jueves, 20 de octubre de 2005

Que te vaya como te mereces.

Ya estoy de vuelta. Todo lo que podáis comprender lo he comprendido yo antes. He subido a la montaña de la sabiduría y allí he morado días y noches con la única cama de mis huesos y el único abrigo de mi piel. Cuando el águila y el león vinieron a verme supe que estaba preparado. Preparado para bajar a la ciudad y decir a voces que Dios ha muerto, pero mi compasión también.
Soy la reencarnación del mal. Un cabrón, un hijoputa, “el más cabrón cuando se trata de competición”. Cuando te mire y veas oscuridad en mis ojos, huye, estás perdido. Has conseguido despertar a mi aletargado odio, ya no hay escapatoria. No hay rincón en el mundo donde te puedas esconder; no hace falta que corras, acabaré atrapándote; no hace falta que te defiendas, no hay posibilidad de esquivar mis golpes; no hace falta que contraataques, no podrás golpearme; aunque lo consiguieras de nada te serviría, soy inmune a tus golpes; no te levantes si te tiro, te volveré a tirar hasta que tus huesos no puedan levantarse, hasta que tu ánimo decida claudicar, hasta que tu voluntad se doblegue. No te pongas de rodillas pidiendo clemencia, no la encontrarás, estás juzgado y condenado hace tiempo, no hay redención para ti. Nunca hice uso del odio, pero tu te mereces esa excepción, te lo has ganado, luchabas para conseguirlo y aquí lo tienes… ¿qué? Sí, el miedo que sientes es real, haces bien en temerme.
No sabes la que se te viene encima… no tienes ni idea, destapaste la caja de los truenos sin conocer que en el interior sólo hay oscuridad, oscuridad que devoró la esperanza. Llegará el día, seguro que llegará… el día en que descubras qué ha pasado, el día que descubras que estás maldito, maldito por un odio que te corroe el corazón, ese odio por el que no puedes vivir. Te darás cuenta, así, porque no ha habido mujer que te satisfaga, amigos que te sigan, familia que te llene. No tienes nada. Nada que dejar en el mundo, ni siquiera experiencia, ni siquiera vivencias… todo está nublado por tu odio. Es una distorsión de la realidad, sólo ves lo que tu odio quiere que veas. No eres libre, te domina tu odio. El odio hace que te muevas, que pienses, que vivas… nunca libre. Encerrado en una cárcel invisible y como carcelero tu peor enemigo, tú mismo. Ni siquiera por tí sientes compasión, sabes que no te la mereces. Serás una criatura incapaz de vivir la vida que te queda. Siempre solo, dando tumbos, buscando y no encontrando… desdichado.
Ciertamente siento pena por ti, pero es lo que has querido, eres el guionista de tu propia película, siempre hiciste lo que quisiste, pero nunca supiste que querías.
No te preocupes, no te haré libre… es más, te descubriré la carga que llevas en el alma… y ya no podrás apaciguarla… cargarás con ella toda la vida… no te dejará ver, ni pensar, ni actuar… estarás siempre atenazado por ella… no vivirás… no morirás… no existirás… no amarás… no llorarás…
Y todo con una sola palabra: “Adiós”.

“Hoy la palabra es parábola y vuela como las gárgolas,
la palabra es la bala directa a vuestras mandíbulas,
la plaga que se propaga como el ébola,
la flecha colocada en el arco de Légolas
(…)
soy Vesubio en tu Pompeya, si tu intención es traición
(…)
soy tu adiós, soy inquebrantable como tu estúpida fe en dios
(…)
soy otro tiempo, soy otro espacio”
Ser o no ser, Nach + Líriko.


Gracias a Nietzsche que me ha ayudado muchísimo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Ciertamente siento pena por ti, pero es lo que has querido, eres el guionista de tu propia película, siempre hiciste lo que quisiste, pero nunca supiste que querías."

Esa frase quiebra...y lírico también.

Un saludo!

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