lunes, 12 de febrero de 2007

Mi memoria... esa desconocida...

No consigo desentramar los entresijos de mi puta memoria… ni su funcionamiento. En Memento el protagonista no puede crear nuevos recuerdos. De manera que recuerda todo hasta el accidente. Todo lo demás se evapora en 2 minutos. No es mi caso, tranquilos. Por lo menos, no siempre. Recuerdo cosas muy puntuales del pasado. Creo que si me esfuerzo o intento evocar surgen. Mi memoria es como el disco duro de un ordenador (deformación profesional, una vez más). La información está ahí, pero hay que buscarla. Es lo que decíamos ayer, me dice alguien. Entonces intento recordar el día de ayer… paso a paso, momento a momento… y encuentro la información. Todo es más fácil con una pista. Es más fácil buscar un archivo si sabes el nombre. Lo recuerdo, sé que tengo ese archivo, pero no sé dónde. Sé que he estado ahí y he hablado contigo, pero no sé de qué… no lo recuerdo, hasta que me acuerdo. Asombrosamente me sorprendo recordando conversaciones letra por letra. Conversaciones banales o estúpidas… recuerdo una broma que me hizo gracia… recuerdo quién me dijo aquello de “por unas se dejan otras”… información relativamente inútil. A veces los accesos directos no están vinculados… o no hay detalles que mostrar. Una cara… un nombre… pero falta información.
La memoria es imperfecta, la memoria puede cambiar el color de un coche. No confíes en tu memoria. Modificamos los recuerdos.
Cuando escribo mezclo realidad y ficción, recuerdos e imaginaciones. En realidad no pienso lo que escribo, generalmente me lo tengo que volver a leer una vez acabado para corregir errores, palabras que no encajan, frases sin sentido… algunas las dejo. Es como cuando hablo. No reflexiono. Simplemente lo suelto. Menos mal que los allegados están acostumbrados. A los desconocidos les suele chocar. Me dijo una vez un amigo que lo primero que se te pasa por la cabeza, en realidad, no viene de la cabeza. Él hablaba de la novia o algo así, pero a mi me sirvió en beneficio propio. Nunca me había parado a pensar por qué decía lo que decía, cuando lo decía; simplemente, lo decía. No pienso. Y en particular, no pienso lo que digo, aunque digo lo que pienso. Sinceramente, me da igual si te sienta bien o mal, yo lo digo. Es una postura algo egoísta, sí, pero es lo que hay. Ya digo, los allegados me entienden y no se ofenden… o no deberían… aunque siempre hay alguno que no capta la lección. Y se enfada. Sinceramente… me la toca. Y puede que hoy esté mosqueado y mañana no, pero si te picas, rabos* comes.
Generalmente suelo recordar las cosas bastante tarde. Esta mañana he visto unas zapatillas que me tenía que traer… y allí se han quedado. Me he acordado cuando estaba aquí, tarde. Tengo que hacer las cosas en el momento. No puedo decir “luego lo hago”, porque el luego no llega nunca. O lo hago ahora, o no lo hago. A veces la gente se queda pillada. Cuando de repente me levanto de un salto, busco el móvil y me pongo a llamar. Como un espasmo. Me acabo de acordar… es tu cumpleaños. Fiu! Casi tarde otra vez.

“Qué coño hice ayer?
Me debí beber un río y fumarme un árbol, no sé
Mi vida podría haber sido peor
Y encima aún tengo que pedir gracias a Dios, no te jode!”
Por honor (con Mr. Rango), Violadores del Verso

“Fumo y olvido…”
Hoy no… (con Loko), SFDK




* Versión vilviestrina del dicho popular, mucho mejor, ande va a parar!

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No es maravilloso? Lo mejor de la memoria es que modifica los recuerdos pero, ante la carencia de un referente imparcial, esos recuerdos modificados se convierten en los verdaderos. Así, puedes llegar a creer con toda tu firmeza algo que, en realidad, nunca sucedió de esa manera. No obstante, solo modificamos los detalles, la información no relevante... lo que cuenta, a fin de cuentas.
A veces no recuerdo que hice ayer pero hay cosas que me resultan imposibles de olvidar.

Me ha gustado tu reflexión.

;)

¿informático?

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