juramento. Además jurar en vano es pecado. Uno de los pocos que no cometo… por lo menos conscientemente.

Soy la perfecta armonía entre un pijaitas y el arte nativo. Llevo con igual clase y elegancia ropa de Springfield y zapatos que una camiseta de S.A. y zapatillas (Reebok Classic, of course). Pero no con el mismo orgullo, claro. Ni con la misma comodidad. Los zapatos son cómodos, lo mío me ha costado encontrarlos. Pero las camisas… en fin. Me hacen estar tenso. Esas camisetuchas de manga larga… están muy bien. Colores vivos y tal. Y son cómodas. Y cumplen su función. Las que son lisas también. Me permiten seguir llevando camisetas de verano a principios de otoño. Lo cual está muy bien. Y los pantalones… bien. Normal. Grandes bolsillos… que también está muy bien. Al final me va a gustar y todo… no. Más bien creo que es pura comodidad. Si fuera incómodo desistiría de ponérmelos. En fin… yo hablando de ropa… que cosas.

¿No te ha pasado nunca que tienes algo en la cabeza y no sabes explicarlo? ¿O no puedes? ¿O no encuentras las palabras correctas? Empezar a decir algo y no acertar con las palabras, que tu interlocutor no se entera, vamos… todos deberíamos tener una pequeña Sara dentro (Superanónima). A mi me pasa a menudo. Es que mi cabeza va demasiado rápido. Es mucha información para un vocabulario cada vez más escaso. Demasiados tacos y pocas esdrújulas. Alguna palabra grandilocuente de cuando en vez y ya… ains… la degradación del cerebro sigue su curso.

“- No estás escribiendo…
- Estoy con mi tren, ¿te gusta? Lo acabo de comprar
- ¿Y desde cuando no escribís nada?
- Desde que estuve de viaje
- Quizás ya no tengas nada que decir, mira aquí te marqué varios trabajos posibles
- No necesito que me busques trabajo, estoy bien así, soy poeta
- ¿Qué oficio es ser poeta? Donde pone aquí: “Se busca poeta, buena remuneración””
Pura droga sin cortar, Violadores del Verso

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Arhggggggggg!!! q me has puesto roja!! nooo!! rojísima!!!! No sé ni qué poner... jajaja... regreso cuando me calme!

Pdta: q sucede el 1 de diciembre?

Anónimo dijo...

jaaaaaja m parto
solo una cosa: yo m voy de borrachera con la inspiracion, y cuando esta ciega, ya no se va... durante un rato xD

P.D: lo de la clase debe ser cosa de familia, pero yo tengo mas,ta clarisimo, sera mejor generacion la mia... o no' (me llaman modesto)

'Rumba diselo ya... te te te te me pulo'

Creative Commons License
Esta obra está publicada bajo una licencia Creative Commons.