- No tienes por qué herirme. Tienes otras amigas con derecho a roce, y no has perdido la amistad.
- Ya. Es cierto.
- ¿Entonces?
- No ha mejorado el día desde que hablamos. No insitas… por favor.
- ¡No! ¡Esa cara no!
- Jajajaja. ¡Te puedo!
- Nooooo, perdona. Yo tampoco tengo un gran día. El mío ha ido decayendo.
- Vaya. ¿Y eso?
- Eso es mi novio y tampoco baila.
- (los dos) Jajajajajajaja
- Que bueno. No te desvíes.
- No sé. Me ha llamado Ber.
- Pero no es por eso, ¿No? Estabas estupendamente.
- Ya… estaba. No creo que haya sido por eso. Me duele la cabeza. Me han agotado. Un día duro.
- Bueno. Todos tenemos alguno… ¿otro abrazo?
- Jajajaja. A ver si te vas a aficionar ahora… aunque mejor para mi.
- Ya te digo.
… - ¿Me necesitas?
- Constantemente.
- ¿Por qué?
- Pues… … … no lo sé. Sólo sé que te necesito.
- Eres como un libro cerrado, igual.
- Ya. No sé explicarme.
- Ya.
- Me aportas muchas cosas. Haces cosas que me gustan. Estoy a gusto contigo. Vale como respuesta, ¿no?
- Jajajaja. Vale, vale. Ha sido muy buena.
- Lo sé.
- Te doy cariño.
- Mucho. De repente necesito tus abrazos.
- ¿De repente?
- Sí, bueno… ahora más. Antes también, supongo, pero ahora más.
- Eso me gusta.
- A las mujeres os gusta que os regalen las orejas… sin ánimo de ser machista.
- No lo eres. Es verdad. Por lo menos a mi sí. Me gusta.
- Supongo que a todos, ¿no? A mi también me gusta… ¿no?
- ¡No! A ti no te gusta.
- ¿No?
- Claro que no. Si hablamos de ti intentas cambiar de conversación. Aunque sea bueno.
- Bueno, ahora estamos hablando de mí.
- No del todo. Estamos hablando de los dos.
- Ah… bien.
- Háblame de ti.
- No.
- ¿Por qué no?
- Tenemos el día tonto hoy...
- Jajajaja. Me haces reír. Lo necesito.
- Bien. Reír es bueno. Eso dicen.
- Sep. Es bueno.
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
- Por encima.
- Me dijiste preciosa.
- Tenía toda la razón del mundo.
- Y me miraste de una forma… no me has vuelto a mirar así… hasta el otro día.
- No sé… no recuerdo, sinceramente.
- Eso quiere decir algo.
- Estupendo. ¿Qué?
- No lo sé.
- Jajajaja. ¡Vaya una! Jajajaja. Total, pa no decirme na.
- Jajajaja. Sí, sí. Es que si no lo supe entonces, no lo voy a saber ahora.
- Han pasado muchas cosas desde entonces. Hemos intimado más.
- Jajaja. Más quisieras so golfo.
- Malpensada.
- Ya, ya. Pero sí, han pasado muchas cosas.
- Y el tiempo.
- Más que cosas. A lo mejor hemos estado perdiéndolo.
- No te entiendo.
- Sí, entre nosotros. No sé. Que no lo hemos invertido, que lo hemos perdido.
- ¿Pierdes el tiempo conmigo?
- Si fuera una afirmación en vez de una pregunta…
- Jajajaja. Insisto, malpensada.
- No, no creo.
- Yo considero una inversión el tiempo empleado contigo. Joe, que bonito.
- Bonito, bonito… grandilocuente.
- Jajajaja.
- No es perdido, no sé explicarte. Yo he aprendido mucho de ti, me lo he pasado muy bien… no sé. Pero también he perdido muchas oportunidades por ti.
- No entiendo.
- Joe. Yo estuve un tiempo sin salir con nadie por estar contigo.
- ¡No!
- ¿Cómo que no? Sí.
- ¿Y por qué?
- Porque… no sé. Porque me gustas… no sé.
- Vale… cambio de tema… ¡ya!
- Jajajaja… vale, vale…
- Se ha quedado buena tarde…
- (los dos) jajajaja.
… - Prométeme que no va a cambiar nada.
- ¿Y lo intentamos?
- Yo no he dicho eso. Tu prométemelo.
- ¿Para qué si no va a pasar nada?
- Bueno, eso no lo sabemos. Tu prométemelo.
- Cualquier día de fiesta… y borracha.
- Jajajaja. ¿No me lo vas a prometer? Mira que si no me lo prometes si que no va a pasar nada.
- Si te lo prometo tampoco.
- Insisto, no sabemos.
- Tu lo sabes todo.
- No me gusta que uses mis frases contra mi.
- Jajajaja.
- ¿Qué puede cambiar?
- Todo.
- ¿Todo?
- Claro. Te engancharías a mí. Y tienes razón, me herirías… joe que palabra más difícil.
- Jajaja. Bueno, y tu a mí, ¿no?
- Yo ya estoy enganchada. Es tarde para eso.
- Vaya… no sé que decir.
- Que tienes razón. Que siempre la has tenido. Que tengo miedo a que me dejes.
- Me dejarías tu a mí. Seguro. Te cansarías de mi. Soy muy pesado.
- Jajajaja. No lo creo.
- No tientes…
- Supongo que nos haríamos daño.
- Estabas más segura antes.
- Ya. Pero es a ratos. A ratos pienso que sería muy bonito. Y a ratos que me dolería.
- Podríamos poner unos preceptos.
- Jajajaja. Tu quieres algo conmigo.
- Sabes que no.
- (los dos) Jajajaja.
- Quizás otro día.
- ¿Sellamos la conversación con un abrazo?
- ¡Al final el pesado eres tu!
- Sabes que sí.
lunes, 19 de marzo de 2007
Soñé que me apuntabas, al final sonó…
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
[Por eso hoy no me quiero levantar]
¿Por qué me imaginaré este diálogo en un columpio? Será porque cuando uno va, el otro llega... y al final los abrazos se convierten en un símbolo sin mucha más realidad que ese montoncito de palabras que simula decir mucho y, al final, se muere de miedo y confiesa que no tiene nada que decir.
[[ más más mássss]]
;)
Publicar un comentario