martes, 26 de abril de 2011

Némesis

Fiat iustitia et pirias mundus *

- Todo está conectado.
- ¿Cómo? ¿El qué? ¿Qué dices?
- Sí. Brune, marino, mi ascenso y mi caída.
- No te equivoques. El destino es insondable.
- ¿El destino? Tú te equivocas. Todo esto no tiene nada que ver con el destino. Esto es obra de hombres, de corporaciones, de intereses…
- No. Me niego a creer que hay hombres capaces de cometer semejantes atrocidades por dinero o poder. Me niego a creer que asesinaran a Brune.
- ¿Por qué si no? Todo tiene sentido. Nos han utilizado. Nos han guiado sutilmente hasta conseguir que hiciéramos su trabajo sucio. Brune me lo dijo… le borraron la memoria, la asesinaron. Me vengaré.
- No digas tonterías. Te estás obcecando. Brune estaba enferma, deliraba, no sabía lo que decía. No te obsesiones.
- ¡No es obsesión! Brune sabía algo… debo descubrir el qué. Si lo consigo, destruiré a marino. Esa será mi meta en la vida.
- No dediques tu vida a la venganza. Nunca sacarás nada positivo. La venganza te destruirá. No lo permitiré.
- ¿No lo permitirás? ¿Qué vas a hacer para detenerme? ¿Me vas a matar?
- Eres injusto. Sabes que me preocupo por ti, sabes qué es lo mejor para ti… y la venganza no lo es. La venganza nunca es una salida. No lo hagas… por favor.
- Siento que tengo que hacerlo, que es el único motivo por el que sigo vivo. O estás conmigo, o estás contra mi.
- Llámame Némesis.
- Así sea.

Y desapareció. Los siguientes meses fueron meses de perseguir sombras. De llegar siempre unas horas o unos minutos tarde. De estar a punto de descubrir algo, de encontrar una pista que le llevara a algún lado. Casi tenía un nombre. Casi llegaba a una dirección. Pero siempre casi. Siempre pasaba algo. Siempre llegaba tarde.Perseguirle le ocupaba demasiado tiempo. Tenía que adelantarse a sus pasos. Ir detrás de él no le llevaba a ningún lado. Volver a casa. Estudiar a su hermano. Sentir su dolor, su odio, su ira. Solo así conseguiría pararlo. Volver a casa y volver a utilizar la hierba. Sería duro. Sería difícil… sería la solución.
Necesitaba el recuerdo de un muerto. Necesitaba saber algo que no sabía nadie. Había oído decir que, en la ciudad, cualquier cosa es posible. Iba a poner límites a “cualquier cosa”. Llegó con mucho dinero y una nueve milímetros en el cinturón. Haciendo preguntas y rompiendo huesos consiguió un par de nombres. Un par de locos dispuestos a creerse dios. El primero que visitó debía llevar varios días muerto, atrapado en una máquina, siendo su propio conejillo de indias. Procuró no entretenerse demasiado, no hacen falta más problemas. El segundo, era un viejo que llevaba años encerrado en una residencia católica, tratado como un loco. Cuando le visitó, ni siquiera se extrañó de que le visitara un familiar inexistente… sabía perfectamente que ningún familiar, real o no, iría a verlo. Resultó no estar loco, más bien todo lo contrario. Resultó ser un brillante científico, perfectamente cuerdo, racional y sensacionalmente genial. Le habló de una máquina que le daría lo que andaba buscando. Le dijo que estaba en el laboratorio de un antiguo compañero. Le facilitó los datos. Llevaba varios días muerto, no hacía falta ir a verlo. Sé utilizar la máquina… ayudé a construirla. Sacarlo de la residencia tampoco fue difícil. Ni tampoco llegar hasta la máquina con el cadáver de Brune. Lo difícil, vino después.
Después de un trance que casi acaba con su vida, lo tuvo claro. El cadáver de Brune aparecía sentado en una extraña máquina, con los ojos muy abiertos. Ese sería el principio del fin. Encontrar la casa antes que Pósito, imposible. Fue más fácil seguirle. El factor sorpresa estaba a su favor.

Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos. Jorge Luis Borges.




* "Haz justicia aunque para ello se destruya el mundo", frase sacada del cómic, de la saga Constantine.

No hay comentarios:

Creative Commons License
Esta obra está publicada bajo una licencia Creative Commons.