martes, 24 de febrero de 2015

Autocensura y sufrimiento (Antología de la egolatría, parte cinco)


Me ha pasado algo extraño. Siempre he intentado decir la verdad. A veces es difícil. Lo que nunca me había pasado es tener que mentir por obligación… por necesidad… por no tener que dar explicaciones. Resulta que todo es mucho más fácil con un “si” o un “no”… nadie quiere oír hablar de los “pero” o de los “aunque”. Resulta que las palabritas se las lleva el viento. Lo que antes era cuestión de vida o muerte, pasa a ser un mero acontecimiento sin importancia. He querido hacerlo bien, lo prometo. Y no lo he conseguido. Intentando hacerlo lo mejor posible, lo he hecho todo lo peor que he podido. Y me siento extraño. Ya no sé si dar explicaciones es lo correcto. Si me tengo que quedar con un “si” y omitir los “peros”. Todo son matices. Hay pocas cosas que necesiten un rotundo “si” o “no”. Existen motivaciones, agentes externos, internos, dudas, miedos; que son parte del “si” o del “no”. No puedes resumir con un monosílabo un año. Es imposible. O yo, por lo menos, no puedo. No es tan fácil como el blanco y el negro… el gris resulta que tiene matices. A mi siempre me han gustado los matices… le dan dimensión a los colores básicos. Nada es tan fácil como decir “viva la muerte”; pero habría que definir dos conceptos: vida y muerte. Ya sé que parece que todos sabemos que es la vida o la muerte; estoy casi convencido de que todos daríamos una definición parecida. Pero luego resulta que hay gente muerta en vida, gente que ha querido morir, gente que se ha sentido morir. Ya empiezan a no estar claros los conceptos vida y muerte… bueno, en realidad siguen claros, pero adquieren matices. Quiero decir con todo esto que los matices le dan puntualización a cosas que son genéricas. Que si sólo nos quedamos con el “si” estaremos obviando información, estaremos sesgando opiniones, estaremos juzgando. Yo me he juzgado. Y soy culpable. Lo tengo claro. Se me pueden acusar de muchas cosas… y ninguna buena. Y podría dar millones de matices… pero no serviría de nada. Me quedo con un monosílabo: “no”. Yo me he castigado. Juez y verdugo. Ejecutor de una auto condena: pena de muerte.

"Sé que esperabas que te diera calma y vida larga... suelo cansarme demasiado pronto de ser bueno.
No encuentro calma en esa calma que anhelabas..." 
No es verdad, El Último Ke Zierre

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