sábado, 31 de marzo de 2007

Sabes… te voy a contar un secreto… bueno, mejor no… si te lo cuento dejará de ser secreto.

Autodestrucción como respuesta. La destrucción es un camino. Hay que explorarlo. Ya lo dijo el gran Roberto Iniesta Ojea: Probaré la droga, una de cada, y volver fiel a repetir pa encontrar la que más me degrada y abrazarme a ella hasta morir. Algo menos radical, de todas formas… matices. No todo tiene por qué ser bueno y bonito. Creación y destrucción. Es como lo del bien y el mal y todo eso. Pero desde otro enfoque. Un nuevo enfoque. Dejar el mal, la mayor autodestrucción a la que me he sometido nunca… una vez más. Nunca fui lo que se dice un amante de la vida,cargándome mi vida convirtiéndome en autosuicida (…)
Todos nos autodestruimos en mayor o menor medida. Algunos se dejan engañar para luego sufrir. Algunos deterioran sus cuerpos conscientes de ello. Y su alma. Hay a quien le gusta, incluso, el dolor y el sufrimiento propio. El dolor ajeno es algo distinto al propio. Nunca se puede sentir, por más que se intente.
No puedo. El bien, la bondad, la caridad o lo que sea, me lo impide. No puedo odiar. Me supera. Lo intento. Pero sólo consigo indiferencia. No está ese calor que emana de mi interior. Que abrasa los músculos. No consigo odiar. No se me colapsa el cerebro cegado por la ira y el odio. No se me nubla la vista. No fluye con más ímpetu la sangre. El corazón no bombea desbocado. Sólo calma. Sólo… soledad. Pena. Hastío. Desidia.
Ya no queda nada por lo que luchar. Ya nada tiene sentido aquí… retales sueltos, de lo que fui. Las metas se tornan, una tras otra, inalcanzables. Todo lo que me propongo acaba en un fracaso horroroso. Empiezo a pensar que no sirvo para nada. Y me da por dejar el mal. Ahora que ya nada tiene sentido, dejo lo único que lo conservaba. Decido no evadirme. Decido autodestruirme con la realidad. Cuando se va la niebla que flota en la masa gris, me golpeo con la luz. Me duele. Busco entre la música una salida. Recupero discos olvidados. Me reconfortan. Busco nuevas canciones. Ya no me sale escribir. Me vuelve a costar más y más. Empiezo a pensar que todo giraba alrededor de la materia marrón, grasienta y olorosa. Físicamente me estaba destrozando… bueno, me sigue destrozando. Sigue sin tener sentido. Pero es la única manera de no pensar… y de dormir. Aunque si lo dejo es precisamente por lo último, porque ya no me ayudaba a dormir. Ya si que no tenia prácticamente sentido. Y sentido es lo que necesito. Sentirme y sentir lo que me rodea… una última vez. Todo se desarrolla como a cámara lenta. Pasan los días fugazmente, pero las semanas duran una eternidad. Ni siento ni padezco. Todo me da igual. Culo de mal asiento, ya todo me da igual, si digo lo que siento, me quieren ingresar. Tú me das igual, yo me doy igual… aunque quien me conoce sabe que no es del todo cierto. Quiera o no me preocupas. Estoy pendiente de ti. Aunque no quiera. Si me dices que escuche, escucho. Atento, comento tus pesares, que pasan a ser míos. Me paso la noche cavilando. Y al día siguiente a ti ya se te ha pasado y yo todavía le estoy dando vueltas… hasta que me das la razón y lo olvidamos juntos. Cuando tu no olvidas, a mi me atormenta. Cuando tu olvidas, yo muero. El siguiente paso será morir para el descanso (…)

“Y una noche mal sana no esperó a mañana,
y mientras se marchaba al alba le cantaba:
que si es la muerte mi tan ansiada libertad,
porque atrasarla por mucho tiempo, y arrastrar
esta cadena, que llena mi alma de ansiedad.”
Ansiedad, El Último Ke Zierre

¿Puedes echar de menos algo o alguien que nunca has tenido? Tengo claro que si es una cosa, un objeto, no. Es imposible que eche de menos un coche deportivo, cuando nunca he tenido ninguno. En todo caso aspiro a tenerlo. Pero, si es una persona, ¿puedes echar de menos a alguien que nunca has tenido? Esto me lleva a otra pregunta: ¿se puede poseer de algún modo o manera a una persona? Puedes llegar a formar parte de su vida. Pero, ¿puedes formar parte de su ser? No físicamente, claro. Dicen que cuando te amputan una extremidad te sigue picando como si todavía estuviera en su sitio. Es muy posible. Nunca he perdido a nadie tan importante, o por lo menos, no definitivamente, así que es difícil de sentir. Sí parcialmente. Alguien a quien tienes presente todos los días… echas de menos a diario. Por muy presente que esté, si no está físicamente, es un miembro amputado. Dependencia. La del tabaco, física; la del cannabis, psicológica.
De un tiempo a esta parte me da por echar de menos comportamientos, situaciones y personas de mi infancia-adolescencia. Me ha dado por dejarme el pelo un poco más largo de lo normal, teniendo en cuenta que lo normal en mi es llevarlo muy corto. De pequeño no me gustaba que me cortaran el pelo. Me daba igual ir haciendo el ridículo con mi pelo a lo afro. Mi madre decía que parecía un gitano. Me daba igual. Y los tirones de pelo de mi madre al peinarme, también me daban igual. Me ha dado por recordar aquellos besos furtivos. Aquellos roces voluntarios. A mi primera cuñada Sheila haciendo de celestina. El no saber qué hacer. El no saber qué está pasando. El no saber reccionar. Las risas. Los partidos de fútbol después de comer… o antes. Quedarme en el comedor a comer. Ser el mayor del comedor… con diferencia. Minerva… tanto que me acuerdo de su nombre, de su cara… mi primer amor platónico… me sacaba casi diez años. Recuerdos. Y me ha venido el nombre así, sin más. Estaba ahí. Cosas… tiempos… momentos. La primera vez del apaleado, del polen, de la chicha, del hash, de la maría.... del alcohol. La primera vez del éxito. La primera vez del fracaso. La primera del dolor. La primera de ese dolor. Echo de menos personas. Situaciones. Situaciones con personas.

“Como venganza de la buena suerte,
o recompensa de la mala vida.
(…)
Sobra la luz, que me hace ver
todo lo que me escondía.”
Sobra la luz, Fito & Fitipaldis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se puede echar de menos a alguien que no se ha tenido? Bien, ahora dime, ¿qué es tener? ¿Tener a una persona es un concepto tangible? ¿Tiene una definición clara? Tienes, de alguna manera, a esa chica que una vez atrapó tu mirada en el autobús. Tienes, casi sin saberlo, a ese profesor que te enseñó a sumar o a aquella vecina que te saludaba cada mañana en el ascensor. Tienes a cualquiera que haya estado presente en tu vida, un segundo o dos... o toda entera. Tienes a quién atrapas con una palabra, a quién no conoces pero crees conocer, a esa muchacha que se coló en tus sueños, a quién aún está por conocer... y puedes añorarlos a todos, echar de menos es un sentimiento sin reglas.

la autodestrucción, en sí, es un concepto que me descoloca. Piénsalo. Si te destruyes a ti mismo, estás acabando con la parte de ti que odias y, a la vez, con esa parte de ti que exige una destrucción. Al final no quedan supervivientes para narrar la historia y, sinceramente, no creo que merezca la pena. Siempre fue preferible alzar la bandera blanca.
No todo puede estar mal si algo te dice que todo está mal. Ese algo, se trata de localizarlo y convertirlo en todo.

O de pasar página.

Y piensa que no existe ninguna historia que no acabe con un "Fin".

Sonríe.

Estamos de vacaciones.

;)

Me voy a Asturias! =)

Pd. Aprovecho para quejarme de tu falta de visitas. Tendré que ponerme en huelga.

Cuídate.

Anónimo dijo...

ui q largo me quedó! jijiji
lo siento!!
sara

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