Te
pasas la vida esperando algo de ella que, a lo mejor, nunca te dará. Me da
igual que sea el amor, un trabajo digno, una boda de blanco en una iglesia,
tres hijos o la propia felicidad. La gente tiende a obsesionarse con los sueños
que quiere cumplir, con eso que le quita el sueño si no logra conseguirlo. Con
“el sueño americano”, con el “si te esfuerzas, todo llega”. Casi nunca se dan
cuenta de que lo importante es el camino que llega hasta la meta, no la meta en
sí. En realidad... los sueños, sueños son y, si los consigues, dejan de
serlo para convertirse en realidad. Y la realidad siempre supera a la
ficción... en todo. Aquel soñado paraíso rosa, con aguas cristalinas, pájaros
cantando, verdes parajes y árboles frutales; puede resultar una ciénaga
hedionda llena de cadáveres putrefactos, alimentando cuervos que graznan
helando la sangre, rodeada de cactus moribundos y plantas venenosas.
Hay
gente que sabe que quiere casarse desde la infancia, o tener hijos... o una
meta en la vida. Ser algo o alguien. Yo no. Si miro atrás... a lo mejor si que
tuve sueños pero, como casi siempre, no los conseguí. Tampoco hay que comerse
el tarro, si lo has intentado. Siempre he dicho que no espero nada de esta
vida. Es cierto. Y en parte es porque es la manera de no decepcionarte. Si no
esperas nada, nunca puedes fallar. Pero en realidad es porque, no esperando
nada, todo lo que venga es aceptable. Quiero decir, todo lo que venga, ha
venido. Lo coges y disfrutas si es bueno, lo superas si es malo, lo asimilas si
merece la pena. No quiero decir que no aspire a nada... que es a lo que aspiro.
En realidad... aspiro a estar siempre
inspirado.
“Yo voy con la esperanza del que todo lo ha perdido y así
todo lo que viene es bienvenido.”
100 Frases, Sharif
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