domingo, 30 de octubre de 2005

Duro como el acero

Si la vida endurece yo debo ser roca. Duro, pero no tan duro como el metal, o como el diamante. Pero más duro que el cristal... la roca rompe el cristal. Tu eres cristal, yo roca. Lo has intentado, no te culpo por ello, pero has fracasado. Sigues mintiendo intentando dar un último zarpazo... herido de muerte, tu último suspiro va a ser una nueva mentira. Un nuevo intento de engañarte, para que no te pese en el corazón una nueva pena. Porque poco espacio le queda a tu corazón para la luz y la alegria, podrido de oscuridad, odio, desprecio y mentiras. A mi no me duele... no me afectan tus mentiras, ni tus verdades. Intentas sacarme dinero... vale, exprime, no tengo... intentas envenenar a alguien que me ha entregado su amistad, y yo la mía... a alguien que ignora que poca gente le conoce como yo... son mucho años... muchos años que has arrebatado en uno sólo... a base de mentiras... estupendo. Aún así te lo agradezco. Pensaba que los años de amistad, por mi parte, sincera; no eran más que palabras... y nunca ha sido esclava de sus palabras, porque donde dijo digo ahora dice diego... tan fácil. Por eso os llevaís tan bien, y por eso vais a acabar tan mal... porque os parecéis demasiado. Nunca una palabra es definitiva en vuestra verborrea, extensa, sin sentido, sin interés, nunca habrá un te quiero real... hoy puede que lo sea, pero mañana... mañana se os habrán olvidado las noches en vela aguantando vuestras historias, dando mis mejores consejos, preocupándome por vosotros, intentando ayudaros en lo que estaba a mi alcance (y a veces en lo que no), poniendo la cara por vosotros... era un amigo... pero vosotros nunca lo comprendísteis... porque no sabeis que es un amigo... porque si no se es amigo, no se pueden tener amigos.
Así de fácil.
Seguís pensando que os odio... y no es del todo cierto, pero si en parte... algún día os dareis cuenta de qué va todo. Lo sigues pensando, ¿por eso me odias? No, me odias porque soy más fuerte que tú, y eso te jode, porque siempre me has mirado por encima del hombro, siempre has pensado que estaba por debajo tuyo, siempre te has creido superior a mi, pero no era así... quizá a mi me convenia pasar desapercibido... quizas. Siempre que alguien hablaba de nosotros tu nombre iba al lado de la expresión "el otro"... tu y el otro... este chico de la barba... este que siempre se está riendo... este que siempre está en el bar... Sinceramente, las personas que me recuerdan es porque merecen la pena. No sonreía sin ganas, como tu... dándoles a ellos una cara y contándome a mi la verdad... que no te caían bien... nadie te caía bien. Igual te cae bien ella ahora... pero sabes que la está utilizando, sabes que en cuanto no te de utilidad la vas a tirar... y ella va a sufrir, porque está enamorada... enamorada de tus mentiras, enamorada del amor que dices sentir por ella. ¿Amor? Ja! No tienes ni idea de lo que es el amor. Nunca lo has sentido, ¿cómo vas a saber qué es? Crees que lo sabes, pero cuando la abandones en la cuneta, llorando, tu ojos estarán secos. Le has arrebatado los pocos amigos que tenía, sólo te tiene a ti... y tu ni siquiera la tienes a ella... me intriga saber cuánto vas a tardar en liberarla de sus cargas. Cuándo la abandonarás de la forma más cruel posible... porque lo tuyo no es la sutileza... primero hieres, dejas que empiece a cicatrizar, y cuando está a punto de cerrarse la herida, tienes la extraña habilidad de aparecer con un salero... y poco a poco, grano a grano, vas vertiendo el contenido del salero sobre la herida... vuelve a sangrar... vuelves a desaparecer... y así... siempre doloroso con quien más te quiere... ni para ti ni para nadie, esa es tu filosofía...
Pero me da igual... estoy al margen, no pienso sufrir por vosotros, ni alegrarme... permaneceré en mi rincón oscuro observándolo todo. Seguiré siendo el humo que flota en el ambiente, la sombra en la noche... seguiré siendo duro... y cada vez que me atacas, más duro... ya casi siento el poder del metal... el óxido se apodera de mi renegrido corazón, pero en el último rincón, una pequeña flor empieza a brotar... es pequeña... pero fuerte... grandes raices... se despereza con el único rayo de sol que consigue llegar... es mi odio, está despertando... tan hermoso como letal... prepárate... no hay escapatoria.
Ya llegó, es al fin, el fin.

Lo que no me mata, me fortalece.
NIETZSCHE, Friedrich

No hay comentarios:

Creative Commons License
Esta obra está publicada bajo una licencia Creative Commons.