martes, 17 de febrero de 2015

Life is the bitch and death is her sister (Antología de la egolatría, parte cuatro)


La soledad ha pasado a ser un estado de ánimo. Un sentimiento más. El sentimiento de abandono. El de desarraigo. El de no pertenecer a nada. El de estar al margen de todo. El de sentirse solo rodeado de gente. De gente que te quiere. Todo eso ya pasó… creo.  A veces lo pasas tan mal que crees que no puede haber nada peor. Que has tocado fondo… Si has tocao fondo, sabes lo que digo... Luego ya solo queda estar bien. Ya sólo puedes ir a mejor. Mal que no mejora, empeora; que dice mi padre. Cuando desaparece la soledad empiezas a ver gente. Gente que sentías lejana, de repente, te es cercana. Gente a la que tenías cerca, se alejan. Descubres nuevas gentes. Gente que siempre ha estado ahí. Gente que no se ha ido, aunque tú hayas desaparecido. A veces son dos o tres. Pero, realmente, con uno vale. Toca empezar a dar, después de tanto recibir. Toca equilibrar la balanza. Toca devolverle la equidad al universo.
Ahora solo fluir. Solo vivir. Solo gozar. Una vez más, me he de desdecir: la vida es fácil. Y eso también es un estado de ánimo. La vida es la vida. Llega, pasa, se va. Hay que saber unirse a su paso. Hay que saber vivirla. Yo, sin demasiadas complicaciones. Lo realmente importante es lo que la complica… y en mi caso, ni mi familia ni mis amigos me la complican. Así que sólo me queda disfrutar, solo y en compañía; pues da igual si estamos solos o acompañados si nuestro estado de ánimo es negativo, deprimente o agresivo. Acabaremos amargando a los que nos rodean… o preocupándoles. Acabaremos en la soledad, en la oscuridad. Y eso no interesa. Hay que saber ver la luz que nos aportan los que siempre han estado ahí, hay que saber recogerla, recibir su calor. Es una luz que yo recojo... Y, por supuesto, devolverla aumentada. Repartir calor.
Nos consumimos como un cigarro fumado, por un empedernido fumador de tabaco y con el viento de lado. Nos empeñamos en pasar las etapas lo más rápido posible. Sin pararnos a disfrutar, a ver la vida pasar. Queremos la eternidad al segundo día. Moriremos todos. Unos antes y otros después. No merece la pena huir del pasado, ni vivir en él. Pero tampoco la merece anhelar el futuro y vivir una posibilidad. Miramos atrás y adelante desde la perspectiva del ahora. Lo que fue, fue por algo. Y lo que será no lo sabemos. Queremos pasar las pantallas de los demás. Queremos lo que otros tienen. Somos lo que dicen de nosotros. Nos olvidamos de lo más importante: uno mismo. Tenemos que vivir nuestra propia vida, y asumir las consecuencias de nuestras decisiones. Me he hecho daño. He hecho daño. Me han hecho daño. Y duele. Y lo que duele, duele sin amos... Y me he castigado. Y he aprendido de las terribles consecuencias. Y a lo mejor me auto destruyo por eso. Y a lo mejor por eso no quiero volver a hacer daño nunca más. A lo mejor solo quiero huir. A lo mejor solo quiero morir.

"A este pozo de tristeza, no sé quien me arrojó.
Si te preguntan por mi, dile siempre que no estoy"
Dile siempre que no estoy, Los Suaves

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