lunes, 3 de octubre de 2005

No chance, no win

Eso dice un colega mío, si no apuestas no ganas. Aplicable a cualquier aspecto de la vida, en serio.
El problema es que cuando apuestas también puedes perder... y cuando lo pierdes todo, cuando ya no te queda nada es cuando descubres qué coño significa esta puta vida. Así es, no me queda nada, por tanto, nada tengo que perder. Así me he dado cuenta de lo que vale mi vida, lo que vale para mi y para los demás, lo que vale la verdad y lo que vale la amistad. En resumen, nada. No vale nada. Ni mi vida, ni mi amistad ni la verdad, valen nada. O eso parece...
¿Triste?, no; furioso. Furioso por ver que se miente, se falsea, se ningunea... esto no puede acabar bien. Explotará un día. Ese día algunos nos reiremos, los más, y otros llorarán, los menos. Pero me da a mi en la nariz que serán lágrimas de cocodrilo (como las que ya ha habido, o casi), lágrimas de mentira, el súmum de la falsedad. Furioso porque nada sale hacia delante, todo es para atrás. Furioso porque no hay futuro. Furioso porque la muerte no parece tan mala salida, si no fuera por los dos o tres que sufririan más que yo. Furioso porque no hay esperanza. Furioso por ellas, por su ignorancia. Furioso por casi todo...

"Porque recojo tempestades sin haber sembrado vientos"
Mierda, Violadores del Verso.

No queda nada.

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